EE UU, Japón e India elevan la presión sobre la OPEP para que ataje la escalada del petróleo
Los importadores buscan que el cartel reabra el grifo del crudo para estabilizar el mercado tras el fuerte encarecimiento de los carburantes en lo que va de año, pero Arabia Saudí y sus socios se niegan
El cartel de la OPEP está demostrando tener espaldas anchas, pero sus hombros soportan más peso que nunca antes. Estados Unidos, Japón e India, tres de los mayores importadores de crudo del planeta, han redoblado en los últimos días la presión para que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) aumente los bombeos. El objetivo: frenar una escalada de precios que está poniendo en aprietos a los consumidores y que, junto con los precios del gas, está contribuyendo a elevar la inflación hasta niveles que empiezan a ser difíciles de digerir para los bancos centrales.
“La idea de que Arabia Saudí [el líder de facto del grupo de exportadores], Rusia y otros grandes productores no vayan a bombear más para que la gente pueda ir y venir del trabajo no es correcta”, dejó caer el presidente estadounidense, Joe Biden, en el transcurso de la cumbre del G20 celebrada el fin de semana pasado en Roma. Poco después era el turno de su secretaria de Energía, Jennifer Granholm: “El precio de la gasolina depende de lo que ocurre en el mercado petrolero mundial. Y ese mercado está controlado por un cartel: la OPEP. Así que ese cartel tiene más que decir [que yo] sobre lo que está ocurriendo”. Mientras la demanda global de crudo ya ha regresado a los niveles prepandemia, criticaba, la oferta aún no lo ha hecho.
En una línea similar se han expresado en los últimos días el ministro indio de Petróleo y Gas Natural, Hardeep Singh Puri, y el titular nipón de Comercio e Industria, Koichi Hagiuda. Pero el mayor importador de crudo del mundo, China, y la Unión Europea guardan silencio.
La insistencia de EE UU en que la OPEP eleve su techo de producción responde, fundamentalmente, al sobrecoste que están afrontando sus conductores cada vez que tienen que ir a repostar: el encarecimiento ronda el 40% respecto a los niveles de principios de año. Como en España y en otros países europeos, al otro lado del Atlántico el precio de la gasolina está en máximos de más de siete años, propiciando una fuerte escalada de la inflación general.
El cartel se mantiene firme
La OPEP, que bombea casi cuatro de cada 10 barriles que se consumen en el mundo —cinco de cada 10 si se suma la producción de Rusia, un país con el que coordina sus decisiones—, ha esquivado la presión en su reunión de este jueves y no se ha movido ni un milímetro del plan trazado en verano. Aumentará sus bombeos en 400.000 barriles diarios —exactamente lo pactado en agosto, cuando el crudo aún cotizaba en el entorno de los 65 dólares, casi 20 por debajo de los niveles actuales—, pero esa cifra se queda muy lejos de las pretensiones de los importadores y de las necesidades de un mercado en el que la demanda es mayor que la oferta.
Según cálculos de la consultora Eurasia, la capacidad ociosa de los países del cartel está entre cuatro y cinco millones de barriles diarios por encima de sus bombeos actuales, pero Arabia Saudí argumenta que la demanda aún está mermada por la pandemia y que no es momento de poner más crudo en el mercado.
Demanda al alza
El reciente encarecimiento del crudo responde al rebote económico global, a la cercanía del invierno y a dos factores de nuevo cuño: unos precios del gas natural por las nubes —cuadruplica su precio en lo que va de año—, que han propiciado su sustitución por derivados del crudo en los sectores en los que es posible, y la reactivación de los vuelos comerciales, que ha elevado el consumo de queroseno tras el verano. La demanda estacional, entre tanto, seguirá aumentando en las próximas semanas en el hemisferio norte. “El consumo de crudo se mantendrá relativamente fuerte durante el resto del año y en el primer trimestre de 2022″, refrendan los técnicos de la consultora Eurasia en una reciente nota para clientes.
En paralelo, en los últimos meses la oferta petrolera global no solo se ha visto mermada por los límites autoimpuestos por el cartel de exportadores sino también por factores exógenos como los daños causados por el huracán Ida en varias plataformas petroleras situadas en el golfo de México.
Frente a las previsiones de otros bancos de inversión, como Goldman Sachs, que no descartan que el barril de petróleo Brent (la referencia europea) alcance los 100 dólares a medio plazo, Bank of America augura en un informe publicado esta semana que el crudo promediará 85 dólares el año que viene antes de bajar a 75 en 2023. Y a un rango de entre 50 y 70 dólares a más largo plazo si la reunión de la COP26 que se está celebrando en Glasgow no alumbra nuevos compromisos de descarbonización.
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