El precio de los alimentos se dispara en marzo a su mayor ritmo en 14 años por la guerra en Ucrania
El índice mundial de la FAO escala un 34% anual impulsado por el encarecimiento de los cereales y alcanza su mayor nivel desde 1990
Los precios de los alimentos alcanzaron en marzo un nuevo récord, el tercero consecutivo, impulsados por la guerra de Ucrania. El índice que elabora mensualmente la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que recoge la evolución en todo el mundo, cerró el mes con un aumento del 33,6% respecto a marzo de 2021, su mayor ritmo en 14 años, y se sitúa en 159 puntos, el nivel más elevado de la serie histórica, que arrancó en 1990. El conflicto armado está causando estragos en las cadenas de suministro que tienen como origen la zona, sobre todo en productos como cereales y aceite de girasol, y ha alterado el funcionamiento de parte de los flujos comerciales mundiales.
La escalada récord de los precios de los alimentos más básicos apunta a que la espiral inflacionista que amenaza la recuperación de la economía mundial va a seguir agravándose. Solo entre febrero y marzo, la subida del índice fue del 13%, según la FAO. Se trata de “un salto gigante”, según el organismo dependiente de la ONU. El incremento del mes pasado fue el séptimo consecutivo. No se registraban tantos aumentos sin interrupciones desde 2008.
Tanto Ucrania como Rusia son grandes exportadores de cereales y aceite de girasol. De aquella zona, conocida como el granero de Europa, sale un 30% del total de trigo que se consume en el mundo. Aunque Rusia ha continuado vendiendo trigo, las sanciones han complicado los pagos y la logística, mientras los puertos ucranios permanecen cerrados desde el inicio de la invasión el 24 de febrero y tampoco está claro que los agricultores del país puedan seguir adelante con los cultivos futuros, por lo que el suministro puede estar en peligro durante meses. El conflicto, además, está provocando una subida extraordinaria de la energía, y encareciendo los costes de producción, lo que también contribuye de forma indirecta a las subidas de precios de los alimentos.
El índice de la FAO refleja que los aceites vegetales, cereales y la carne han sido los principales responsables de esta subida histórica: aumentaron de media un 17,1% respecto a febrero, el nivel más elevado desde 1990. “El alza está impulsada en gran medida por las perturbaciones relacionadas con el conflicto de las exportaciones de Ucrania y, en menor medida, de la Federación de Rusia”, según explica el organismo. En concreto, los precios mundiales del trigo subieron en marzo un 19,7%, mientras que los cereales secundarios se encarecieron un 20,4%, con un nuevo récord para los precios del maíz (19,1%), la cebada (27,1%) y el sorgo (17,3%).
La escalada de precios de los alimentos ya empezó a producirse meses antes de que estallara la guerra, en parte por el calentamiento provocado por la rápida recuperación tras dos años de dura pandemia y también por el descenso de la producción de algunos cultivos por el mal tiempo. Estas subidas se están acelerando desde febrero. Entre mediados de 2020 y la actualidad, los precios globales han aumentado un 75%, por encima de los niveles registrados en 2008 y 2011, años que acabaron derivando en importantes crisis alimentarias.
Las subidas están siendo generalizadas en la cesta de alimentos básicos, como la leche (siete meses consecutivos al alza). “Los precios de los productos lácteos mantuvieron su tendencia al alza, respaldados sobre todo por la creciente escasez en los mercados mundiales como consecuencia de que la producción lechera en Europa Occidental y Oceanía fuera insuficiente para satisfacer la demanda mundial”, según la FAO. También la carne, cuyo índice está en máximos históricos, por la menor oferta.
La guerra y los problemas de suministro están afectando a países como España, no solo por la subida generalizada de precios, sino por la escasez en algunos productos. En el caso español, el que más impacto tiene es el aceite de girasol, del que es muy dependiente. Los fabricantes que lo utilizan, en especial para productos procesados y conservas, buscan alternativas en otros aceites vegetales. Pero estos también están encareciéndose, como el de palma, soja y colza.
El aumento de precios pone en jaque a las economías occidentales, pero sus efectos son especialmente devastadores en los países pobres, donde la cesta de la compra absorbe casi todo el presupuesto de las familias y cualquier encarecimiento afecta directamente a su alimentación más básica, como el pan. Recientemente, el Programa Mundial de Alimentos alertó de que la escalada de precios en Oriente Próximo y el norte de África, muy dependientes de las importaciones, está llevando al límite a la población. Según la FAO, cerca de 50 países dependen significativamente de Ucrania y Rusia para cubrir más del 30% de sus importaciones de trigo.
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