¿Y si invirtiera en acciones? Guía sencilla para novatos
Se puede elegir entre bancos y empresas de servicios de inversión, por Internet u oficina, y es preferible el consejo de los profesionales. Los expertos despejan las dudas
Tener unos ahorros que se guardan para las emergencias y no se tocan nunca hasta que se produzca un evento de este tipo es una medida que cualquier experto de educación financiera daría a todos los hogares. Cuando esta hucha supere un umbral que se considera aceptable, sin embargo, existe un exceso, una cantidad de dinero que se puede aprovechar para acometer una inversión y sacarle una rentabilidad. Comprar acciones de empresas que cotizan en Bolsa es, tal vez, una de las primeras ideas que puedan surgir a un inversor novato siempre que pueda mantener su nivel de vida incluso si perdiera el dinero colocado en la Bolsa. Pero, ¿cómo se hace? Básicamente, teniendo bien claras todas las opciones y sopesando ventajas y desventajas de cada una, según los expertos, sin olvidar que la renta variable, como indica su nombre, cambia de precio continuamente por lo que se puede perder o ganar el dinero colocado.
Para el asesor financiero Pablo Souto, la forma más común de comprar y vender acciones es a través de algún banco, ya sea acudiendo a sus oficinas o utilizando sus páginas web. El cliente da la orden de adquirir los títulos que desea al precio que considera más adecuado y la entidad, que actúa como intermediario entre el cliente y la empresa que los emite, ejecuta la operación. “Para ello solo tendremos que abrir una cuenta de valores, es decir, una cuenta específica que sirve para guardar los títulos”, explica Souto. A su vez, esta cuenta estará vinculada con la cuenta corriente del usuario porque es allí de donde saldrá el dinero para comprar acciones y a donde llegarán las plusvalías generadas, si es que la inversión tiene éxito.
Empresas de servicios de inversión
Pero las entidades bancarias no son las únicas vías para adquirir títulos de Bolsa. Otra posibilidad son las llamadas empresas de servicios de inversión. Entre ellas se encuentran las agencias de valores (brókers), que “tienen forma de sociedades anónimas (con un capital mínimo de 300.000 o 500.000 euros) y tramitan órdenes de compra o de venta de valores por cuenta de sus clientes, pero no pueden operar por cuenta propia”, señala Arantza Virós, socio director de la empresa de asesoramiento Neo Inversiones Financieras. Sí lo podrán hacer las sociedades de valores (dealers).
Existen también las empresas de asesoramiento financiero (EAFI), que son personas físicas o jurídicas que tienen que demostrar cierta experiencia y conocimiento en el campo de la inversión. Por ello, “la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) exige el paso por un estricto proceso de calificación”, apostilla Virós. Su empresa, como las demás EAFI, no puede operar con el dinero del cliente sino solo asesorarle. “El que tiene que dar la orden final a la entidad con la que trabaje es el usuario, con la supervisión de la EAFI”, añade.
Entrar en contacto con una empresa de servicio de inversión suele ser un trámite sencillo. “Normalmente, tienen una página web a través de la cual podemos suscribir los contratos necesarios para operar”, señala el delegado de la asociación de asesores financieros independientes EFPA España en las Islas Baleares, Enrique Juan de Sentmenat. “La entidad que seleccionemos nos enviará los documentos necesarios vía correo postal o electrónico”, apunta.
Operar ‘online’
Más allá de este trámite preliminar, realizar todas las operaciones de compraventa a través de Internet es muy habitual, según Souto. Esta modalidad tiene una ventaja en la que todos los expertos consultados coinciden: abarata los costes. En todos los casos, el usuario deberá sufragar comisiones tanto por la intermediación realizada por la entidad como por la custodia de las acciones. Se trata de un porcentaje sobre el importe nominal, subraya Virós, pero está claro que “las comisiones de intermediación son siempre más caras si la orden de compra o de venta nos la tiene que gestionar un tercero”, destaca Sentmenat. Ya que los costes afectarán negativamente a la rentabilidad de los títulos, “lo más importante es analizar todas las comisiones y comparar”, sugiere Souto.
Habrá que tener en cuenta también que, si en la oficina de un banco o de una agencia de valores los comerciales atienden y asesoran al cliente, “el proceso por Internet lo hace uno mismo, y a cualquier hora: selecciona qué tipo de operación quiere realizar (compra o venta), qué cantidad quiere adquirir o ceder y a qué precio (a uno específico o al de mercado)”, explica Virós.
En palabras de Sentmenat, el obstáculo principal a la hora de seleccionar un broker que opera exclusivamente online es “saber quién hay detrás”. Se debe estar seguro de que cuenta con autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), algo que debe figurar. También se debe conocer qué legislación se aplica si las cosas se tuercen, ya que “muchas de estas sociedades se rigen por normativas extranjeras”, destaca Sentmenat, quien evidencia otra característica importante, la de proponer “activos que no suelen estar al alcance de los otros”. Pero el inversor novato los debe evitar y centrarse en aquellas acciones “que conoce o de las que ha oído hablar”.
A más independencia, costes más elevados
Tanto Sentmenat como Virós reconocen que acudir a la oficina de un banco y consultar las decisiones con sus asesores constituye una gran ventaja, sobre todo si es la primera vez que se adentra en este mundo. La actuación de las entidades está vigilada por el Banco de España. No obstante, ambos expertos consultados creen que la visión de las entidades está sesgada. “Normalmente, prefieren vender un producto propio”, afirma Setmenat.
Al revés, una empresa de servicios de inversión ofrecerá probablemente unas prestaciones especializadas, transparentes e independientes. ¿El revés de la medalla? “Los coste para contratar el servicio del asesor son los más elevados” de todas las posibles opciones, resume este experto.
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