España como “columna vertebral”
El sol y el viento (y en consecuencia, el hidrógeno verde) son protagonistas de futuro. Se asientan en una apuesta renovable con una tradición ya digna, contraria al frecuente estigma de colista
Hay una gran oportunidad energética para España a la vuelta de la esquina. Descúbranla en los documentos lanzados por la Comisión el día 18 para articular la respuesta europea a la invasión de Ucrania.
En sus tres patas: energía, defensa, apoyo al país asediado. Y sin olvidarse de ser críticos pues les falta un impulso financiero más ambicioso, seleccionen los pasajes clave del escenario energético para la economía española, a caballo de la apuesta por las renovables.
De entrada, los mapas que figuran en el anexo 2 a la comunicación RepowerEU Plan confirman el papel de liderazgo “potencial” español en eólica y solar, seguido de cerca por Francia e Italia. Atención: la electricidad producida por esas renovables es la palanca para la electrólisis con que se produce el hidrógeno verde, segregado del agua y no contaminante.
Ese es el carburante del futuro, para la industria y para el transporte. Airbus ultima el diseño de su primer avión comercial a cero emisiones para 2035. Es lo que viene, lo que ya llega, si la tecnología resuelve el problema del coste, que hoy triplica o cuadriplica a derivados del petróleo como el queroseno de aviación. Y el de almacenamiento, ya que requiere más espacio.
Pues bien, ese hidrógeno es transportable por los gasoductos convencionales (con ligeras modificaciones). Y por eso se erige en la alternativa al gas: usando exactamente sus mismos tubos, y aprovechando así lo invertido en ellos a largo plazo.
Por eso, el anexo incorpora, junto a las interconexiones en marcha, la evaluación de “un proyecto de infraestructura” (tubo terrestre con Francia o submarino con Italia) “para aprovechar el importante potencial renovable de la península Ibérica”. Un potencial capaz de erigirse en el “primer elemento” de “la columna vertebral del hidrógeno” para toda Europa.
Y ello, más allá de usar el nuevo gasoducto como vehículo para el gas natural fósil procedente de Argelia mediante tubo. O de la regasificación del gas licuado importado de Nigeria, Perú, Qatar o Noruega por barco en las seis regasificadoras españolas en marcha, que suponen más de un cuarto del potencial continental y casi un tercio de su capacidad de almacenamiento.
Así que el sol y el viento (y en consecuencia, el hidrógeno verde) son protagonistas de futuro. Sobre todo porque se asientan en una apuesta renovable de España con una tradición ya digna, contraria al frecuente estigma de colista: un 45% de su electricidad procede de renovables (por un 38% la media de la UE). Y el peso de estas en el mix energético (21,2%, Eurostat) encabeza al de los otros grandes: Italia (20,4%), Alemania (19,3%) y Francia (19,1%).
Todo eso sin aludir a la potente dimensión industrial y tecnológica de la energía eólica local ni a que Bruselas propone duplicar el parque solar-fotovoltaico de aquí a 2025. Habrá que volver a ello.
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