Bruselas mejora su previsión sobre España pese a la inestabilidad política
La Comisión Europea no aprecia que la subida del salario mínimo haya tenido por ahora ningún efecto sobre el mercado laboral, que se comporta mejor de lo previsto
La parálisis política en la que se ha instalado España no impide que la economía siga avanzando. Incluso con más fuerza de lo previsto. Tras el buen arranque de este año, Bruselas decidió este miércoles elevar la previsión de crecimiento de España del 2,1% al 2,3%, mientras que dejó intactas (1,9%) sus expectativas para el año que viene. “No sería la primera vez que hay incertidumbre en España”, recordó el comisario de Asuntos Ecómicos, Pierre Moscovici. La posibilidad de un adelanto electoral no asusta aún a la inversión, pero fuentes comunitarias adviertieron de que el contexto político sí está retrasando el ritmo de las reformas.
Europa ya no vuela como hace apenas un año. La brusca desaceleración no acaba de llegar, pero la lluvia fina por la que trata de no resbalar la economía europea puede volverse granizo. Ninguna de las amenazas que se ciernen sobre Europa se ha disipado. Al contrario. “Los riesgos han aumentado claramente”, lamentó Moscovici.
El informe sobre previsiones que este miércoles presentó la Comisión Europea enumera varios de esos peligros. Estados Unidos y China se dieron una tregua en la cumbre del G-20 de Osaka, pero en ningún caso han puesto fin a su guerra comercial; la Administración de Donald Trump sigue son sus políticas proteccionistas, y las economías de socios comerciales como México, Brasil o Sudáfrica han empezado a retroceder.
A todo ello se añaden más tensiones en Oriente Próximo, que amenazan con encarecer los precios del petróleo. Y, para rematarlo, persisten riesgos dentro de la Unión Europea, el principal de los cuales sigue siendo la posibilidad de una salida a las bravas de Reino Unido, cuyas consecuencias los mercados financieros aún no han descontado.
Baja inflación
Ese contexto ha empezado a golpear ya a Europa. En especial a Alemania, cuya industria es mucho más dependiente de la marcha del comercio internacional. El único viento de cola que por ahora sopla en la zona euro viene de Fráncfort, después de que Mario Draghi decidiera aparcar al menos hasta 2020 cualquier subida de tipos.
Bruselas prevé que la zona euro crezca en 2019 el 1,2% —cuatro décimas menos que el año pasado— y el 1,4% en 2020. Es decir, deja intactas sus proyecciones para este año y rebaja las de 2020 en una décima. La atonía económica se vislumbra también en el dato de inflación previsto —del 1,3% para ambos ejercicios—, que constituye otra “fuente de preocupación” para el Ejecutivo comunitario.
España, cuyo Producto Interior Bruto (PIB) el año pasado creció el 2,6%, no es ajena a esa dinámica, pero entre las grandes economías de la zona euro es la que mejor está nadando en esas adversidades. Como ya hizo el Banco de España en junio, Bruselas optó por elevar su previsión para este año. En lugar del 2,1%, la Comisión Europea cree que España avanzará el 2,3%. Para el año que viene, mantuvo la perspectiva del 1,9%. “El resultado en el primer trimestre fue mejor de lo esperado y [esa tendencia] puede seguir en el segundo”, destacó Moscovici.
El informe de la Comisión destaca el buen comportamiento del sector exterior a causa del descenso de las importaciones y la fortaleza de la inversión en maquinaria y vivienda, que compensaron un débil crecimiento del consumo. El fulgurante arranque de 2019 debe ir amoriguándose, no obstante, a lo largo del año hasta crecer a tasas trimestrales del 0,5%. En cualquier caso, por encima de la zona euro y del resto de países grandes.
La economía española, pues, a corto plazo sigue ajena a la política, que en apenas un año ha vivido un cambio de gobierno a raíz de una moción de censura, elecciones nacionales y regionales y ahora afronta el peligro de repetir comicios si persiste el bloqueo que impide formar un nuevo ejecutivo. Pero la inversión, que siempre rehúye la inestabilidad, sigue apostando por España.
Moscovici recordó que no es la primera vez que el país afronta una situación similar. “Las previsiones se han hecho con solidez y la evolución económica es buena. No es la primera vez que hay incertidumbre en España y aun así progresa. Y yo me alegro”, sostuvo el comisario.
Pero otra cosa es el medio y largo plazo. La Comisión Europea ya advirtió en su último examen a España que viene observando cómo desde el año pasado el ritmo con el que se adoptan las reformas es mucho más lento. Y fuentes comunitarias confirmaron que sigue siendo así. España debe realizar unos ajustes de cerca de 15.000 millones de euros en dos años. Y para ello necesita aprobar unos Presupuestos tras la prórroga de este año. Esa es la principal inquietud de Bruselas: que unas nuevas elecciones impidan que España llegue a octubre sin poder mandar por segundo año consecutivo un borrador de sus cuentas.
La debilidad de Italia
El engranaje de la zona euro se rompe en especial en dos países. Alemania acusa las dificultades por las que, según Moscovi, atraviesa la industria europea, en especial por el contexto de hostilidades que sufre el comercio internacional y del que de momento aún se zafa el sector servicios. El país este año apenas crecerá un 0,5%, según la Comisión Europea. Las perspectivas son mejores para 2020, cuando podría avanzar el 1,4%.
El otro agujero es Italia, con el agravante que aún no ha recuperado el nivel de riqueza que tenía antes de la crisis. Las medidas expansivas lanzadas por la Administración de Giuseppe Conte, que han tenido que ser corregidas para evitar la apertura de un procedimiento infractor en Bruselas, no han permitido acelerar la activicdad en el país. En lugar de eso, lo han dejado estancado. La Comisión cree que Italia, que en el último año ya ha atravesado una breve recesión de seis meses, apenas se expandirá un tímido 0,1% este año y un 0,7% en 2020
Más éxito tendrán las medidas adoptadas por el presidente francés, Emmanuel Macron, para tratar de atajar la crisis de los chalecos amarillos. Bruselas deja intactas sus previsiones para este año (1,3%) y mejora las de 2020 (1,5%).
Sin daños por la subida del salario mínimo
Los temores sobre el posible impacto de la subida del salario mínimo interprofesional en un 22%, que entró en vigor el pasado mes de enero, parecen haberse desvanecido. Bruselas llegó a calcular en noviembre que la medida entonces anunciada por el gobierno de Pedro Sánchez podría suponer la creación de 70.000 puestos de trabajo menos en dos años. El comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Pierre Moscovici, se limitó a decir este miércoles que “todo está en los datos”, en referencia a que la economía española crece por encima de lo previsto tras subir el sueldo mínimo.
Fuentes comunitarias explicaron que todavía es pronto para realizar un examen completo sobre los efectos del incremento salarial. Aún no hay información suficiente, pero sí más que cuando Bruselas hizo la primera estimación en noviembre. Y los datos disponibles hasta ahora indican, según estas fuentes, que la creación de empleo es mayor de la esperada y que el incremento del 22% podría haber tenido un “impacto positivo” sobre la renta disponible y la corrección de las desigualdades. De hecho, el informe de la Comisión sí indica que la reducción del desempleo y el aumento de los salarios permitirá que se incremente la tasa de ahorro de los hogares.
En una entrevista en EL PAÍS el pasado mes de abril, Moscovici ya expresó que veía con buenos ojos esa medida. “Cuando un país ha hecho grandes sacrificios, llega un momento en el que la gente reclama una recompensa. Y llega la hora de subir salarios. No es ilegítimo aumentar el salario mínimo si se hace de una forma que no perjudique a la salud y la fortaleza de la economía”, afirmó.
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