Bruselas ultima un sistema voluntario de compras conjuntas de gas para los países más expuestos a la crisis energética
El nuevo mecanismo, que recoge en parte las demandas de España, prevé la creación de reservas estratégicas compartidas en una misma región de riesgo
La Comisión Europea propondrá esta semana la creación de reservas estratégicas de gas y la posibilidad de que los Estados miembros puedan acogerse a un esquema voluntario de compra conjunta de este combustible. El objetivo es que los países puedan hacer frente a períodos críticos de desabastecimiento o de precios disparados, como el vivido en los últimos meses. Con la propuesta, el Ejecutivo comunitario recoge parcialmente una de las demandas del Gobierno español para enfrentarse a la crisis energética.
La propuesta de Bruselas, que será lanzada previsiblemente este martes aprovechando una revisión ya prevista de la legislación comunitaria sobre el gas, indica que se podrán acoger al esquema de compra común los países que lo deseen y dirigir estas adquisiciones a abastecer las reservas estratégicas, según detallan a EL PAÍS fuentes comunitarias. Cada Estado miembro podría almacenar estas provisiones en su territorio o en un país de la misma región de riesgo.
La Comisión quiere hacer gravitar el nuevo mecanismo en torno a este concepto de regiones o “grupos de riesgo”, algo así como un club de países con intereses y problemas gasísticos compartidos e interconectados energéticamente. España, por ejemplo, se encuentra en el grupo de riesgo de suministro de gas procedente del norte de África, desde Argelia, junto a Grecia, Francia, Croacia, Italia, Malta, Austria, Portugal y Eslovenia; y también en el del mar del Norte, desde Noruega, junto a Bélgica, Dinamarca, Alemania, Irlanda, Francia, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Polonia, Portugal y Suecia. La Comisión fijó estos grupos de riesgo a través de un acto delegado en noviembre.
En la comunicación que Bruselas lanzó en octubre para paliar con una batería de propuestas la crisis de los precios de la energía ya se incluía el estudio de las reservas y las compras conjuntas de combustible, y se hacía referencia a la creación de “nuevos grupos regionales transfronterizos de riesgo en materia de gas para analizar los riesgos y asesorar a los Estados miembros sobre la formulación de sus planes de acción nacionales de prevención y emergencia”.
Estas asociaciones de países de riesgo estudiarían la seguridad del suministro en su zona, con el objetivo de valorar si el almacenamiento les genera problemas o no. A partir de estos planes podrían optar por comprar gas conjuntamente para destinarlo a las reservas estratégicas; aunque no haría falta que para la adquisición conjunta los países formen parte del mismo grupo de riesgo, sí parece lógico que lo hagan de forma unida al estar vinculados a la misma fuente energética.
La nueva propuesta, añaden las fuentes comunitarias, establece que son los Estados los que podrán decidir que los operadores del sector mantengan un volumen determinado de gas almacenado. Es decir, es el Gobierno de cada país el que toma la decisión sobre compras conjuntas y reservas estratégicas y el que le encarga a la compañía operadora que compre el suministro destinado a formar parte de esos almacenamientos. La nueva normativa pide que los Estados miembros notifiquen a la Comisión los planes que tienen y detallen cómo lo pretenden financiar.
En la actualidad, la UE tiene capacidad de almacenamiento para alrededor del 20% de su consumo anual de gas, pero no todos los países tienen instalaciones u obligaciones de almacenamiento, según datos de la Comisión publicados en octubre.
Desde el Ejecutivo comunitario asumen que la propuesta debería contentar a España, país que ha liderado desde el verano una especie de entente energética de países golpeados por los precios de la energía, forzando a la UE a entrar en el debate sobre el mercado de la electricidad y la formación de los precios del gas, y lanzando multitud de propuestas para acometer reformas a corto, medio y largo plazo.
Entre las numerosas sugerencias formuladas, el Gobierno reclamó en septiembre a la Comisión la puesta en marcha de “una plataforma europea centralizada de compra de gas natural que facilite la creación de reservas estratégicas”, con el objetivo de incrementar el poder de negociación europeo en los mercados internacionales y reducir la exposición a las fluctuaciones de un mercado del que el bloque comunitario es altamente dependiente: la UE importa el 60% de su energía, una cifra que ha crecido en los últimos años, y alcanza el 90% en el gas.
“Los productores de gas se comportan estratégicamente para maximizar sus beneficios, nosotros deberíamos actuar juntos para evitar estar a su merced”, señalaba la misiva firmada por las vicepresidentas primera y tercera del Gobierno, Nadia Calviño y Teresa Ribera. “Lo hemos hecho con bastante con éxito para las vacunas y deberíamos reproducir este modelo a otros campos estratégicos como este”.
Francia, Grecia, República Checa y Rumania se sumaron a otra propuesta española que pedía a Bruselas “elaborar directrices comunes sobre el almacenamiento de gas para mitigar y suavizar las subidas de precios” y “coordinar mejor” las compras para aumentar el “poder de negociación”.
Fuentes comunitarias aseguran, sin embargo, que el nuevo mecanismo “no tiene nada que ver” con el modelo usado para la adquisición centralizada de viales, ya que se trata de un sector completamente distinto. La Comisión también descarta la creación de nuevas reservas físicas destinadas al almacenaje estratégico, unas obras geológicas que resultarían demasiado caras.
Presión española
El de las compras conjuntas y las reservas estratégicas es uno de los pocos campos en los que la presión española ha logrado provocar cambios sustanciales en Bruselas. El gobierno español ha propuesto, sin éxito, modificaciones específicas de la regulación de gas y electricidad (junto a Francia), alternativas al sistema de fijación de precios actual y llegó a reclamar a Bruselas que le diera libertad para fijar sus propios precios de la electricidad al margen del sistema europeo. “En situaciones excepcionales, debe permitirse a los Estados miembros adaptar la formación del precio de la electricidad a sus situaciones específicas”, demandó a través de un documento de posición antes de una cumbre de ministros de Energía en octubre.
La presión de la entente energética capitaneada por España arrancó también el compromiso de que Bruselas estudiaría posibles deficiencias del marco energético actual, cuyas conclusiones llegarán el año que viene. Pero un informe reciente de la Agencia de Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER) de la UE consideraba contraproducente la idea española de modificar el sistema de formación de precios y rechazaba que cada país pueda optar por un sistema propio. A este informe se ha agarrado el bloque de países reticentes al cambio, capitaneado por Alemania, junto a Austria, Dinamarca y Finlandia, que defienden el mercado actual de la electricidad europeo y achacan la crisis de precios a la “recuperación económica mundial”.
La propuesta llega en un momento crítico en la UE debido a la inestabilidad geopolítica que genera la creciente tensión con Rusia, principal exportador de este combustible hacia los Veintisiete (cerca del 40%), y el retraso en la puesta en marcha del gasoducto Nord Stream 2, que llevará por el lecho del mar Báltico el gas ruso hasta Alemania. El regulador alemán que ha de dar el visto bueno a la infraestructura suspendió a mediados de noviembre el proceso de certificación y los analistas estiman que la luz verde, prevista para esta primavera, se podría retrasar hasta el verano.
Reservas europeas en niveles bajos
“El nivel de almacenamiento de la UE (75%) es uno de los más bajos de todas las previsiones de suministro invernal”, alertaba el informe sobre el panorama de este invierno publicado en octubre por la Red Europea de Gestores de Redes de Transporte de Gas (ENTSOG). Y las reservas han seguido bajando desde entonces: se encuentran al 63%, cuando hace un año por estas fechas estaban al 81%, según datos de GIE, la asociación que representa los intereses de los operadores europeos de infraestructuras de gas.
El análisis destaca el bajo nivel de almacenamiento de Alemania, Países Bajos y Austria, países que representan un 42% del almacenamiento total de la UE. Alemania estaba al 67%, Países Bajos al 58% y Austria al 53%. Y los tres han seguido cayendo, hasta el 59%, el 47% y el 40%, respectivamente. España, por el momento, se encuentra en el mismo punto que en octubre (ha pasado del 73% al 71%), pero el informe avisa de que en el caso español, es preferible no bajar del 55%, para hacer frente a posibles casos de estrés provocados por una disrupción en el suministro desde Argelia.
El informe advierte en especial de la situación de los países de los grupos de riesgo de Ucrania, los Estados Bálticos y Finlandia, que pueden estar expuestos “a la reducción de la demanda en caso de temperaturas extremas combinadas con interrupciones de las rutas de importación desde Ucrania o Rusia”.
Los motivos por los que este invierno arranca en horas bajas se encuentra en el anterior período invernal, inusualmente frío, que mermó las reservas hasta el 30%, según el estudio. Cuando este año arrancó el momento de la reinyección en los almacenes de gas, entró en juego la gripada situación geopolítica y económica, los cuellos de botella de ese mundo que trata de arrancar tras la pandemia y las tiranteces con el vecino ruso. En 2021 “se inyectaron volúmenes limitados de gas durante el verano en un contexto de aumento del consumo de gas en Asia y de precios elevados en todos los hubs europeos”, explica el análisis de ENTSOG.
El estudio asegura que la “infraestructura europea de gas ofrece suficiente flexibilidad para garantizar la seguridad del gas en Europa, siempre que el mercado importe gas en volúmenes similares a los de los últimos años”, pero alerta del declive de la producción autóctona de gas europea y de la creciente dependencia exterior de la UE. “Los almacenamientos juegan un papel importante para aumentar la oferta en caso de situaciones de alta demanda para compensar las importaciones y los cuellos de botella de la interconexión”, asevera el informe. Estos “deben tener un nivel suficiente al principio del invierno para poder garantizar la flexibilidad estacional” y para poder hacer frente a las situaciones excepcionales de “alta demanda”, como las olas de frío.
En caso de un invierno frío, según ENTSOG, el mercado del gas necesitaría aumentar este año las importaciones de los gasoductos y de gas natural licuado entre un 5% y un 10% por encima de los volúmenes máximos observados en los últimos años. Y añade que tirar de reservas podría tener un “impacto negativo” y aumentar la exposición del sistema al final de la temporada de invierno.
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