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La subida salarial que negocian sindicatos y empresarios: entre la contención y el miedo a quedarse cortos

Los encuentros para definir el nuevo Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva se enquistan en el establecimiento de una senda de crecimiento que permita recuperar el nivel adquisitivo perdido

Gorka R. Pérez
Acuerdo Empleo y Negociacion Colectiva
De izquierda a derecha, los secretarios generales de UGT, Pepe Álvarez; y de CC OO, Unai Sordo; junto al presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, en una reunión el 7 de marzo.Emilio Naranjo (EFE)

Cuando la inflación originada por el coronavirus había provocado que la elasticidad de los salarios alcanzase su límite, el escalofrío de la economía mundial por la invasión de Rusia a Ucrania ha dinamitado un equilibrio siempre complejo. A la abrupta paralización de la actividad que provocó la pandemia y la consiguiente destrucción de empleo ―no hay renta sin trabajo―, le ha sucedido una guerra de resolución y alcance todavía desconocidos, que, sin embargo, ha obligado a que Gobierno y agentes sociales afronten una revisión de los sueldos por el encarecimiento desorbitado de las energías ―que amenaza con provocar una nueva paralización―, a través de dos vías distintas, pero que comparten un mismo destino. De un lado, se dirime el Pacto de Rentas promovido por el Ejecutivo con sindicatos y patronales, que este lunes volverán a reunirse; y del otro, la definición del nuevo Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), que representantes de trabajadores y empresarios tratan paralelamente. Ambos recorridos, sin embargo, afrontan los mismos desafíos, puesto que lo acordado en uno tendrá repercusión en el otro.

Mientras que en la negociación de la AENC se trabaja, principalmente, en la delimitación de un marco que proyecte el aumento de los salarios tomando como referencia la inflación, y donde encontrar la medida exacta en la que hacerlo resulta el quid de la cuestión; el Pacto de Rentas tiene una dimensión mayor y podría recoger (el despliegue total de las medidas en las que trabaja el Gobierno sigue sin estar definido) otras medidas con las que suturar la hemorragia alcista, como topar el precio de la electricidad, entregar ayudas como bonos energéticos, crear apoyos a la industria, emplear los nuevos ERTE para sectores perjudicados e, incluso, moderar las subidas de los alquileres de las viviendas. Sin embargo, la esencia del pacto se concentra en el acuerdo de negociación colectiva que firmen para los próximos años sindicatos y patronales.

La cuerda entre sindicatos y empresarios se ha tensado en los últimos encuentros. Y eso que ambas partes ―incluido el Gobierno e incluso el Banco de España, que urge a un pacto de rentas en el que trabajadores y empresas se repartan el coste de la inflación―, comparten el ideal de que un desacompasamiento entre precios y salarios garantiza el conflicto social. “Nosotros pedimos moderación en las subidas, porque no hay que obviar el escenario en el que nos encontramos, con una guerra de por medio”, reconocen fuentes de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). “La guerra está afectando a la economía en muchos aspectos, en la energía, en las materias primas, los abonos, los fertilizantes... hay que ver cómo evoluciona”, indicó el viernes su presidente, Antonio Garamendi.

“Está claro que se ha de ser moderado, porque la situación es la que es. Pero no hay que obviar que se está produciendo una pérdida de poder adquisitivo evidente y que, si se acuerda una subida algo más modesta para este año, en los siguientes se ha de compensar”, señala una fuente sindical conocedora de las negociaciones. Ahí se concentra el principal problema: en el establecimiento de una senda de incrementos que permita recuperar progresivamente lo perdido. “Los salarios subieron un 1,5% en 2021, mientras que la inflación ha llegado al 7,6% en febrero. Tendríamos que pedir más de un 6% para igualarlo entonces, pero sabemos que no lo podemos hacer”, prosigue. Otras fuentes consultadas confirman que se trabaja en un incremento de los sueldos que puede estar en torno al 3% para 2022. Y todas ellas apuntan a que establecer una senda en la que poco a poco ese porcentaje vaya creciendo es lo más plausible.

Paz social

A pesar de que el AENC no tiene carácter vinculante, ya que solamente dicta recomendaciones a la hora de llevar a cabo la negociación colectiva, goza de un reconocimiento suficiente para que las conversaciones laborales se rijan a partir de lo que marca su contenido. “La experiencia demuestra que los convenios sectoriales se ajustan a él, puesto que quita tensión y da cierta paz social”, reconoce una fuente sindical. Sin embargo, el temor de las centrales, UGT y CC OO, es que en los acuerdos que se están estableciendo actualmente por debajo de los convenios sectoriales (por ejemplo, los territoriales) se marquen una serie de subidas que ejerzan de tope. “Si somos nosotros mismos los que pactamos esos porcentajes, luego ¿cómo vamos a pedir otros diferentes mucho más altos?”, se pregunta esta misma fuente.

Este lunes, la reunión del Pacto de Rentas tendrá lugar en el Ministerio de Economía, será por la tarde y está previsto que tanto representantes del Gobierno (acudirán las tres vicepresidentas y la ministra de Hacienda) como los líderes sindicales y de los empresarios realicen declaraciones una vez termine el encuentro. “Es imprescindible que lleguemos a un acuerdo ya. O lo hacemos en marzo o no se hace. Las necesidades las tenemos ahora”, indica esta fuente sindical. “Es necesario activar las medidas ya, porque es muy importante que haya tranquilidad en el país”, secunda Garamendi.

El encuentro se producirá dos días antes de las movilizaciones que han convocado para el miércoles los sindicatos y las organizaciones de autónomos, consumidores y comunidades vecinales; y tres con respecto a las dos sesiones programadas por el Consejo Europeo, donde los distintos líderes comunitarios abordarán soluciones para la contención de los precios de la energía.

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Sobre la firma

Gorka R. Pérez
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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