El riesgo de harakiri en Japón
Los analistas revisan a la baja sus previsiones de crecimiento mundial con un mismo foco de riesgo en la mirilla: la guerra comercial y, sobre todo, China
Diferentes organismos llevan meses advirtiendo del impacto negativo que el incremento de aranceles puede tener sobre la economía global. A pesar de ello, la amenaza no cesa y EE UU sigue amagando con incrementar los aranceles a China y con imponérselos a México, aún tras haber alcanzado en este último caso un acuerdo comercial. En definitiva, China y los países emergentes vuelven a situarse como el principal riesgo para el crecimiento económico global.
A pesar de que los indicadores se resisten por el momento a sufrir las consecuencias de la guerra comercial, si la incertidumbre continúa será cuestión de poco tiempo que la caída de la confianza se traslade a los datos de actividad real. De hecho, la inversión en China ya se resiente y se desacelera según los últimos registros conocidos, los inversores internacionales siguen pensándose dos veces sus decisiones de inversión en México (no sólo por la incertidumbre en torno al presidente López Obrador y sus referéndums), y los bancos centrales advierten de la necesidad de mayores estímulos si la situación se mantiene.
En definitiva, al igual que llegamos a observar en 2018, los analistas revisan a la baja sus previsiones de crecimiento a nivel mundial con un mismo foco de riesgo en la mirilla: la guerra comercial y, sobre todo, China. Comienzan en la práctica a cuestionarse dos cosas: 1) si alcanzar un acuerdo comercial supone una retirada definitiva de la amenaza de incremento de aranceles por parte de EEUU y 2) si los estímulos anunciados por China serán suficientes para seguir manteniendo una tasa de crecimiento del PIB superior al 6%.
De cumplirse un escenario de cola, las consecuencias a nivel global no serían pequeñas y podríamos observar fuertes desaceleraciones en países del sudeste asiático (Corea del Sur, Taiwán, Malasia…) que se verían perjudicados ante la desaceleración económica de su principal socio comercial. Por otro lado, también se verían afectados otros países de Latinoamérica (Chile) y dependientes de las materias primas (Rusia). Pocos países emergentes escaparían a esta amenaza de revisión a la baja de perspectivas; de hecho, sólo aquellos países que tuvieran 1) poca exposición a comercio con China, 2) reducida dependencia de materias primas y/o 3) baja apertura comercial.
En esta situación, el escenario que podría terminar con el sesgo bajista de los analistas financieros sería que finalmente Trump y Xi encendieran una nueva pipa de la paz el próximo fin de semana en la reunión del G20 y eso constituya un precedente firme que deje en un segundo plano la amenaza proteccionista. No obstante, el riesgo de asistir a un harakiri en Osaka que impacte en el acontecer de los mercados y en próximas decisiones de los principales bancos centrales está lejos de ser despreciable.
Nereida González y Daniel Manzanoofesores de Afi Escuela de Finanzas
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