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Bruselas restringe las inversiones que podrán computarse como verdes

La Comisión Europea se decanta por aparcar a finales de año el debate sobre el papel que deben jugar el gas y la energía nuclear para alcanzar los objetivos climáticos

Energias renovables España
Molinos de viento en el municipio de Lubián, en Zamora.Luis Sevillano
Lluís Pellicer

Bruselas endurecerá los criterios que determinen las actividades que podrán considerarse “medioambientalmente sostenibles” para evitar que se computen como verdes inversiones lesivas para el entorno. La Comisión Europea espera lanzar esa clasificación mañana para que, según un borrador al que ha accedido EL PAÍS, las grandes empresas y las que coticen en Bolsa revelen toda su información sobre sostenibilidad. El objetivo es crear una etiqueta que fije con claridad qué es un bono verde y qué no. El borrador deja para más adelante el papel que deben jugar el gas natural y la energía nuclear.

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Las instituciones comunitarias prevén una explosión de las inversiones verdes en los próximos años. El apetito de los grandes inversores por ese tipo de bonos crece a la par que la Comisión Europea amplía los mercados con obligaciones que llevarán esa etiqueta. Según reveló hace apenas una semana, el 30% de los 800.000 millones de euros que pedirá a los mercados para el fondo europeo de reconstrucción tendrá esa calificación.

Ese bum deberá ir escalando a medida que Europa vaya desplegando todas las tecnologías necesarias para prescindir de los combustibles fósiles en 2050, como ya han pactado los Veintisiete. Por ello, la Comisión quiere lanzar esa clasificación, conocida como taxonomía sobre finanzas sostenibles. “La taxonomía de la UE está diseñada para el propósito específico de ofrecer un sistema de clasificación y mejorar la transparencia”, apunta el borrador.

Las orientaciones de la Comisión provocan, sin embargo, un intenso debate en el seno de la UE. Bruselas no quiere que se consideren como verdes inversiones que no lo son, pero algunos países temen que los criterios finales sean muy estrictos y algunas actividades o energías queden fuera del radar del capital, dificultando su desarrollo económico en el periodo que lleve hasta una economía sin emisiones de dióxido de carbono.

Los países del Este pujan por que el gas natural no quede fuera de la clasificación, al menos como vía temporal para alcanzar los objetivos a largo plazo. La Comisión ha recibido una carta de 80 diputados reclamándole que reconociera esa tecnología. Francia, por su parte, quiere que la energía nuclear esté dentro de ese paquete. Sin embargo, ONG y grupos como Los Verdes piden a la Comisión que no ceda. En el borrador, por ahora, Bruselas decide dejarlo para más adelante. Es más, le pasa la pelota al Parlamento Europeo y a los Estados miembros.

Proceso de descarbonización de la economía

El Ejecutivo comunitario sostiene en el documento que en el último trimestre de 2024 presentará una propuesta sobre cómo deben “contribuir a la descarbonización” de la Unión Europea. “Eso aportará claridad al debate”, añade el borrador, que apunta que esos trabajos permitirán un “debate transparente por parte de los colegisladores en la contribución del gas natural y las tecnologías nucleares a los objetivos de descarbonización, respetando el derecho de los países miembros a determinar su mix energético de una forma apropiada”.

La Comisión quiere que las empresas presenten de forma sistemática su información sobre sostenibilidad para que pueda ser examinada por analistas financieros, compañías de seguros, gestoras de carteras, agencias de rating, inversores y ONG. Bruselas, que quiere sacar pecho como potencia reguladora, está convencida de que esa información tendrá más valor a medida que los mercados se interesen más por esos bonos.

Sin embargo, el borrador de la comunicación insiste en que esa etiqueta quiere dar a los inversores “incentivos” para financiar proyectos que contribuyan a la transición ecológica que ha emprendido la UE y que en ningún caso pretende bloquear actividades que no cumplan esos criterios. La Comisión planea sacar también una lista de actividades y criterios dentro de los cuales las actividades pueden llevar la etiqueta de verdes. Sin embargo, el Ejecutivo comunitario advierte de que estos pueden ser “dinámicos” y que “estarán sujetos a una revisión regular”, lo cual abre la puerta a incluir tecnologías y energías que puedan usarse de forma temporal para ir cumpliendo hitos hasta el objetivo de 2050.


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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Economía de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera. Ha sido corresponsal en Bruselas entre 2018 y 2021 y redactor de Economía en Barcelona, donde cubrió la crisis inmobiliaria de 2008. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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