Calviño admite que la ralentización es mayor de lo esperado pero pide no caer en el alarmismo
"España no puede estar aislada de los riesgos globales", sostiene la ministra de Economía en funciones
Con el proteccionismo comercial mordiendo, un Brexit incierto a las puertas y el estancamiento de Alemania, el escenario global toma tintes preocupantes. Durante esta semana, las Bolsas se han teñido de rojo haciéndose eco de datos que apuntan a una desaceleración mundial más fuerte de lo que se anticipaba. Ante ese contexto, la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, ha querido salir al paso este viernes trasladando un mensaje de tranquilidad en la rueda de prensa tras el consejo de ministros. Sin embargo, la ministra también ha admitido que la economía española es muy abierta y que "no puede estar aislada de los riesgos globales”. Es más: ha reconocido que la revisión de las cifras que ha hecho el INE muestra "una ralentización mayor de la esperada".
El Instituto Nacional de Estadística (INE) dibujó el pasado lunes un horizonte de incertidumbre para la economía española. A pesar de que las condiciones financieras y los resultados empresariales son buenos, las empresas recortaron la inversión. Por más que el empleo y los salarios subiesen aumentando las rentas de las familias, estas detuvieron el consumo y dispararon el ahorro. A todas luces, se trata del patrón típico de una coyuntura dominada por las dudas ante el ruido que viene de fuera. Y las caídas en los parqués lo han hecho todavía más palpable.
Así las cosas, no es de extrañar que Calviño haya comparecido tras el consejo de ministros. En la rueda de prensa, ha insistido en que "no hay que caer en el alarmismo" y que no se va a "sobrerreaccionar". Frente al "catastrofismo", ha recordado las fortalezas que mantiene la economía española, que se recupera "de forma menos intensa que en ciclos anteriores" pero de manera “más sólida” y “sin desequilibrios”. Según ha explicado, no hay una burbuja inmobiliaria. Las empresas y familias han reducido sus deudas y presentan una capacidad de financiación positiva. Además, la inflación es baja, lo que ayuda a preservar la competitividad en precios. En definitiva, la economía "no presenta signos de vulnerabilidad como los que provocaron la larga y profunda recesión de la última crisis", ha apuntado. Ha evitado decir, sin embargo, que acumula un legado de elevada deuda pública y paro que puede complicar cualquier recaída.
Aunque ha concedido que existe debilidad de la industria y que no hay que dejarse llevar por la complacencia, ha resaltado algunos datos que marchan "relativamente bien", como las ventas de grandes empresas, el gasto turístico o las ventas minoristas. Los indicadores son "mixtos", ha indicado. El Gobierno no tiene la mínima intención de repetir errores de Ejecutivos pasados, que negaron la crisis durante demasiado tiempo. Sin embargo, tiene a la vez el problema no menor de que el enfriamiento se está haciendo más evidente en plena carrera electoral.
En cuanto al empleo, ha asegurado que todavía "sigue siendo dinámico”, con un crecimiento interanual del 2,4% en la afiliación a la Seguridad Social. No obstante, la historia es un poco distinta si se examina la evolución trimestral: entre julio y septiembre creció un 0,4% desestacionalizado frente al 0,6% que sumó en el trimestre anterior.
La ministra incluso ha esgrimido el buen comportamiento de la deuda pública española en los mercados, que está muy adulterado por la intervención del BCE pero que, a su juicio, demuestra que los inversores mantienen la confianza en España.
El diagnóstico que ha elaborado Calviño es que la economía española sigue creciendo a pesar de todo. La actividad está trazando una "suave ralentización" después del rebote de la crisis y se va acercando poco a poco a su crecimiento potencial, unas tasas más acordes con la demografía y los factores productivos de los que dispone la economía. Los economistas lo suelen definir como el ritmo al que tenderá el crecimiento sin que se produzcan tensiones inflacionistas o burbujas. Y los organismos suelen fijarlo ahora para España entre un 1,5% y un 1,7%. La ministra ha defendido que esa tendencia continuará así "en ausencia de una perturbación impredecible". También que el déficit público cerrará el año en el 2% del PIB.
Por otra parte, los últimos datos del INE apuntan que la economía estaría creciendo al cierre del año en torno al 1,9%. Sin embargo, el Gobierno tiene fijado en su cuadro de perspectivas económicas un 2,2%. Para el próximo 15 de octubre, el Ejecutivo debe enviar a Bruselas su plan presupuestario con unas previsiones actualizadas. Sin embargo, pese a las preguntas de los periodistas, la ministra no aclaró cómo quedarían o, incluso, si las modificarían. "Si hay que revisarlas se hará", ha contestado. Y ha añadido que el Gobierno se rige por "una enorme prudencia" y que el crecimiento final de este año dependerá "mucho" de lo que ocurra con el Brexit y otros focos de incertidumbre como las tensiones comerciales. En principio, sí que debería revisarlas a la baja porque la Autoridad Fiscal tiene que validarlas.
Esta incertidumbre estalla además en medio de la convocatoria de elecciones generales. En alusión a la intención del PP de retrasar el debate electoral para después de que se conozcan las cifras de ocupación de la EPA, la ministra ha declarado que no se deberían utilizar estos datos con afán electoral. Es el bienestar de los ciudadanos el que está en juego, ha subrayado. En todo caso, la ministra ha reiterado el compromiso del Gobierno con el mantenimiento de la capacidad adquisitiva de las pensiones. Y no solo las de ahora, también las del futuro.
Respecto a la posibilidad de un Brexit sin acuerdo que provoque un caos, la ministra ha reconocido la gran incertidumbre imperante. “Por eso, nos estamos preparando para lo peor”, por ejemplo favoreciendo los canales para bienes perecederos, entre otras cosas. En cualquier caso, ha vuelto a pedir prudencia: "No cabe entrar en espirales negativas" sobre la salida del Reino Unido de UE, ha dicho.
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