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Bruselas evita pedir ahora más ajustes ante la recesión de “dimensiones históricas” por la pandemia

La Comisión advierte de que la crisis incrementará los niveles de pobreza y exclusión social

El comisario de Economía, Paolo Gentiloni, durante una rueda de prensa en Bruselas este miércoles. En vídeo, las declaraciones de Gentiloni sobre la actual recesión económica.Vídeo: DELMI ÁLVAREZ | REUTERS
Lluís Pellicer

La depresión que sufrirá Europa disparará el déficit y la deuda pública de los países. Pero la Comisión Europea cree que no es momento para recortes. “Será vital que evitemos cometer los errores del pasado”, advirtió este miércoles el comisario de Economía, Paolo Gentiloni. La doctrina lanzada desde Bruselas es hacer cuanto sea necesario para combatir una crisis de “dimensiones históricas”. España también podrá apartar los focos de sus cuentas públicas para centrarse en atajar las vulnerabilidaes que la pandemia ha desatado: desde la falta de inversión en sanidad pública a la pobreza y la temporalidad laboral.

<CW-10>Todavía parece muy lejano el día en el que el Ejecutivo de Ursula von der Leyen vuelva a pelearse con las capitales por las décimas de más de su déficit estructural. Pero Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión, anticipa que esos días llegarán de nuevo. “Una vez que la recuperación esté en marcha, la atención se centrará en lograr posiciones fiscales prudentes y la sostenibilidad de la deuda”, advirtió. Pero aún es pronto para ni siquiera vislumbrar esa fase.

El llamado Paquete de Primavera recoge las recomendaciones fiscales que este año Bruselas ha preferido soslayar. Todos los países se han servido de la barra libre de flexibilidad fiscal y financiera para no ahogarse en el que podría ser el peor trimestre económico de prácticamente el último siglo, con un desplome superior al 12%. “Nuestro mensaje es claro y cristalino”, sostuvo Gentiloni. “Recomendamos a todos los países miembros que adopten todas las medidas que permitan combatir de forma efectiva la pandemia, sostener la economía y apoyar la consiguiente recuperación”, reclamó Gentiloni, quien también señaló el camino que hay que evitar: “En la consolidación fiscal de hace diez años, la inversión fue la primera víctima”.

Las recomendaciones de Bruselas evitaron que las capitales deban sonrojarse por su salud financiera. En lugar de ello, las señalaron por el pulso de su Estado del bienestar o por alentar prácticas fiscales agresivas en plena crisis. Chipre, Hungría, Irlanda, Luxemburgo, Malta y Países Bajos volvieron a recibir una reprimenda por favorecer la ingeniería financiera empresarial. “No hay lugar para estas prácticas en una Europa de solidaridad y justicia”, recordó Gentiloni.

El comisario italiano deseó que esta recesión no deba ser recordada como la “Gran Fragmentación”. Es decir, que el impacto del coronavirus no sea un temblor en unos países y un terremoto en otros. Y eso vale a nivel comunitario, pero también nacional. El informe advierte a España del “riesgo” de que se “amplíen las disparidades regionales” dentro del país por el golpe que la covid-19 asestará al turismo. Y cita comunidades en las que más de una cuarta parte del empleo está vinculado a esa actividad: Andalucía, Baleares y Canarias.

España afronta más problemas de fondo. La pandemia ha destapado, según el informe de la Comisión, los “problemas estructurales” de una sanidad que había dado buenos resultados a pesar de recibir recursos insuficientes. Un sistema sometido a los recortes presupuestarios alentados precisamente por Bruselas en la anterior crisis se ha descubierto “vulnerable ante el shock” por la falta de inversiones o las “deficiencias” en las plantillas o las condiciones de trabajo de sus profesionales.

La primera manifestación de la recesión, sin embargo, se ha producido de la misma forma que en otras ocasiones: con un aumento paro. Ni los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE), a los que se han acogido 3,5 millones de personas, han evitado la destrucción de un millón de puestos de trabajo. Bruselas ve detrás de ese nuevo bache la elevada tasa de temporalidad del mercado español. Y advierte de que la alta dependencia al turismo y al comercio —con muchos contratos puntuales— puede conducir a una peligrosa espiral de mayor desempleo del previsto y una “amplificación” del shock.

La brecha digital

Ante esa situación, el informe elaborado por la Comisión ve probable que aumenten los “elevados niveles de probreza o exclusión social en España”, en especial en familias con hijos. Bruselas se vale de argumentos desatendidos de otros informes: el sistema de protección social español está cada vez más sesgado hacia los mayores, prestando poca atención a los jóvenes, y fragmentado entre comunidades.

Del documento se deduce también que los técnicos europeos han examinado la renta mínima vital promovida por el Gobierno. Si bien esta puede beneficiar a tres millones de hogares y solventar el escaso impacto de las rentas mínimas autonómicas —que solo llegan al 20% de los beneficiarios potenciales—, la Comisión no se pronuncia aún ni sobre su “impacto en la reducción de la pobreza” ni sobre su “sostenibilidad” a corto y medio plazo.

Gentiloni instó a los países a seguir invirtiendo, incluso cuando llegue el momento de la consolidación fiscal. Y a hacerlo en las dos grandes prioridades de la UE: la transición ecológica y la digital. La Comisión destaca ese punto en el caso de España, cuyo desempeño en innovación “está por debajo de la media de la UE en todas las regiones”. Solo la mitad de las escuelas tienen plataformas digitales preparadas, por lo que advierte del impacto del confinamiento en uno de los países con mayor tasa de abandono escolar.

Bruselas pide mejoras en todos esos campos: en la lucha contra la pandemia, pero también en la protección social y del empleo. Y en un momento de tensiones por la desescalada entre el Gobierno central y los autonómicos, reclama “mejorar la coordinación” entre las diferentes administraciones.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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