Antonio Huertas: “Hay que romper el confinamiento mental”
El presidente de Mapfre considera importante vencer no solo al encierro físico sino también al psicológico para ir recuperando la normalidad y superar la pandemia
Antonio Huertas (Villanueva de la Serena, 56 años) está convencido de que la crisis dejará cambios profundos en la sociedad, como una mayor implantación del teletrabajo y una mayor sensibilidad para la protección del medio ambiente, algo que considera fundamental. También destaca que las empresas deben incrementar su vertiente social y sobre todo, ayudar a los que se quedan atrás. Por eso reclama un pacto nacional empresarial para contratar preferentemente a los jóvenes de hasta 40 años para evitar que sean una generación perdida tras sufrir dos crisis consecutivas.
Pregunta. ¿Cuándo iniciaron el confinamiento en Mapfre?
Respuesta. El 16 de marzo decidimos que todos abandonábamos las instalaciones porque podíamos seguir trabajando desde casa. En dos semanas, en 45 países más de 30.000 empleados de nuestro grupo estaban en casa. En España, al ser seguros servicio esencial, mantuvimos servicios mínimos, con una oficina abierta por provincia. Respiramos aliviados al comprobar cómo la organización podía atender a sus clientes durante el confinamiento sin demasiados problemas, todo gracias a la bendita tecnología. En la parte personal imagino que a todos nos ha pasado, el reto fue la organización en casa, para garantizar trabajo y convivencia.
P. ¿Se impondrá el teletrabajo en Mapfre tras esta experiencia?
R. Preferimos llamarlo trabajo en movilidad, que es como antes lo entendíamos en Mapfre. Pero ahora hemos vivido un asunto distinto, un teletrabajo forzoso y total. Con esta situación no podríamos sobrevivir de forma permanente porque se pierde el alma de la actividad laboral; nuestro trabajo no es producir sin más, en solitario, somos parte de una cadena de relación humana que produce un valor añadido muy valioso, aunque sea muy difícil de medir. Pero no cabe duda de que seguiremos con su implantación, dentro de los proyectos de transformación digital.
P. ¿Cuál es la parte negativa de esta situación?
R. El confinamiento físico lleva al confinamiento mental, que acaba viciando el comportamiento humano, y eso hay que romperlo, porque es necesario salir hacia fuera para entender lo que está pasando en la sociedad, también entre nuestros clientes. No podemos estar encerrados en nuestras casas permanentemente por miedo, aunque tecnológicamente sea posible.
P. ¿Cómo se dirige con los equipos diseminados?
R. Con mucha tecnología. En mi caso, he llegado a organizar un pequeño estudio de grabación en casa para tener presencia continua en las redes sociales, con vídeos semanales en LinkedIn y Twitter. Lo hago los viernes y es esperado por muchos miles de seguidores que hacen comentarios; doy una visión lo más positiva posible con las tres o cuatro claves de los últimos días. Es importante para elevar la moral de la tropa. Además, cada 15 días tenemos una reunión virtual con los empleados en la que hacen cientos de preguntas sin filtros y así se ve la sensibilidad de los trabajadores, que es distinta en cada país, en Turquía, Brasil, América o España.
P. ¿La sociedad será distinta tras la pandemia?
R. No hay una sola sociedad, el mundo es muy diverso y es distinto lo que vemos en España, en otros países de Europa o en Iberoamérica, donde esta crisis ha llegado con una situación económica y del sistema de salud que no era la mejor para soportar la pandemia. Sin embargo, creo que es una gran oportunidad para España, que es el único país que entiende bien a Latinoamérica. Deberíamos ayudarles a preparar nuevas sociedades más igualitarias porque allí a veces las élites no tienen el adecuado compromiso social. Las empresas que sí lo tenemos podemos demostrar que no somos solo entes que buscan un fin económico, sino que también aportamos un dividendo social, como ahora hemos puesto de manifiesto.
P. ¿Qué medidas hacen falta para reactivar la economía?
R. Se debería atender a lo que precisa cada sector estratégico, como el turismo que en los meses de verano puede representar el 30% del PIB porque es motor de otros, como la hostelería y otros muchos servicios. También hay que proteger las fábricas de automóviles para que se queden en España porque generan una gran cadena de valor. Tomemos buena nota de que lo que está pasando con Nissan. Y el sector financiero, que es importante que siga funcionando; esta vez los bancos deben ser el mecanismo que mantenga el flujo de ingresos y pagos de los ciudadanos y de las empresas. Además hay que ayudar a los que se nos han caído porque muchos no podrán acceder de nuevo al mundo del trabajo, por los puestos que se han perdido.
P. ¿Quiénes son los mayores perdedores de esta crisis?
R. En términos de empleo, además de los autónomos y pymes, me preocupa el efecto de la crisis en la generación que debería estar ahora empezando a tomar el relevo en los puestos de liderazgo. Me refiero a los mileniales, la generación más formada de la historia que va a acabar siendo la primera que viva peor que sus padres. La crisis anterior les expulsó de forma abrupta del mercado laboral, llegando a tasas de desempleo de hasta el 50% en algunos momentos en el caso de los más jóvenes, y llevaban 10 años sufriendo las consecuencias de aquella crisis en términos de mayores dificultades para regresar al mercado laboral, altísima precariedad por la temporalidad de nuestro modelo laboral, y arrastrando menores salarios respecto a las generaciones anteriores. Ahora han vuelto a ser los primeros en salir. En abril, el primer mes de impacto completo de la paralización económica, el 40% de los nuevos desempleados han sido personas de entre 25 y 44 años, prácticamente el rango de esa generación, nuevamente.
P. ¿Qué podrían hacer las empresas para paliarlo?
R. Como sociedad, no nos podemos permitir prescindir de la aportación de valor de ninguna generación, porque además de la frustración personal, es un fracaso colectivo cuyo impacto negativo se multiplica a lo largo del tiempo y termina afectando al conjunto de la actividad, desde una caída de la natalidad, hasta un agravamiento futuro de sus propias pensiones por las lagunas de cotización prolongadas en el tiempo. Hace falta ya un gran pacto nacional para formar y contratar a los jóvenes desempleados, a los mileniales.
P. ¿Cree que la renta mínima es adecuada para ayudar a los que han caído?
R. Hay que ayudarles el tiempo que sea necesario y debe ser un apoyo temporal sujeto a la búsqueda de empleo y la formación, porque se debe reactivar la formación profesional para que esas personas puedan reciclarse e incorporarse a las nuevas necesidades laborales. Además está claro que debemos construir el futuro con Europa; sin Europa no habrá recuperación económica, es imprescindible trabajar juntos y que haya una consolidación fiscal y presupuestaria y que seamos algo más que una unión de mercaderes.
P. ¿La crisis provocará un movimiento contrario a la globalización y vuelta al proteccionismo?
R. Hemos visto algún llamamiento para que regresen fábricas de automóviles a los países de origen, pero sería un grave error volver a levantar fronteras. Europa sigue siendo la solución. No podemos caer en regionalismos nacionalistas que nos fraccionen, somos muy pequeños y débiles fuera de la unión federal europea.
P. ¿La pandemia ha dejado un mundo más vulnerable?
R. Sí, parece que hemos retrocedido 100 años para ser muy débiles, en un mundo con muchas amenazas. Pero también tenemos a la ciencia, la tecnología y el desarrollo empresarial y social que nos protegen. Sin embargo, la pandemia nos ha enseñado los huecos que estaban abiertos como el sistema de salud y el de protección social. En Europa hay debilidades, que deben corregirse, pero también hay muchas oportunidades para desarrollar negocios y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Un ejemplo es el seguro, que es una actividad que siempre se ha desarrollado cuando la sociedad se conciencia de sus debilidades porque somos una garantía para que la gente viva con confianza y seguridad.
P. Pero el seguro sufre cuando cae la economía y con los bajos tipos de interés…
R. Es verdad que le cuesta más desarrollarse en esas circunstancias y, además, con un entorno político menos estable. Lo que demandamos es trabajar en un entorno predecible, confiable y con las reglas de juego claras dentro de la economía social de mercado y de libre empresa para crear riqueza. Se debe evitar que las empresas y los ciudadanos se sientan inseguros.
P. ¿Se sienten incómodos con este Gobierno?
R. El Gobierno ha salido democráticamente de las urnas, a partir de unos acuerdos legítimos que hay que respetar. Posiblemente este Gobierno se enfrenta a uno de los retos más difíciles de nuestra historia y quizá de una manera precipitada porque llevaba muy pocas semanas al mando cuanto tuvo que decidir cómo gestionar la crisis. Los que tenemos que decidir a diario, sabemos lo difícil que es hacerlo. Todos debemos reconocer que las cosas se pueden hacer mejor y se debe tener más sensibilidad para acercarse y entender mejor a cada uno de los sectores afectados. La ruptura del confinamiento mental es buena para que los gobernantes sepan lo que piensa la gente de la calle.
P. En el sector asegurador hubo una polémica al inicio de la crisis porque las pólizas excluían coberturas en caso de pandemia.
R. El sector ha debatido hasta dónde llega el papel de las aseguradoras. Debemos conocer cuáles son nuestras condiciones en los contratos para estimar los costes, debe haber una previsibilidad. Aunque la cláusula de pandemia estaba vigente en muchos contratos, lo analizamos y, a los pocos días, decidimos que dada la situación no tenía sentido aplicarla. Además el sector asegurador ha creado un fondo solidario gratuito para proteger a los colectivos sanitarios con 38 millones de euros, y atendiendo a lo dispuesto por el mando único del Gobierno, pusimos todos nuestros recursos sanitarios a disposición de las autoridades. La situación era nueva y no era fácil de resolver.
P. ¿Y qué pasará en el futuro con los seguros frente al virus?
R. La situación será diferente. Deben establecerse mecanismos para delimitar lo que se puede y no se puede proteger por las aseguradoras privadas y establecer un marco de colaboración público-privada que permita dar protección en cualquier situación catastrófica y así evitar que dependa de la voluntad de unos y otros. Es un debate internacional, que supera nuestras fronteras. Hay que delimitar hasta dónde llega el papel de las aseguradoras para estimar los costes y evitar quiebras en el sector. No creo que se vaya a excluir la pandemia, al revés, cada vez incluiremos más protección para que los ciudadanos se sientan más seguros. Las aseguradoras tendremos que ser más transparentes y comunicar mejor a los clientes lo que se cubre y por lo tanto hasta dónde llega su protección.
P. ¿Y subirán los precios de los seguros?
R. Que lleguen nuevos seguros de salud no implica subir los precios. Puede ocurrir como en el automóvil, donde existe el seguro de responsabilidad civil, que es idéntico en toda Europa y con precios muy similares para todo tipo de vehículos porque los esquemas de protección son similares, al ser obligatorio. Nuevos modelos aseguradores más universales no implican precios más altos ni desproteger a los más vulnerables.
P. ¿Aconsejaría complementar la cobertura sanitaria con un seguro privado?
R. En España tenemos el mejor sistema sanitario público del mundo, con una cobertura universal que garantiza que todos los ciudadanos tengamos los mismos derechos. Aquellos que por necesidades personales son más precavidos, y su situación económica se lo permite, lo pueden hacer, pero hay que garantizar la convivencia de los dos sistemas, el privado y el público. No se tiene necesariamente mejor protección por estar en el sistema privado, cuya colaboración además con el público en esta crisis ha sido ejemplar.
P. ¿Se debería incrementar la inversión en la sanidad pública?
R. Es absolutamente necesario y es por donde va a ir Europa. Nunca tendremos una cobertura absoluta para todo lo que puede pasar, pero los servicios públicos deben garantizar una protección masiva a los ciudadanos. Esta crisis ha puesto en evidencia que 17 sistemas de salud diferentes no es lo más efectivo para coordinar una pandemia. La coordinación debe mejorar.
P. Algunos han comparado esta situación con una guerra. ¿Está de acuerdo?
R. No creo que ni para el sector asegurador ni para la sociedad sea una guerra, aunque es cierto que una crisis que puede llegar hipotéticamente a los 40.000 muertos solo en España es una situación terrible, pero no hay un enemigo. Deberíamos estar más unidos y ayudar a los que peor lo están pasando, los que tenemos trabajo y salud no tenemos nada de qué quejarnos.
P. El siguiente gran reto global es el medio ambiente. ¿Cómo va a afectar a las compañías de seguros?
R. No es el siguiente reto, ya está aquí y trabajamos en ello. Esta crisis ha elevado la sensibilidad de los ciudadanos en este tema, aunque a corto plazo estamos volcados en la pandemia. Hay que seguir hablando los Objetivos de Desarrollo Sostenible y cambiar de rumbo económico y social para proteger los entornos naturales y mejorar la convivencia del mundo urbano con el rural. Debemos ser más exigentes con la descarbonización y que las empresas se comprometan más con las comunidades donde operan. Para las aseguradoras es un gran reto porque efectivamente las catástrofes naturales son cada vez más frecuentes y su cobertura supone un importante desafío económico, tanto para los ciudadanos como para los Gobiernos.
“Las aseguradoras no han tenido problemas de solvencia”
P. ¿Pueden caer aseguradoras en esta crisis?
R. En las pruebas de estrés de Solvencia II ya se aplicó la posibilidad de una pandemia y Mapfre pasó los test con sobresaliente. Que yo conozca, ninguna aseguradora ha entrado en insolvencia o tiene problemas de liquidez por la pandemia. Somos muy resilientes y contracíclicos.
P. ¿Mapfre tiene previsto hacer algún ERTE?
R. No tenemos previstos recortes de empleo en España por esta crisis.
P. ¿Y se suspenderá el dividendo de 2020?
R. Mapfre cuenta con una solvencia del 187% sobre el mínimo legal, de los más altos de Europa, y lo mismo sucede con la liquidez, con una tesorería de 2.700 millones. Seremos prudentes. Para decidir el dividendo de 2020 esperaremos unos meses. Tras el verano tomaremos la decisión, pero mantenemos la intención de aprobarlo si se dan las condiciones de solvencia y liquidez necesarias, como esperamos.
P. ¿Pese a todas las incertidumbres actuales?
R. Tenemos unos 180.000 accionistas, muchos pequeños ahorradores, para los que el dividendo es una ayuda importante. No hemos recibido ayudas públicas y creo que es justo cumplir con los compromisos con los accionistas, sin arriesgar la sostenibilidad financiera de la empresa.
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