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Columna
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El alcohol y la salud

Los productores creen que para afrontar la caída de sus beneficios, los consumidores tendrían que pagar el doble

tomás ondara

Entre las substancias con las que la gente se suele intoxicar, el alcohol es la menos restringida y, sin embargo, es la que causa más daño. Muchas drogas ilegales son muy peligrosas para aquellos que las usan, pero son difíciles y muy caras de obtener, lo que limita su impacto sobre las personas. Por el contrario, el alcohol es omnipresente, con lo que una parte muy importante de la población sufre los efectos de su abuso. En 2010, un grupo de expertos en drogas del Reino Unido analizó el impacto sobre la salud que causaban 20 drogas que intoxicaban a la población y terminó encontrando que el alcohol era el más perjudicial para la salud por el daño indirecto que hace a los no consumidores, como son las numerosas víctimas que producen los que conducen borrachos.

Ningún país occidental ha prohibido el alcohol desde que Estados Unidos terminó con su Ley Seca en 1933, hace ya 86 años. La bebida es muy popular y fácil de producir y, si se prohíbe, hace que los criminales se enriquezcan más y que luchen entre ellos para dominar su consumo.

En estos últimos años se han empezado a legalizar otras drogas. Por el contrario, para poder restringir el abuso del alcohol, los Gobiernos han tratado de disuadir a la gente poniendo mayores impuestos a la bebida y han realizado campañas para convencer de sus efectos negativos, imponiendo límites a dónde, cuándo y a qué consumidores se puede vender y a quiénes no.

En España, son los jóvenes de ambos sexos los que beben en mayor medida sobre el resto de la población a través del llamado "botellón", que hacen muchos fines de semana al aire libre en los parques de las ciudades o en las playas, lo que produce un daño para sus estudios y su salud y, sobre todo, para sus familias. En el Reino Unido, más de 100 productores de alcoholes, así como los vendedores al por menor, han firmado un pacto para reducir su efectos nocivos y han prometido que van a ayudar a que se beba dentro de unos límites, fundamentalmente poniendo anuncios y promoviendo la moderación. Sin embargo, si dichas campañas fueran efectivas y eficaces podrían llegar a arruinarles.

El Instituto de Estudios del Alcohol (IAS) y la Universidad de Sheffield han mostrado que dos quintos del alcohol consumido en el Reino Unido supera el exceso máximo recomendado semanalmente, lo que representa un vaso de vino al día. Asimismo, los mismos ejecutivos de la industria de la bebida han dicho que "hay que beber menos y beber mejor". Los productores de los alcoholes estiman que los bebedores necesitan pagar entre un 22% y un 98% más por cada bebida para poder hacer frente a la caída del beneficio que dicho descenso les causaría.

En 2018, en EE UU, el National Institute of Health (NIH) paralizó un estudio de 100 millones de dólares, que estaba parcialmente financiado por los productores de alcoholes, para moderar el exceso de bebida. Fue porque su diseño estaba sesgado para favorecer a sus propios productos alcohólicos. Este mismo año la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la autoridad pública británica han prohibido a sus empleados trabajar con los productores de alcohol. Sin embargo, estos están ya preparados para poder rechazar a sus reguladores y sus supervisores.

En 1999, las empresas productoras de alcohol invirtieron más de la mitad de lo que los productores de tabaco habían invertido y, hoy, en 2019, gastan ya un 31% más, lo que es una tendencia muy peligrosa.Asimismo, como el alcohol es omnipresente, tiende a causar más daños del que causan las drogas ilegales, que son mucho más caras y difíciles de obtener. Las cifras que he utilizado como fuentes son: Drug harms in the UK: multicriteria decision analysis (David Nutt y otros). The Lancet: How dependent is the alcohol industry on heavy drinking in England? y A. Bachatarya et al. Addiction. Centre for Responsible Politics. National Health System (NHS).

Asimismo, según el informe Britain, Selected Drugs: 2010, que incluye alcohol, heroína, cannabis, éxtasis y tabaco, distingue entre el daño para los que beben, como para los que no beben, midiendo sus efectos en tantos por ciento. Sus resultados son: sobre un máximo de 100, el alcohol afecta a su dependencia en un 10%, perjudica gravemente a su salud física y mental, en un 15%, y a su muerte, en un 18%. Y termina acabando con la pérdida de las pertenencias del 27% de los consumidores, la pérdida de las relaciones del 29%, de productividad del 40%; en crimen y daños para el 54% y en la ruptura familiar, en un 68% de los casos. Muestra, asimismo, que la heroína afecta en un 33% a sus consumidores en todos los renglones anteriores, alcanzando hasta a un 53% del total sus usuarios.

El tabaco tiene menores efectos, ya que alcanza al 18% de los que fuman, pero puede llegar a producir la pérdida de sus pertenencias, de sus relaciones e incluso hasta su muerte por las afecciones pulmonares graves que produce. El cannabis alcanza sólo a la dependencia y a la salud física y mental, pero en menor proporción a la muerte y el éxtasis solo afecta a la dependencia y la salud mental y física.

El 25% de los británicos suele beber cantidades que llegan a producir problemas serios para su salud, llegando a representar un 68% de los ingresos de los productores de alcohol y, además, beben, en conjunto, un 78% de todo el alcohol consumido en el Reino Unido.

Por otro lado, los aumentos de precios necesarios para poder compensar las pérdidas de los productores alcanzan el 75% en el caso de la cerveza, el 79% en el vino y el 85% en los alcoholes. En EE UU, en 2018, los productores han gastado en lobbies 30 millones de dólares y los de la industria del tabaco, otros 23 millones.

Un estudio de Baranger y otros (2018) redactado por 13 expertos de seis universidades de EE UU, utilizando datos familiares y longitudinales de tres muestras independientes, estima que el consumo de alcohol alcanza el 5% de todas las enfermedades globales, desde los adolescentes hasta edades entre 11 y 37 años. Además, ha identificado que el alcohol reduce los volúmenes de la materia gris del lóbulo frontal del cerebro que tiene un impacto genético. El volumen del lóbulo frontal, que es el centro de las emociones, de los planes y de los comportamientos, está muy ligado al consumo de alcohol y el efecto se hace todavía más notorio cuando las personas envejecen, según un estudio realizado por la Universidad Chiba (Japón) publicado en el Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry (2001), midiendo el lóbulo frontal de 1.400 personas de 30 a 60 años, mediante el uso de resonancias magnéticas. Los resultados obtenidos revelaron que el lóbulo frontal había encogido en menos del 8% de las personas entre 30 y 40 años de edad, comparado con el 16% de los de 40 años y el 38% de los de 50 años. Es decir, las personas mayores son tres veces más propensas a que les encoja el cerebro.

Otro estudio de Center for Disease Control and Prevention (2018), del departamento de salud estadounidense, muestra que en EE UU una bebida estándar contiene 14 gramos o 1,2 cucharadas de alcohol puro, lo que equivale a 12 onzas de cerveza o 28,35 gramos de alcohol. Finalmente, estima que no deben de beber alcohol las siguientes personas: los menores de 21 años, las mujeres encinta, los conductores y los que estén participando en actividades que requieran habilidad, coordinación o atención. Además, hay que evitar aquellas medicinas que puedan interactuar con el alcohol.

Guillermo de la Dehesa es presidente honorario del Centre for Economic Policy Research (CEPR) de Londres.

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