El laboratorio se sienta a la mesa
Biotech Foods desarrolla un producto cárnico sin sacrificio animal que reduce la huella medioambiental
En los últimos años las alternativas a la carne han ganado espacio en los lineales de los supermercados. La concienciación medioambiental y la preocupación por el bienestar animal hacen que la demanda crezca y surjan nuevas opciones. En un futuro no muy lejano, la carne cultivada, que no implica la muerte del ejemplar y tiene menor coste ecológico que la ganadería intensiva, podrá ser una de ellas. En su desarrollo trabaja Biotech Foods, una compañía fundada por Mercedes Vila, doctora en Física de Materiales, e Íñigo Charola, máster en Administración de Empresas.
“Ella es científica y había trabajado en ingeniería de tejidos aplicada a la medicina regenerativa en el ámbito de la universidad”, dice Charola, que también es director ejecutivo de la compañía. Con el conocimiento del mundo científico de ella, el conocimiento de la industria de él y la experiencia de ambos, tras hacer un análisis de viabilidad y un periodo de estudio previo, se lanzaron a poner su idea en marcha hace tres años.
Biotech Foods se basa en la biotecnología usada originalmente para la investigación médica y trasplante de órganos y la utiliza para producir proteína cárnica alternativa a la que proviene de la ganadería industrializada. “De manera que seamos capaces de limitar el impacto, fundamentalmente, en términos medioambientales, de bienestar animal y de seguridad alimentaria”, comenta Charola.
Extraen células del animal a través de una biopsia y crean cultivos con ellas en el laboratorio. Ellos se centran en la parte del tejido muscular, que es “donde reside la proteína”, afirma el director ejecutivo. La materia que resulta del proceso se usa como ingrediente en la elaboración de productos cárnicos. El formato, al menos por ahora, se acerca más a una hamburguesa o al embutido que a una chuleta. “En el futuro, a medida que vaya evolucionando esta tecnología, podremos ir haciendo sistemas más complejos que acaben dándonos algo más parecido a un filete”, apunta.
Según cuenta este Guipuzcoano de 47 años, con un poco de material biológico que se extrae de, por ejemplo, un cerdo, pueden ser capaces de generar una producción equivalente a la de una piara de 200 cabezas.
Este sector comenzó a tomar fuerza, de acuerdo con el relato del empresario, en el 2015. Dos años después, cuando Biotech Foods comenzó su andadura, se trataba aún de una idea muy novedosa por la que pocas firmas habían apostado. “Nos enfrentamos a los problemas clásicos que, yo creo, diría el 90% de los emprendedores. Y cuando alguien tiene una idea tan disruptiva genera incredulidad”, añade. El principal escollo con el que se encontraron fue la financiación.
En las primeras fases de Biotech Foods recurrieron a sus propios medios y a inversores particulares y establecieron un laboratorio en un centro tecnológico, que se unió como inversionista, para crear la prueba de concepto. Tras haberlo logrado, acometieron otra ronda en abril de 2019 y ya han conseguido una financiación de 5,5 millones de euros. Charola señala este momento como uno de los más importantes: “Desde entonces hemos tenido la capacidad de invertir tanto en equipo de personas como en materiales y nos han dado este empuje que nos ha dado la capacidad de avanzar a más nivel”.
En la actualidad son nueve personas en la compañía, que aún no factura, y cuentan con una planta piloto de 300 metros cuadrados con equipos industriales para escalar el producto a volúmenes más elevados. “Y estamos trabajando en factores como la industrialización, su comercialización y en el aspecto regulatorio”, asevera el emprendedor.
Sobre cuándo podrá estar este tipo de carne al alcance de los consumidores, se muestra cauto. “Los estudios que se han hecho —sobre el sector—, tanto en EE UU como en Reino Unido, estiman que 2023 puede ser el año en el que empecemos a ver algunos productos en el mercado”. Singapur ha sido el primer país del mundo en aprobar, a principios de este mes, la venta de bocados de pollo elaborados a través del cultivo de células.
Sobre su éxito comercial y sus cualidades, Charola es cauto. “Nos hacemos trampa cuando nos preguntamos a qué sabe, como si hubiera algo a lo que tiene que saber. Lo que sí puedo decir es que lo que creamos es un ingrediente que acepta muchos matices, como los ahumados u otras técnicas”.
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