El agridulce ‘boom’ hotelero de Cádiz
La ciudad duplica sus plazas de alojamientos en cuatro años mientras el Ayuntamiento plantea fórmulas legales para “pinchar la burbuja de la especulación”
Moisés Camacho ama tanto su patria chica, Cádiz, que incluso preside una asociación para la defensa de su patrimonio y cultura, ADIP. Pero hace un año y medio que el historiador se cansó de encontrar solo pisos pequeños, caros y de exiguas calidades y se mudó a Sanlúcar de Barrameda, una localidad a 40 minutos en coche de la capital. Diásporas como las de Camacho no son nuevas en una ciudad que pierde población desde hace décadas, pero la suya ha coincidido con un boom hotelero inédito para los gaditanos.
Ni la pandemia ha frenado las nuevas promociones de hoteles y apartahoteles que proliferan por cada esquina. Ya son 21 en el último año, según datos de un Ayuntamiento que no consigue desatascar la aprobación de una normativa municipal para “pinchar la burbuja de la especulación” que el concejal de Urbanismo, Martín Vila, cree que pesa sobre Cádiz.
La ciudad ha duplicado su oferta de plazas en alojamientos en menos de cuatro años. Si en 2017 existían 573 establecimientos con capacidad para 5.277 personas, ahora son 1.789 negocios con 11.735 plazas, según datos aportados por la Delegación Territorial en Cádiz de la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía. El grueso del aumento está en las viviendas de fines turísticos (VFT), la figura legal bajo la que la Administración andaluza regula los alquileres vacacionales tipo Airbnb. De las 525 VFT que había hace cuatro años, la capital gaditana ha pasado a contar 1.724 pisos.
En el incremento le siguen los apartahoteles, que pasaron de los 15 establecimientos con capacidad para 372 visitantes, a los 26 negocios con 908 camas. En el mismo periodo, los hoteles pasaron de ser 33 con 2.586 plazas a los 39 con 2.828 unidades. Y en todo este incremento aún no figuran buena parte de las 21 licencias de obras en edificios del casco histórico y Extramuros —la zona de ensanche de la ciudad— expedidas en el último año para nuevas promociones hoteleras, según tiene cuantificado la Delegación de Urbanismo municipal.
El movimiento de obreros y grúas no se ha detenido en la ciudad ni con la incertidumbre que la pandemia instaló en el sector. En el Paseo Marítimo, el Grupo Q construye desde febrero de 2020 un hotel con 260 habitaciones. Barceló está a la espera de iniciar las obras sobre el vestíbulo de la estación de tren para sumar otras 180 habitaciones. Solo la cadena Hotusa —propietaria de Eurostars— ha comprado y reforma cuatro palacetes históricos de Cádiz para convertirlos en hoteles y apartahoteles de lujo, de los que ya ha abierto a reservas 106 unidades. Por la ciudad se suceden anuncios de inversiones similares. Para Stefan de Clerck, presidente de la Asociación Provincial de Hoteles de Cádiz, tanto movimiento es señal clara de que la capital “tiene un futuro turístico muy bueno con proyectos de calidad”.
Este auge hotelero hubiese sido un motivo de alegría durante el Bicentenario de las Cortes de Cádiz, en 2012, cuando citas de calado como la XXII Cumbre Iberoamericana pusieron de manifiesto la evidente falta de plazas. Sin embargo, la confluencia presente del boom de las viviendas de uso turístico con las nuevas inversiones colocan en una difícil encrucijada a una ciudad que cuenta con apenas 4,4 kilómetros cuadrados de superficie urbana colmatados desde hace décadas. Tampoco ayuda la progresiva y constante pérdida de población en la que está sumida la capital: si en 1981 había 157.766 vecinos censados, a enero de 2020 (último dato disponible) la cifra se había reducido a 115.439 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística.
Falta de suelo y de trabajo
“Llevamos 30 años en un descenso continuo de la población, que ha caído hasta un 25%. Los factores que han influido son la falta de suelo y de trabajo, el precio del alquiler e incluso la concepción sociológica de las condiciones de vivienda que buscas. Lo interesante es saber si ahora existe también una relación causa-efecto con el boom turístico”, razona el sociólogo Teodoro Clavijo. Camacho tiene claro que su marcha de Cádiz está provocada por la especulación de los precios y el alquiler turístico. “Todos mis amigos de cuando era pequeño viven fuera de Cádiz, salvo uno o dos”, tercia el historiador.
Vila también cree que la turistificación está detrás del agravamiento del problema residencial ya existente en Cádiz. “En los últimos cinco años, en la calle Sagasta los alquileres han subido un 180%, y en el barrio de Santa María han subido un 130%”, valora el concejal, en referencia a dos de los puntos donde los alojamientos turísticos más despuntan. El portal de alquiler Idealista estima que los arrendamientos en Cádiz han crecido en el último año un 5,8%. “Cuando la especulación no tiene límite, pasa lo que pasa, que los precios se disparan. Defendemos un modelo de ciudad en el que el derecho a vivir aquí no se vea perjudicado por un turismo sin control”, apunta el edil.
Atajar el problema
Pero el Consistorio, gobernado por la confluencia de izquierdas Adelante Cádiz, lleva ya un año atascado en una nueva regulación municipal por la que pretende acotar los usos turísticos en suelo residencial, por medio de una reforma del plan general de la ciudad. En julio de 2020, la oposición en pleno tumbó el proyecto que, en la práctica, conllevaba la paralización de nuevas licencias para hoteles o apartahoteles. Mientras, se redactaba una modificación del planeamiento urbano que planteará que solo los edificios de máximo grado de protección puedan acoger este tipo de establecimientos. “Son palacios que nunca han sido viviendas y su conversión en residencial encarecería el precio de compra. El problema ahora se está dando en zonas populares donde no paran de proliferar los proyectos de apartamentos turísticos y viviendas de fines turísticos”, añade el responsable de Urbanismo.
La intención de Vila es volver a llevar a pleno la iniciativa a final de este mes y, esta vez sí, contar con el apoyo del PSOE: “La ciudad necesita hoteles, pero sin la situación dramática que estamos viviendo”. El acuerdo no se presupone fácil, en vista del debate suscitado. De hecho, De Clerck cree que la solución al problema debe centrarse solo en las propiedades de alquiler vacacional: “La inversión hotelera no tiene que ver con la subida de los precios; las viviendas turísticas, sí. Hace falta una regulación más seria”. En medio, gaditanos como Camacho ven el futuro de su ciudad con preocupación: “Quizás antes no había casas para alquilar, pero al menos había gente en Cádiz. Ahora, las fincas están vacías a la espera de que venga el inversor. Se va a perder la identidad del centro. Ese es el futuro que va a haber en Cádiz, no me cabe duda”.
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