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La AIE alerta del riesgo de más crisis en los mercados energéticos por falta de inversión

El organismo pide que se triplique el dinero destinado a proyectos verdes y niega que la transición de fósiles a renovables sea la responsable de la reciente subida de precios

Ignacio Fariza
Varios molinos de energía eólica en la península de Fosen (Noruega), en una imagen tomada en octubre de 2020.
Varios molinos de energía eólica en la península de Fosen (Noruega), en una imagen tomada en octubre de 2020.HEIKO JUNGE (AFP)

La oferta actual apenas alcanza para cubrir la ingente demanda energética del mundo y, de no despegar la inversión en los próximos años, el desequilibrio se agravará aún más. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ha alertado este miércoles de que la “insuficiente inversión está contribuyendo a la incertidumbre” en el sector y supone un “riesgo inminente de más turbulencias en los mercados energéticos mundiales”. En los últimos meses, el desequilibrio entre una oferta prácticamente estable y una demanda claramente al alza a rebufo de los desconfinamientos ha provocado un fuerte encarecimiento de la energía, lo que a su vez se traduce en más inflación y en un bache inesperado en la senda de la recuperación económica.

“No estamos invirtiendo lo suficiente para satisfacer las necesidades futuras de energía, y la incertidumbre está preparando el terreno para un periodo volátil”, ha enfatizado el director ejecutivo de la agencia, dependiente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, una suerte de think tank de los países ricos), en la presentación de su informe anual. “La forma de enfrentar este desajuste es clara: un gran impulso a la inversión en energías limpias. Pero debe ser rápido”. Según sus cifras, para alcanzar la meta de neutralidad de emisiones en 2050 hace falta que la inversión anual en renovables se triplique respecto a su nivel actual ya a lo largo de la presente década.

La AIE admite que el precio de los combustibles fósiles —que, pese a la transición en marcha, siguen aportando el 80% de la energía primaria que consume el mundo— se está viendo afectado por la falta de desembolsos en nuevos proyectos: tras los desplomes de precios en 2014 y 2015 y el año pasado, con la pandemia, pocos querían poner su dinero en una fuente energética condenada a desaparecer por el bien del planeta. Pero esa falta de inversión ha contribuido, también, a descompensar aún más la oferta y la demanda, presionando los precios al alza y desatando una fiebre global por el almacenamiento de crudo, gas y carbón. El primero ya cotiza por encima de los 80 dólares, máximos de más de tres años; y el segundo y el tercero cabalgan en máximos históricos.

Con todo, el organismo con sede en París insiste en que el destino prioritario de la inversión debe ser otro: las renovables y el ahorro energético. “Los desembolsos relacionados con la transición [energética] están aumentando gradualmente, pero siguen quedándose cortos respecto a lo requerido”, apunta. Su coste, además, es “menos oneroso de lo que parece”: de acuerdo con sus números, algo más del 40% de la reducción de polución requerida para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050 provendría de medidas que se amortizan solas, como la eficiencia energética, la lucha contra las fugas de gas natural o la instalación de placas solares o molinos de viento en lugares donde ya son las tecnologías más competitivas.

“Estas inversiones también crearían enormes oportunidades sociales y económicas”, enfatizan los especialistas de la AIE. En ese escenario, el mercado de turbinas eólicas, paneles solares, baterías de iones de litio, electrolizadores y celdas de combustible alcanzaría el billón de dólares al año de aquí a 2050, una cifra “comparable al tamaño del mercado petrolero actual”. Solo en el escenario de las promesas anunciadas hasta la fecha por los Gobiernos —que apenas permitirían recortar el 20% del volumen de emisiones que hace falta reducir para alcanzar el objetivo del cero neto a mediados de siglo—, en 2030 el sector de las energías limpias dará empleo a 13 millones de personas más, una cifra que se duplicaría si de verdad se logra la anhelada meta de 2050.

“Los beneficios sociales y económicos de acelerar las transiciones de energía limpia son enormes y los costes de la inacción son inmensos”, ha subrayado Birol. Pero no todo son buenas palabras de un futuro mejor: de no llegar las inversiones requeridas, lo que está por venir no tiene nada de prometedor. “Si el camino solo está pavimentado con buenas intenciones, será un viaje plagado de baches”, avisan los técnicos de la AIE.

“No es una crisis de la transición energética”

Birol ha aprovechado su comparecencia de este miércoles para salir al paso de quienes creen que el brutal encarecimiento de los combustibles fósiles en los últimos tiempos es producto de una transición demasiado rápida hacia las renovables, una crítica que se ha hecho mucho más recurrente en los últimos tiempos. “Algunos están pintando esto [las subidas de precios] como la crisis de la transición a las renovables. Están muy equivocados, se trata de una caracterización errónea”, ha remarcado. “Se está retratando al gas natural como confiable, complementario de la energía limpia, pero su volatilidad no es una buena noticia”. De ahí que, a su juicio, sea de vital importancia no solo no dar marcha atrás en la transición hacia las energías limpias sino redoblar la apuesta.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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