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Ghosn culpa de su “pesadilla” a un complot de Nissan para acabar con él

El magnate achaca su destitución a un intento de la empresa japonesa de torpedear su integración con Renault

Carlos Ghosn (en el centro), expresidente de Nissan-Renault, antes de comenzar este miércoles su rueda de prensa en Beirut. En vídeo, declaraciones de Ghosn.Vídeo: AFP | REUTERS
Natalia Sancha

Carlos Ghosn, defenestrado presidente de Nissan, fue recibido este miércoles con enorme expectación en su primera comparecencia desde que en noviembre de 2018 fuera detenido en Japón acusado de fraude fiscal. El magnate aterrizó el 30 de diciembre en Beirut tras protagonizar una rocambolesca fuga. “Por primera vez en 14 meses puedo defenderme y hablar libremente”, dijo tras admitir que huir había sido la “decisión más difícil” de su vida. Acompañado de guardaespaldas, el empresario dijo ser rehén de Japón, un país al que dedicó 17 años, y víctima de una campaña de desprestigio por parte de Nissan, la empresa que él salvó.

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Dueño de tres pasaportes, francés, libanés y brasileño, Ghosn alternó varios idiomas para dirigirse al centenar de medios acreditados. En una comparecencia larguísima, dos horas y media, y que llenó de gestos con los que recalcaba su condición de víctima, agradeció en árabe la hospitalidad de ciudadanos y autoridades libanesas.

Sobre por qué huyó a Beirut y no a París o Brasilia fue breve. “Mera logística”, respondió. Rehusó dar detalles sobre la fuga que ha llenado páginas y páginas de periódicos “por respeto a las autoridades libanesas” y para evitarles cualquier perjuicio. Visiblemente dolido, admitió que esperaba “más apoyo” del Gobierno brasileño y “nada” del francés. Al igual que Francia, Líbano no dispone de ley de extradición para sus ciudadanos, por lo que Ghosn puede estar tranquilo y saber que no será entregado a la justicia nipona.

El embajador de Japón en Líbano se reunió el martes con el presidente libanés, Michel Aoun, para solicitar “mayor cooperación” con el objetivo de evitar “repercusiones negativas” en las relaciones entre ambos países. Además de tener a Líbano al borde de una crisis diplomática y con una alerta roja de Interpol, que la mayoría de Estados interpretan como una orden de detención, su fuga ha levantado gran revuelo en muchos países. En Japón ha puesto en evidencia a los servicios de seguridad. Y en Turquía, país donde hizo escala, cinco sospechosos de haberle ayudado en la carrera hacia la libertad han sido encarcelados.

“Si Ghosn tiene algo que decir, espero que haga todos los esfuerzos para defenderse ante la justicia japonesa, que es imparcial”, respondió tras su comparecencia la ministra de Justicia japonesa, Masako Mori. Ghosn recurrió al inglés para defender su inocencia como si frente a un jurado estuviera. Visiblemente ansioso, se alargó en los pormenores del caso. Durante la comparecencia proyectó varios documentos recabados por su defensa, pensados para probar, según Ghosn, las “falsas acusaciones orquestadas por Nissan y varios individuos”. El objetivo, según su versión, sería impedir una mayor integración entre la empresa japonesa y Renault. Fechó la confabulación contra él en 2017, cuando Nissan empezó a registrar una caída en los beneficios.

Ghosn se definió a sí mismo como el hombre que salvó una empresa moribunda para dejarla con 20.000 millones de dólares (18.000 millones de euros) en beneficios antes de centrarse en su nueva tarea en Renault. Cuando EL PAÍS le preguntó si piensa usar esos documentos para demandar a la justicia japonesa o a Nissan, Ghosn respondió que no renuncia a sus derechos ni en Japón ni en Francia. Aseveró además que no ha dimitido de su cargo en Renault.

No teme a la justicia, repitió. “Tan solo quiero restaurar mi reputación”, dijo. Pero quiere hacerlo en un país que le dé garantías de un juicio justo. Algo que, según argumenta, no tendrá en Japón, según le aseguraron el medio centenar de abogados que le defienden. “Su caso se llevará desde Beirut”, aseguró a este periódico el abogado libanés Carlos Abu Yaoude, miembro de su defensa. Si bien el prófugo rehusó aportar o confirmar detalles sobre su huida de Japón a Beirut pasando por Turquía, Yaoude dijo que entró en el país como cualquier otro ciudadano libanés: “Lo hizo por el control policial del aeropuerto, con su pasaporte francés y su carnet de identidad libanés”. Y agregó que las autoridades libanesas no tenían constancia de su llegada.

Acusado de fraude

El empresario fue detenido por primera vez el 19 de noviembre de 2018, acusado de fraude fiscal, por el que pasó 138 días en prisión provisional. Ghosn estaba acusado de desviar fondos de la compañía para fines personales, así como de ocultar durante años parte de su salario para eludir impuestos. Por medio de este entramado, el empresario brasileño se habría embolsado presuntamente hasta 9.200 millones de yenes, más de 70 millones de euros.

Ghosn se verá este jueves con el fiscal general libanés, Ghasan Yueidad, para ser interrogado por la alerta de Interpol y por una acusación lanzada por varios abogados libaneses acerca de un viaje que el antes todopoderoso hombre del sector del automóvil realizó en 2008 a Israel, algo prohibido para ciudadanos libaneses por estar los dos países en guerra. Lo hará en el 85º día de las protestas populares anticorrupción que sacuden el país y exigen la caída en bloque de una clase política a la que acusan de corrupta y de haber saqueado las arcas del país. Ghosn, sin embargo, no se ve como parte del establishment, sino como una víctima. “¿Por qué Japón me está pagando con algo tan malo todo lo bueno que he hecho por el país?”, se preguntó.

"O morir en Japón o salir"

Carlos Ghosn alabó “el coraje” que, según su discurso, ha demostrado su mujer, Carole, presente en la sala donde compareció. Sus palabras de reconocimiento provocaron un estallido de aplausos en las primeras filas, ocupadas por amigos y familiares.

El empresario aseguró que en los últimos nueve meses tan solo le permitieron verla dos horas y en presencia de un abogado. “Si hubiera tenido la certeza de que me esperaba un juicio justo y que mi mujer podría vivir conmigo, jamás me hubiera ido de Japón”, reiteró dirigiéndose a los medios japoneses presentes en la rueda de prensa en Beirut. “Mis opciones eran morir en Japón o salir de allí”, ha zanjado.

“Sus derechos fueron vulnerados”, aseguró a este diario el abogado francés François Zimeray, experto en Derechos Humanos y miembro de la defensa. “Incluso un terrorista en Francia tiene más derechos de los que ha tenido mi cliente en Japón”, añadió. Según el testimonio de Ghosn, pasó 138 días en una celda confinado en solitario, con 30 minutos diarios de acceso al exterior, dos duchas semanales e interrogatorios de hasta ocho horas por jornada.

Antes de responder a las preguntas, el expresidente de Nissan se fundió en un abrazo con su mujer. Conforme se relajó, incluso bromeó con los reporteros: “El juez se sorprendió de que quisiera ver a mi mujer. ¡Será que para muchos es un castigo!”. Los fiscales de Tokio emitieron el martes una orden de arresto contra su esposa Carole por presunto perjurio.

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