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Europa confisca superyates de los oligarcas rusos valorados en más de 1.800 millones

Una quincena de los llamados ‘palacios flotantes’ están anclados con tripulaciones mínimas para mantenerse en buen estado y poder volver a navegar

Un guardia civil custodiaba este lunes el megayate 'Tango', este lunes en el puerto de Palma.Foto: Francisco Ubilla (AP) | Vídeo: EPV

Más de una docena de superyates han sido incautados en puertos europeos en las últimas cinco semanas como parte de las amplias sanciones impuestas a los multimillonarios rusos. Desde Hamburgo, en el norte de Alemania, hasta la isla española de Mallorca, al menos 13 de los llamados palacios flotantes están anclados con tripulaciones mínimas para mantenerse en buen estado y poder volver a navegar algún día. Los funcionarios de Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea han apuntado a los barcos a la hora congelar los activos pertenecientes a los rusos ultrarricos, vistos como próximos al Kremlin y al presidente ruso, Vladímir Putin.

El más grande y más caro de los superyates detenidos es el Dilbar, de 156 metros y propiedad de Alisher Usmanov, quien ha sido sancionado por Estados Unidos, el Reino Unido y la UE. Descrito por el constructor de la embarcación, Luerssen, como “uno de los más complejos y desafiantes yates jamás construidos”, tiene un valor de entre 538 y 573 millones de euros, según el proveedor de datos marítimos VesselsValue. Lleva inmovilizado en Hamburgo aproximadamente un mes.

Pero en ese tiempo las autoridades no han parado de anunciar nuevos embargos a los oligarcas. Esta misma semana, el Tango, un yate de 82 millones de euros perteneciente al multimillonario ruso Viktor Vekselberg, ha sido confiscado en Mallorca a petición de Estados Unidos. La incautación fue coordinada a través de la justicia estadounidense, en cuya lista de sancionados figura desde marzo el propietario del barco. El Departamento del Tesoro anunció las sanciones contra él al considerar que mantiene “estrechos vínculos” con los principales funcionarios del Gobierno ruso, incluidos Putin y el expresidente Dmitri Medvédev, quienes lo pusieron al frente de una fundación que tiene por objetivo atraer inversión tecnológica a Rusia.

A la vez, un juez de Tarragona ha abierto una investigación judicial contra el Crescent, otro megayate valorado en más de 100 millones de euros y propiedad de Ígor Sechin, también considerado próximo a Putin. Este barco estaba inmovilizado desde el 16 de marzo por una orden de la Dirección General de Marina Mercante, dependiente del Ministerio de Transportes español, en aplicación de las sanciones puestas en marcha por la Unión Europea contra 893 personas tras la invasión de Ucrania. Lleva atracado en el puerto de Tarragona desde el 2 de noviembre, cuando aún no había estallado la guerra. Cuatro meses después, el 4 de marzo, cuando la Comisión Europea ya había acordado aplicar sanciones a los oligarcas rusos tras el inicio de la invasión de Ucrania, la tripulación solicitó a la capitanía del puerto su salida, pero finalmente no zarpó.

En total, los superyates detenidos de los magnates rusos sancionados suman un valor que supera los 1.800 millones de euros. Muchos de ellos son más largos que una ballena azul y cuentan con rasgos propios de casas de lujo como grandes piscinas, spa, helipuertos y lámparas de cristales Swarovski. Su mantenimiento es muy costoso, incluso cuando están atracados. Esto plantea un desafío para las tripulaciones, cuyos salarios son pagados por alguien que está bajo sanciones, y para los puertos, que están a merced de los derechos de atraque de los propietarios.

Conforme se ampliaban las sanciones, otros barcos de propiedad rusa han eludido a las autoridades navegando hacia aguas más amigas. Dos de los superyates del expropietario del Chelsea Roman Abramóvich, con un valor conjunto de más de 900 millones, se han trasladado a las costas de Turquía en las últimas semanas tras partir desde Barcelona y la isla caribeña de San Martín (con soberanía francesa y holandesa). Y el superyate Nord, del magnate del acero Alexéi Mordashov, se dirige a Vladivostok, en Rusia, mientras otros huyen hacia Dubái o han desconectado sus transpondedores, ocultando así su paradero.

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