Ámsterdam frena la construcción de hoteles en el centro
El Ayuntamiento de la capital holandesa solo permitirá nuevas aperturas en zonas designadas donde aporten valor al barrio
Ámsterdam no tendrá nuevos hoteles en la mayor parte de la ciudad. Así lo ha decidido el Ayuntamiento, que quiere contener el turismo a base de impedir la construcción de nuevos alojamientos en ciertos lugares. En estos momentos, hay 533 hoteles con cerca de 40.000 habitaciones. La nueva norma, en vigor a partir de este lunes, señala los distritos del centro y oeste como lugares donde ya no se concederá permiso de obras bajo ninguna circunstancia.
La capital holandesa ya estaba dividida en zonas libres de nuevos hoteles, pero un vacío legal facultaba seguir adelante si un barrio era remodelado. Según cálculos de la Oficina Central de Estadística, entre 2015 y 2020 se abrieron 7.700 nuevas habitaciones hoteleras en la ciudad. Al cubrir la laguna jurídica, el Consistorio prevé vetar la apertura de cerca de 20.000 habitaciones que tenían cabida en sus límites.
A partir de ahora, un hotel de nueva factura en Ámsterdam deberá “suponer un valor añadido para un barrio que esté siendo renovado o ampliado”, explican portavoces municipales. Añaden que los nuevos proyectos deberán “involucrarse en desarrollo urbanístico y social del barrio y ser sostenibles”. Victor Everhardt, concejal de Economía y Finanzas, liberal de izquierda, lo ha resumido así: “Los nuevos hoteles [que incumplan la normativa] no aportan nada a los habitantes de Ámsterdam”.
Esta medida se asemeja a la que aprobó Barcelona en 2017 con un plan urbanístico que limita la apertura de nuevos hoteles, hostales, pensiones o albergues en la ciudad. Esta norma también divide la ciudad en zonas, en función de la oferta de hoteles que tienen: en el ámbito más céntrico contempla el decrecimiento (no permite abrir nuevos establecimientos aunque cierre uno abierto); en una segunda área permite abrir un hotel siempre que cierre otro; y el crecimiento está solo permitido en zonas periféricas de la ciudad o bien en áreas que se están urbanizando. Los nuevos establecimientos turísticos, con todo, nunca pueden sustituir edificios que hayan tenido uso como viviendas.
En Ámsterdam, los distritos afectados, centro y oeste de la ciudad, son los más populares para los turistas. Entre otros, incluyen el cinturón de los canales y el Barrio Rojo. La nueva regla municipal espera reducir las aglomeraciones, ruido y molestias causados por miles de visitantes, al igual que pretendía la norma impulsada por Ada Colau. En abril ya se abrió un registro municipal obligatorio para todos los que quieran alquilar un piso o apartamento a través de Airbnb en Ámsterdam. Aunque la inscripción es gratuita, ignorarla supone arriesgarse a una multa que oscila entre 8.700 euros y 21.750 euros. Debido a ello, el número de casas alquiladas de este modo bajó entre marzo y octubre de 16.648 a 2.924.
En 2020, la entonces concejala de Economía, Kasja Ollongren, admitió que no buscaba “un bloqueo hotelero completo porque la ciudad crece y es también un punto de encuentro para hacer negocios”. De todos modos, es posible que la cifra de turistas siga creciendo porque los municipios distribuidos alrededor de la capital —entre ellos, Zaandstad, Almere o Aalsmere— sí tienen la intención de abrir hoteles.
En sus planes hasta 2030, la oficina de turismo NBTC Holland Marketing está empeñada en repartir al visitante por otras regiones holandesas, y cifra en 20 millones las estancias de turistas extranjeros en el año previo a la pandemia. Esto es un crecimiento del 7% respecto al año anterior. Por su parte, la agencia de estudios de mercado Euromonitor indicaba en 2019 que Ámsterdam era la séptima capital europea más visitada —con 8,3 millones de visitantes— de una lista de 10: Londres estaba en cabeza, Barcelona en octavo lugar, y Viena en la décima plaza. A escala mundial Ámsterdam ocupaba el puesto 25 en la relación de ciudades turísticas.
Crecimiento sin control
En la ciudad condal, la moratoria hotelera fue una de las medidas estrella del primer mandato de la alcaldesa Ada Colau, que rechazaba el crecimiento “descontrolado” de la oferta de alojamientos en barrios muy presionados por el turismo. Cuatro años después el gobierno municipal defiende que el plan ha salvado a la ciudad del “colapso”. Tras numerosas demandas de hoteleros o promotores, la norma fue suspendida por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, aunque sigue vigente porque en enero de 2021 se aprobó una segunda versión del plan.
El balance presentado en enero de este año indica que desde 2017 han aumentado las nuevas camas en 2.400, lo que significa un crecimiento de un 1% anual, cuando antes de la regulación las plazas subían a un ritmo de un 20% anual. En Ciutat Vella, la almendra central de la ciudad, han desaparecido 940 camas por el cierre de hostales, pensiones y hoteles que la regulación no permite reemplazar.
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