El BCE baraja levantar hoy el veto a la entrega de dividendos de la banca
El organismo supervisor permitirá a las entidades mejor situadas que repartan hasta el 15% de su beneficio, según Reuters
El veto a la entrega de dividendos por parte de la banca europea puede tener los días contados. Pero con duras condiciones. El Banco Central Europeo (BCE) baraja levantarlo en su reunión de hoy, tras nueve meses de prohibición para evitar que las entidades financieras quedaran descapitalizadas en plena pandemia. Según adelantó Bloomberg, la posibilidad de volver a repartir beneficios no será generalizada ni en las mismas condiciones que antes del virus: solo podrán distribuirlos los bancos que demuestren ser lo suficientemente sólidos, y la distribución podría quedar limitada, según dos fuentes anónimas citadas por la agencia Reuters, al 15% de las ganancias, muy por debajo del umbral habitual.
La banca lleva tiempo presionando para que el regulador les permita dar ese paso. Alegan que sin esos fondos fluyendo hacia los inversores, sus acciones han perdido atractivo y se han resentido en un entorno ya de por sí adverso. Los números apuntan en esa dirección: pese a que han acompañado el potente rebote en las Bolsas conforme las farmacéuticas anunciaban altos porcentajes de efectividad de la vacuna, el índice Euro Stoxx de las principales entidades europeas todavía pierde más del 20% en lo que va de año.
Bancos como el Santander y el BBVA insisten en que cuentan con un colchón de capital suficiente para premiar al accionista por medio de dividendos o recompras de acciones sin que eso suponga quedar expuestos a las potenciales réplicas de la crisis una vez se retiren los estímulos públicos y aumenten las quiebras de empresas no rentables o insolventes, con el aumento de la morosidad como el riesgo más temido por los supervisores. Con el dividendo retenido, la banca europea contará con unos 30.000 millones de euros de recursos adicionales para que no se seque el crédito y seguir absorbiendo pérdidas.
El Banco de Inglaterra ya marcó el camino al regreso de los dividendos la semana pasada, cuando anunció que permitiría la entrega de hasta un 25% del beneficio, recompras de títulos y la vuelta de los bonus a los directivos, aunque recomendó al sector que fuera prudente ante la alta incertidumbre y evitara premiar a sus altos directivos con retribuciones excesivamente elevadas.
Todavía no están claros los criterios que empleará el BCE para estudiar qué entidades pueden volver a pagar dividendos, pero la decisión puede aupar en los mercados a las mejor capitalizadas y dejar a un lado a aquellas cuyas cuentas despiertan más dudas en caso de escenario adverso. El comienzo del fin del conflicto entre la importancia de mantener unas ratios de capital elevadas para afrontar turbulencias y la depresión de las cotizaciones que conlleva la restricción a los dividendos, podría dar un nuevo impulso bursátil a los valores con capacidad de retribuir al accionista.
La suma, en cualquier caso, será muy inferior a la de otros ejercicios. El aumento de los deterioros y las provisiones por el coronavirus, la política de bajos tipos de interés del BCE, el proceso de digitalización y la creciente competencia de nuevos actores tecnológicos han reducido la rentabilidad y amplificado la tendencia al cierre de oficinas —la mitad en los últimos 12 años—, los despidos de trabajadores —el Santander pactó la semana pasada con los sindicatos despedir a 3.572 empleados y reubicar a otros 1.500— y las fusiones para ganar tamaño y ser menos vulnerables —CaixaBank/Bankia o Liberbank/Unicaja—.
Entidades como el Santander llevan meses anticipando el fin del veto por parte del BCE, aunque con condiciones autoimpuestas. El grupo se comprometió a que solo repartirá beneficios si su ratio de capital de máxima calidad se mantiene en los parámetros adecuados.
La memoria de la Gran Recesión, cuando la crisis financiera obligó a tirar de rescates públicos para salvar el sistema de un círculo vicioso sin salida, sigue pesando como una losa. Pero en el sector insisten en que ahora el sistema financiero está más capitalizado y más sano en términos generales, lo que le está permitiendo ser parte de la solución y no del problema al facilitar liquidez a las empresas para sobrevivir.
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