Industria movilizará 4.600 millones pero el sector pone en duda que sea suficiente
El Ministerio, que ultima el PERTE del vehículo eléctrico, inyectará 2.289 millones en ayudas europeas y el resto en créditos
El Gobierno destinará 4.600 millones a financiar proyectos estratégicos de la industria en los próximos tres años. La mitad serán fondos no reembolsables europeos, tal y como se recoge con una partida de 2.289 millones en el Plan de Recuperación y Resiliencia enviado a Bruselas. La otra mitad será financiación blanda gestionada con los Presupuestos. Diversos sectores temen que estas cifras se queden cortas, pero el Ministerio de Industria señala que pueden buscarse más recursos y que, en todo caso, a estas cantidades se sumarán otras.
En la documentación enviada a Europa se recogen, por ejemplo, otras partidas con un elevado componente industrial: 850 millones para residuos y economía circular; 1.555 millones para el plan del hidrógeno verde que tiene aplicaciones industriales; 160 millones para el sector aeroespacial; 40 millones para I+D en la automoción sostenible; 480 millones que en parte irán a proyectos tractores de digitalización sectorial, o 400 millones para espacios de datos sectoriales.
Es decir, en general se irán añadiendo fondos de la UE de otros ministerios por conceptos como digitalización, ciencia e innovación o medidas de transición energética. No obstante, algunas patronales han hecho llegar sus dudas al Gobierno sobre si los 2.289 millones serán suficientes para saciar todos los proyectos y están presionando para que el Ejecutivo aumente la partida de industria, que apenas representa un 3% de las ayudas directas que España recibirá de la UE. Máxime cuando el sector industrial supone un 11% del PIB y se considera que es creador de empleo estable, capea mejor las crisis, exporta más y tiene un claro efecto tractor en la I+D. Además, durante la pandemia se ha hecho evidente que algunas industrias son esenciales para no quedarse sin suministros.
De momento, solo hay anunciado oficialmente un Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE). Este es el que fomentará la reconversión de la industria del automóvil hacia el vehículo eléctrico. Por ahora en este capítulo se prevé la remodelación de las factorías de Seat en Barcelona y Volkswagen en Pamplona. Y también se quiere incluir a la industria auxiliar y la puesta en marcha, siempre que el Grupo Volkswagen apueste finalmente por España, de una fábrica de celdas de baterías para coches.
La inversión total de este primer PERTE, que se anticipa como el más ambicioso, puede situarse por encima de los 6.000 millones de euros. Si así fuera, y teniendo en cuenta que el marco europeo de ayudas del Estado fija una limitación de en torno a un euro por cada cuatro de inversión, solo ese proyecto podría acabar captando alrededor de 1.200 millones, lo que restringiría todavía más los recursos disponibles para otros proyectos estratégicos e industriales. En este caso del coche eléctrico, como incluye elementos de digitalización y de transición verde, se espera que parte de los recursos europeos que entren lleguen también desde otros ministerios, como el de Transición Energética.
Aun así, el Ministerio de Industria se muestra confiado en que no habrá problemas por el hecho de que los fondos previstos se queden cortos. “Ojalá sea ese el problema, se buscará cómo financiarlo”, señala un alto cargo del departamento que dirige Reyes Maroto. El decreto que regula los fondos europeos permite ir reorientando partidas conforme se vaya avanzando en su ejecución y se vea cuáles son las necesidades. Así que el ministerio no cierra la puerta a movilizar recursos desde otros ámbitos que queden inutilizados si realmente la industria tiene proyectos que desarrollar en el próximo trienio. Y en cualquier caso se recuerda cuál era el punto de partida: “En 2018 no había ni un euro en subvenciones en el Presupuesto”, dice una fuente ministerial.
Industria ya ha realizado una importante purga de iniciativas. El 20 de enero cerró una consulta para que las empresas manifestasen su interés enviando proyectos de transición industrial. Inicialmente se recibieron 718 propuestas que fueron reducidas a 462 tras un primer cribado porque no cumplían con las características exigidas en las bases de la consulta. Ese medio millar de proyectos comportaban unos 143.000 millones de euros en inversión asociada. A continuación, se realizó una nueva selección con criterios extraídos de experiencias de convocatorias pasadas. Y el total ha sido rebajado a solo 139 con una inversión que alcanzaría los 30.000 millones de euros.
Recorte de iniciativas
Una vez aplicadas las intensidades máximas que permite el marco europeo de ayudas de Estado, de esos 30.000 millones el Estado solo podría poner 11.922 millones, según reconoce el ministerio en los papeles remitidos a Bruselas. Sin embargo, Industria no aportará esos 11.922 millones, sino una cifra bastante menor: 2.289 millones, que se adjudicarán entre esos proyectos en un proceso de concurrencia competitiva, indica el ministerio en el plan de recuperación. Es decir, solo se entregará el 19% de lo que se podría haber llegado a dar. “La manifestación de interés no significa nada de por sí, tan solo es una información que sirve al ministerio de orientación para ver qué proyectos interesantes hay y por dónde tirar”, explica una fuente gubernamental.
Las altas expectativas puestas en estos fondos podrían no cumplirse. No está claro qué sucederá con iniciativas importantes que no están incluidas en los proyectos estratégicos bautizados como PERTE. El Gobierno tiene perfilados hasta ahora siete: además del de la automoción, plantea lanzar uno de electrónica, centrado en el diseño de chips (con su base en el Barcelona Supercomputing Center); otro basado en la economía circular y el reciclaje de baterías; un cuarto para la industria de las energías renovables; y otros para agroalimentación, salud y aeronáutica.
Y los PERTE también podrían extenderse a áreas como el papel, el sector naval o la descarbonización de la siderurgia, avanzan fuentes gubernamentales. Pueden quedarse al margen ramas como el textil, el calzado, la química, el ferrocarril o la cerámica. De ahí que algunos sectores estén presionando para elevar la cifra y que los incluyan en un proyecto estratégico, según confirman fuentes empresariales.
La principal duda es qué pasará con los que no entran en un PERTE y para los que no suele ser suficiente el modelo de subvención habitual en España, señalan. Y piden esquemas de ayudas plurianuales. También las autonomías reclaman que se tengan en cuenta los sectores estratégicos de sus regiones. El Gobierno recuerda, no obstante, que habrá otros fondos y convocatorias de los que podrán beneficiarse la industria.
A la búsqueda de un proyecto transfronterizo
Los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) son aquellos “con gran capacidad de arrastre para el crecimiento económico, el empleo y la competitividad”, según recoge el real decreto-ley que regula los fondos europeos y que crea esta figura. El PERTE es una autopista administrativa que permite agilizar procesos; debe contar con financiación privada, que se estima en el rango de unos cuatro euros privados por cada uno público, y se puede articular mediante contratos, subvenciones, consorcios o agrupaciones. Entre los criterios que se valoran para declarar uno, están, por ejemplo, que debe contribuir al crecimiento, remediar importantes deficiencias de mercado y tener un elevado carácter innovador o aportar un considerable valor añadido. Pueden ser una acción o un conjunto de ellas.
La Unión Europea, deseosa de la colaboración entre sus Estados miembros, pretende dar mayor salida a proyectos transfronterizos, denominados IPCEI. Industria todavía no tiene ninguno vinculado a estas iniciativas, pese a que, por ejemplo, podría casar bien el objetivo de fabricar pilas de batería en España con el de otros proyectos europeos. El que más posibilidades tiene de confluir en un IPCEI es el PERTE para diseñar microchips europeos desde Barcelona, en el que están embarcados el Barcelona Supercomputing Center y Ametic.
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