‘Apps’ educativas para rediseñar la educación del futuro
La tecnología educativa, o ‘EdTech’, crece significativamente durante la pandemia y acelera la transformación digital de los centros educativos en todo el mundo
La nueva realidad social que ha traído la pandemia ha afectado a todos los ámbitos de nuestra vida, cambiando la forma en que nos comunicamos, cómo nos relacionamos y, por supuesto, la manera en que enseñamos y aprendemos, ya sea dentro o fuera del aula. Escuelas y universidades regresan a una actividad que aspira a mantener una cierta normalidad, y lo hacen girando hacia un modelo digital que pueda dar respuesta a las cambiantes necesidades de los docentes, los alumnos y sus familias. Un contexto en plena transformación en el que destacan soluciones como Google Classroom, recursos audiovisuales como Zoom o YouTube y numerosas aplicaciones educativas, cuyo uso, a nivel global, creció un 105 % solo durante el pasado mes de marzo.
A juzgar por los números, el desarrollo de las tecnologías educativas (o EdTech) será clave en los próximos años, ya que apenas el 2 % de la educación global está hoy digitalizada. Un mercado que en España es aún muy joven y que AEFOL, la empresa que organiza cada año Expoelearning junto a IFEMA, cifra en torno a los 1.000 millones de euros. A nivel global, tiene un valor de algo más de 65.000 millones de euros, y se cree que, para 2027, puede superar los 243.000, según un reciente estudio de Grand View Research. Statista, por su parte, considera que solo el gasto en realidad virtual y aumentada aplicada a la educación pasará de unos 1.400 millones de euros en 2018 a 11.000 millones en 2025.
“La educación se está transformando, y cobran protagonismo metodologías activas como la clase invertida, el aprendizaje basado en proyectos o el aprendizaje cooperativo, así como el desarrollo de habilidades blandas como el trabajo en equipo, la resolución creativa de problemas o el liderazgo”, explica Gonzalo Romero, responsable de Google for Education España. Un objetivo a corto, medio y largo plazo que exige la participación de familias, escuelas, administraciones y compañías tecnológicas, de manera que se cuente no solo con los recursos materiales necesarios, sino también con los humanos, para saber cómo utilizarlos. “Las facultades de Pedagogía deben incorporar en sus planes de estudio tanto el EdTech como el e-learning, y los graduados deberían realizar un máster práctico en empresas y centros educativos para conocer y aplicar estas tecnologías, indispensables para crear una sociedad competitiva y tecnológica, a la vez que más humana, porque no son aspectos incompatibles”, sostiene José Lozano, CEO de AEFOL.
Lo que está claro es que la pandemia de coronavirus ha acelerado la transformación digital de los centros educativos porque, aunque la tecnología ya existía, muchos centros no la habían todavía incorporado a su proyecto pedagógico, esgrime Javier Arroyo, cofundador de Smartick, una app española para el aprendizaje de matemáticas. “Creo que la incorporación de metodologías online sigue siendo la asignatura pendiente de los colegios. Lo que es un error, y es algo que se ha repetido hasta ahora, es replicar lo que haces presencialmente en un entorno digital”. Esa adaptación, tan necesaria como desigual en los meses de confinamiento, exige a su vez un cambio de rol por parte de los docentes, que han de pasar de ser meros transmisores de conocimiento a convertirse en facilitadores o gestores del aula, “que puedan dar una clase de grupo pero que luego lleven a cabo un entrenamiento superpersonalizado, algo que solo es posible con tecnología. Y que esas herramientas les den una información de mucho valor añadido, donde vean exactamente cómo va avanzando cada alumno, y qué es lo que sabe o no sabe”.
Beneficios de los contenidos digitales
Se trata, en cualquier caso, de tecnologías que vienen a complementar la labor del docente en el aula, de manera que mejoren el proceso de aprendizaje. “Sirven para optimizar su trabajo con recursos que enriquecen los contenidos y dinamizan el aprendizaje; no convierten a los alumnos en máquinas de aprender, sino que multiplican su potencial de formarse y crecer tanto en el plano académico como en el personal”, afirma David Murillo, director de producto de Telecoming. Entre sus beneficios, los expertos citan la capacidad de retener la información y una mayor motivación para el aprendizaje, lo que contribuye a reducir las tasas de abandono escolar temprano y al desarrollo de habilidades no cognitivas “como pueden ser el sentido de la responsabilidad, el desempeño, el pensamiento crítico, la colaboración, la sana competitividad, la creatividad o incluso la puntualidad”, de acuerdo con un estudio de la Fundación Junior Achievement España.
Un contexto que, de la mano de la tecnología, sirve también para transformar el tiempo de ocio en tiempo de aprendizaje, dentro de lo que se conoce como edutainment, y que se traduce en aplicaciones para móvil o tableta que sirvan para divertirse o entretenerse sin renunciar al aprendizaje, independientemente de la edad del usuario. No en vano los estímulos audiovisuales contribuyen a mejorar la memoria y la retención de la información. Según Telefónica, el 54 % de los usuarios de Internet en España ven vídeos educativos, y una encuesta de GP Strategies arroja que el 81 % de las personas colocan a los vídeos entre las tecnologías de aprendizaje más útiles.
Las aplicaciones educativas más populares
Las circunstancias tan especiales que envuelven este 2020 han hecho que, solo en el primer trimestre de 2020, Apple Store tuviera 470 millones de descargas de aplicaciones educativas, frente a los 466 de Google Play; en ambos casos, las cifras más altas en el histórico de descargas de ambas plataformas. Un futuro lleno de oportunidades para los profesionales especializados en el desarrollo de contenidos digitales y los perfiles de usabilidad (UX/UI), ya que la de los niños es muy diferente a la de los adultos: botones más grandes, colores brillantes... Aspectos importantes para que se interactúe de forma correcta. Sin olvidar, por supuesto, la ciberseguridad, para que los menores naveguen en un entorno 100 % seguro.
En general, la utilización de las aplicaciones educativas en España ha aumentado un 25 % con respecto a septiembre de 2019, y se prevé que el nuevo curso escolar registre también un aumento significativo, según datos de Qustodio, plataforma de seguridad y bienestar digital para las familias que ha analizado también cuáles son las apps educativas más usadas en estos momentos por los menores españoles. Un top 10 encabezado por Smartick, cuyo método para aprender matemáticas con 15 minutos diarios ofrece, gracias a la inteligencia artificial, un plan de estudios personalizado que identifica en cada momento las áreas de mejora para cada alumno. Y no solo eso. “Para nosotros, saber matemáticas es mucho más que el cálculo; es saber resolver problemas. Y por eso, le damos mucha importancia a la lógica y el razonamiento”, cuenta Arroyo.
- Smartick. Ofrece un método gamificado para aumentar la motivación de los menores (de 4 a 14 años), que van acumulando estrellas que les permiten luego acceder a un mundo virtual donde pueden jugar y personalizar su propio avatar.
- Duolingo. Permite aprender más de 20 idiomas y personalizar las lecciones, y en su versión para escuelas, los profesores pueden hacer un seguimiento del progreso de cada alumno.
- Google Classroom. Ayuda a organizar las tareas e incrementar el aprovechamiento de las clases. En mayo ocupaba el primer puesto del ranking en España y, con el inicio de las clases, es fácil que vuelva a ocuparlo.
- Photomath. Una herramiento que permite leer y resolver problemas matemáticos de forma inmediata utilizando la cámara del móvil.
- Bible app for kids. Ofrece la posibilidad de conocer y entender la biblia, y está disponible en más de 60 idiomas.
- Kahoot! es una plataforma gratuita para crear cuestionarios que los estudiantes contestan usando sus propios dispositivos móviles, con un formato de concurso que fomenta la competitividad entre los alumnos.
- U-Dictionary. Diccionario en línea en una docena de idiomas.
- Khan Academy. Un sistema de educación personalizado y gratuito y que permite a los docentes hacer un seguimiento del progreso de sus clases en las diferentes materias.
- Wordreference. Diccionario online que permite traducir en varios idiomas, con acceso a un foro de discusión en el que los propios usuarios formulan y responden dudas.
- BinkLearning. Plataforma digital que permite a las editoriales adaptar su contenido y libros para que los alumnos puedan acceder a ellos por Internet. También permite a los profesores poder gestionar sus clases.
La seguridad en Internet, fundamental
No se trata de amenazas nuevas, pero sí de un aumento en las probabilidades de que algo malo pueda sucederles a nuestros hijos por Internet. Es una simple regla matemática: a mayor uso (y lo hay, claramente), mayor riesgo, porque ahora la familia pasa mucho más tiempo en casa y hay, por lo general, más dispositivos, tanto de entretenimiento como de productividad. “Hemos visto que los niños han pasado jornadas laborales completas conectados a Internet, hasta 10 o 12 horas diarias; y eso se ha quedado ahí. Eso significa que hay una mayor probabilidad de que caigan en problemas como adicciones, descontrol de prioridades, bullying, fraude, actuaciones ilegales...”, explica Eduardo Cruz, CEO de Qustodio. Hace unos meses, Google lanzó, en colaboración con la Policía Nacional, el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) y la FAD el proyecto Sé Genial en Internet, para ayudar a familias y educadores a fomentar en los niños y adolescentes buenos hábitos para que puedan manejarse de manera segura en el entorno digital.
La mejor manera de proteger a los menores, sin embargo, no es nueva: la implicación de los padres y las madres. “Si todos estamos en nuestra pantalla, de manera unitaria y aislada, y no compartimos ni disfrutamos de alguna de esas cosas en familia, estamos creando mundos paralelos, sin que tú te enteres de lo que me pasa a mí o con lo que yo disfruto”, argumenta Cruz. “Es necesario que haya momento de conciliación, ya sea viendo un contenido juntos, charlando de lo que hemos descubierto o visto en Internet, o interesándonos por las experiencias e interacciones que tienen nuestros hijos”. De igual manera que en el mundo físico no les dejaríamos hacer muchas cosas, como salir a la calle y no volver en ocho horas, tampoco conviene hacerlo en Internet.
Para Cruz, lo primero que tiene que haber es higiene y salud digital, un equilibrio: “Si tomo helado a todas horas, tarde o temprano me va a pasar algo. Pues con esto es lo mismo: mi dieta digital ha de ser saludable, no basada exclusivamente en horas y horas de juego, por ejemplo. Hay cosas que se pueden hacer y cosas que no; tampoco le damos click a todo ni descargamos todo”. Y, en segundo lugar, es imprescindible asegurarse de que las relaciones que establezcan online estén gestionadas de una manera inteligente, porque lo que se hace en el mundo digital puede perdurar para siempre. “Si lo que define quién soy mañana son las relaciones que yo llevo hacia adelante, y no lo hago de manera correcta, puedo encontrarme con que, dentro de 10 años, muchos de esos niños que hoy están en casa, y que a lo mejor van a pasar en casa los próximos tres años, tengan un vacío temporal de madurez en sus relaciones que les pasará factura”.
A través de Qustodio, las familias pueden tener un sentido de cómo y para qué se usa Internet en su hogar, así como gestionar el tiempo que le dedican a cada cosa. “Los niños muy pequeños, por ejemplo, no necesitan que todo Internet esté disponible en su dispositivo, porque con un año ya están usando contenido de YouTube Kids, por ejemplo, o de Blippi, en el mundo anglosajón. Y, si el día de mañana sucede lo que no tiene que suceder, yo puedo saber qué ha pasado durante los últimos días y dónde ha estado este niño, o dónde estaba físicamente en el momento que desapareció”.
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