_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Hermanos, estupendo; pero no primos

Para evitar la ingenuidad del liberalismo comercial sin matices, los europeos simultanean los nuevos tratados con medidas de exigencia a terceros

Xavier Vidal-Folch
Los comisarios europeos de Agricultura, Phil Hogan, y Comercio, Cecilia Malmström (en el centro), rodeados de representantes de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay en la presentación del acuerdo comercial UE-Mercosur en Bruselas el 28 de junio.
Los comisarios europeos de Agricultura, Phil Hogan, y Comercio, Cecilia Malmström (en el centro), rodeados de representantes de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay en la presentación del acuerdo comercial UE-Mercosur en Bruselas el 28 de junio.Thierry Monasse (Getty )

Desde que Donald Trump juró su cargo el 20 de enero de 2017, Europa no pierde pie. Como ha visto amenazado su modus vivendi—la libertad comercial, al ser la región de mundo más abierta a los intercambios— se ha esforzado en retrenzar lo que otros desmochan: la red de relaciones libres, entre iguales y con mecanismos de control perfeccionados.

Más información
Torna Tucídides?
Prueba piloto para la renta universal

Al ámbito tradicional de la eliminación de aranceles, se le han añadido los de inversiones, derechos de propiedad intelectual, acceso a los mercados de contratación pública… Estos tratados de nueva generación versan también, pues, sobre la problemática de los servicios, no solo de los productos industriales.

Así que la UE ha concluido en la era Trump tres tratados de libre comercio de envergadura. Por sí mismos, y porque pespuntean una estrategia de resistencia al proteccionismo. El primero fue con Canadá. Entró en vigor el 21/9/2017. Además de suprimir los aranceles mutuos en más de un 98% de los productos intercambiables, reguló el acceso a los contratos públicos. Durante su vigencia, empresas españolas de ramos como la alimentación, el juguete o el vino han multiplicado su acceso comercial a América del Norte.

El del Japón entró en vigor el 2 de febrero, aunque dejando pendientes los mecanismos dirimentes de los litigios. También elimina las tasas comerciales en un 94% de productos (quesos europeos a cambio de coches japoneses), y facilita el incremento de las inversiones europeas en el país asiático en más de un 10%. Y el muy reciente con Mercosur (firmado el pasado 28 de junio y pendiente de ratificar a nivel nacional) abre el mercado suramericano a los coches europeos, a cambio de eliminar aranceles agrícolas de Mercosur que suponen el 99% del total.

Además, todo eso se ha ejercido con la Comisión ejerciendo ya de pato cojo. Por eso, y porque esos acuerdos contrarían la moda nacionalista, merecen ser destacados.

Ahora bien, el liberalismo comercial sin matices podría ser ingenuo cuando unos acuden al America first y los otros a las empresas públicas súper-subvencionadas. Por eso, sin llegar al extremo de patrocinar compañías propias campeonas (y privilegiadas), los europeos han simultaneado los nuevos tratados con medidas de igual exigencia a terceros. Esta semana han adoptado una línea de dureza para las “equivalencias” en los servicios financieros: ha abierto un procedimiento (COM (2029)a 349 final) para instar a otros (Canadá, Brasil, Singapur, Argentina y Australia) a que sean tan exigentes como la UE sobre las agencias de calificación: si persisten en su laxitud en contraste con la regulación europea, perderán el acceso al mercado financiero de la UE, pues sus bancos competirían con ventaja injustificada.

Esta normativa sintoniza con la adoptada el 5 de marzo (Foreign Investment Screening) que aumentó el control sobre las inversiones extranjeras en Europa: la Comisión tendrá voz para señalar si alguna de esas inversiones “amenaza a la seguridad del orden público europeo”. La idea es que hermanos, estupendo; pero primos, de ninguna manera.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_