Despedidos temporalmente por el coronavirus: “Nos hemos quedado en casa, pero no sabemos cuándo cobraremos”
Las empresas presentan una oleada de ERTE que afectan a cientos de miles de trabajadores
Las medidas de confinamiento para detener el coronavirus han provocado la paralización de numerosas actividades. Con ello, la economía española asiste a una sucesión de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) que comenzaron tímidamente semanas atrás. La expansión de la Covid-19 convirtió el goteo en un chorro y los sindicatos auguran que, tras las medidas económicas aprobadas este martes, desde ahora asistimos a una inundación. “Mañana [por este miércoles] nos podemos encontrar con ERTE que afecten a medio millón de personas”, describía gráficamente una fuente de UGT, precisando que se trata de una estimación personal y no de un cálculo oficial. En CC OO señalan que solo el cierre de hostelería y comercio puede afectar a dos millones de empleados y describen cierto “desbordamiento” en las autoridades laborales.
Al otro lado, cientos de miles de trabajadores reciben o esperan recibir pronto noticias que les aclaren su situación. “Nos hemos quedado en casa, pero no sabemos cuándo vamos a cobrar”, indica Asun Urroz, de 54 años. Es educadora infantil en Navarra y este martes su empleador, una empresa municipal, les comunicó que desde el 16 de marzo ella y sus 13 compañeras están sujetas a un ERTE. Se lo habían adelantado días atrás por teléfono: “Al principio te llevas un susto porque no sabes qué es y tienes la incertidumbre de en qué condiciones vas a quedar”, explica. Esa incertidumbre no desaparecerá del todo hasta que sepan si su empresa completará el 70% de prestación que da la Seguridad Social para percibir su salario íntegro, como les prometieron.
La educación, detenida en todas partes, está entre los sectores más afectados. Maribel Vidal, madrileña de 54 años, lleva 15 trabajando como monitora de comedor. Es empleada fija discontinua de una multinacional de cáterin. Desde el 10 de marzo no ha vuelto al colegio y sigue a la espera de conocer los detalles de su expediente. “En principio cobraremos el 70%, pero con un contrato de dos horas al día, imagínate”, lamenta al teléfono. Antes de despedirse, insiste en dejar claro que le parece “inaudito e inaceptable” el acuerdo de la Comunidad de Madrid con Telepizza para prestar menú diario a los escolares en situación vulnerable durante la crisis: “Con toda la gente que hay pendiente de ERTE, lo más acertado sería encargarlo a empresas especializadas”.
Temor a más recortes
Precisamente en una cadena de comida rápida trabaja Ana P., de 29 años. Es empleada de un McDonald’s de Alicante y pide no ser identificada con su nombre real por temor a represalias. Se enteró de que entraría en un ERTE por un whatsapp de la compañía, un mensaje copiado y pegado, especifica. “Nos dijeron que íbamos a un expediente sí o sí”, apunta, “pero no sabemos mucho más, ni siquiera el tiempo que durará”. Al menos, concluye, no teme perder su empleo: “Creo que una multinacional como McDonalds siempre generará ocupación. Eso sí, igual me dejan la mitad de horas y acabo ganando 300 euros”.
El parón de la hostelería también ha afectado a Marta Navarro, de 25 años. Es camarera en un restaurante de Alcalá de Henares (Madrid) que emplea a 12 personas. Les han comunicado la posibilidad de iniciar un expediente de regulación temporal de empleo, pero como en muchas pequeñas empresas, que no cuentan con los recursos jurídicos de las grandes, la cosa va más lenta. “De momento la decisión es que nos vamos 15 días de vacaciones y luego, dependiendo del tiempo que se alargue la cuarentena, los más probable es que vaya a ser un ERTE”, cuenta. No le importa perder esas dos semanas de vacaciones porque así podrá cobrar íntegro el sueldo de marzo, pero en cambio hay otra cosa que inquieta mucho a Navarro: “A mediados de abril se me acababa el contrato y me iban a renovar como indefinida, ahora veremos...”.
“Prefiero salud aunque nos apretemos el cinturón”
Las grandes compañías han sido las primeras en presentar sus ERTE y el sector automovilístico está entre los más ágiles, ya que se trata de una medida familiar tanto para las empresas como para los empleados. En la planta de Seat de Martorell (Barcelona), el ERTE que afecta a los 14.800 empleados de la automovilística ha caído como el mal menor. “Esto es un varapalo a nivel mundial, pero estamos mucho más preocupados por lo que puede venir después si baja la demanda”, señala Matías Carnero, presidente del comité de empresa.
Uno de los afectados es Luis Díaz, de 34 años, técnico de la línea de producción del Audi A1, donde desarrolla las tareas de chapista desde hace 12 años. “Es muy jodido, porque después de unos años duros de la crisis, ahora Seat iba muy bien en ventas y esto lo para en seco”, afirma. Más preocupado por la continuidad de los trabajadores externos o por si caen las ventas tras la pandemia, Díaz explica que los sindicatos pedirán a la dirección que se cubra el 90% del salario. “Nosotros nos podemos dar con un canto en los dientes, tenemos casi todo el sueldo y el puesto asegurado. Prefiero que estemos con salud aunque nos tengamos que apretar el cinturón”, añade. Javier Espín, que trabaja en el área comercial de Seat, tiene 56 años y también está más preocupado por el futuro. “El ERTE prácticamente se veía venir, ahora tenemos miedo de que después de este ciclo haya despidos directos. Esto está adquiriendo una dimensión muy grande”, explica. De momento está haciendo teletrabajo y, aunque no es un empleado directo, teme que pueda verse afectado.
Llamadas que no cesan
Fernando Torres, abogado laboralista de Sevilla, describe las llamadas de un teléfono que no para de sonar. Pequeñas empresas y grupos de trabajadores quieren saber los trámites de un ERTE y sus consecuencias. “Son muchos los sectores: del ámbito sanitario como clínicas dentales o de estética, call centers, de la hostelería…”, explica Torres. Lo que buscan es una salida viable para sus negocios y para sus empleados. “Los empresarios ven que no tienen un instrumento ágil y rápido y que tenga ponga incidencia para su actividad. Y tampoco quieren que sus trabajadores se vean desprotegidos”, indica el abogado.
Tras conocer el decreto de Pedro Sánchez sobre las medidas económicas para contener los efectos de la Covid-19, Torres no se muestra optimista. “Tampoco facilita o agiliza lo que había, se recortan los plazos pero no hay protocolos de suspensión más rápidos”, sostiene. El abogado señala que hace una semana entre sus clientes no había una conciencia generalizada de la trascendencia de la epidemia, por las cosas han cambiado. Y ante sus dudas sobre cómo abordar el futuro incierto que ha precipitado el coronavirus, tiene claro qué los expedientes no van a cesar: “Yo recomiendo un ERTE porque ahora mismo no hay otro mecanismo para suspender de manera temporal el contrato de los trabajadores”.
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