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Reconozca un chiringuito financiero, no caiga en la trampa

Los estafadores carecen del permiso de la CNMV para operar en España y tienen características que deberían despertar las alarmas del cliente

Gettyimages

A finales del año pasado, cuando quiso invertir parte de sus ahorros, Enrique —quien prefiere que no se desvele su verdadero nombre— se decantó por una página web que prometía milagros. “Enseñaban un vídeo en el que se muestra lo fácil que es ganar mucho dinero invirtiendo pequeñas cantidades y no miré más”, relata. Aunque su profesión no tenga nada que ver con las finanzas, Enrique tenía ciertos conocimientos en este ámbito, puesto que ya había comprado acciones en Bolsa. Al principio le pidieron que ingresara, a través de su tarjeta de crédito, 1.000 euros en la cuenta que el bróker supuestamente le había creado, para que los invirtiera en las operaciones que la empresa le iba indicando. “Me di cuenta después de que no tenían ningún criterio, que les daba igual ganar o perder y que, aparte lo que venía reflejado en la pantalla del ordenador, no había nada escrito, todo se hacía por teléfono, aunque sí me pidieron una copia del DNI, un recibo de la luz y una copia de la tarjeta”.

Al cabo de una semana, le convencieron para que hiciera otra transferencia, esta vez de 4.000 euros, con el objetivo de aprovecharse de una opción “muy buena”. “Lo hacían con mucha labia, forzándote a tomar la decisión sobre la marcha”, se justifica Enrique. La operación acabó vaciando por completo la cuenta que tenía en esta web. “Lo que yo creo ahora es que realmente no invertían nada y que se quedaban con el dinero”. Pese a ello, depositó otros 10.000 euros, que se esfumaron también junto con la página web, que desapareció de un día por otro. Entre el dinero invertido en esta empresa, otra a la que esta le remitió posteriormente y otras tres a las que acudió, todas vinculadas entre ellas, Enrique calcula que, desde noviembre hasta marzo perdió en esta estafa alrededor de 25.000 euros.

Aunque muy pocos casos llegan a ser conocidos —el más sonado fue el del exministro de Transportes Josep Borrell, al que una web sustrajo 150.000 euros—, el Observatorio nacional de las telecomunicaciones y de la sociedad de la información (ONTSI) calcula que en el primer semestre del año pasado el 70,4% de los ciudadanos tuvo algún problema de seguridad informática. En su último estudio sobre ciberseguridad y confianza en los hogares españoles, publicado en noviembre, ONTSI señala que el 64,1% sufrió alguna situación de fraude (fue el 65,7% en la oleada anterior). De entre ellos, el 65% recibió una invitación a visitar alguna página web sospechosa, y el 12,9% accedió a páginas web falsas de entidades bancarias, comercios o administraciones, como podría haber sido el caso de Enrique.

Acceso desde un ‘banner’ o tras una llamada

El portavoz de la Organización de consumidores y usuarios (OCU) Jorge Mora distingue entre el llamado phishing y los chiringuitos financieros. En el primer caso se trata de webs falsas cuyo objetivo es hacerse con los datos personales del usuario, como firmas electrónicas, claves de acceso o incluso códigos de tarjetas, y a las que se accede a través de enlaces enviados por correo electrónico. Los chiringuitos financieros son empresas, a veces con oficinas físicas, que no ostentan el permiso de la CNMV para operar como inversores. El acceso a la web falsa, en este último caso, suele ocurrir tras un clic en un banner publicitario o una llamada telefónica por parte del mismo chiringuito.

Beneficio rápido y jugoso

“La propia web suele redundar en el beneficio rápido o mucho más jugoso que ofrecerían los productos que oferta en comparación con las alternativas tradicionales”, explica Mora. Estos estafadores “se presentan sistemáticamente como asesores de inversión que por su extraordinario conocimiento del mercado disponen de productos financieros con una rentabilidad muy alta y un riesgo mínimo o inexistente”, redunda José María Peyra, abogado de Sanahuja Miranda, despacho de letrados entre cuyos clientes está también un afectado por ConsortFX, la misma empresa que presuntamente estafó a Borrell.

Técnicas de venta muy agresivas

Su objetivo es atrapar clientes con escasos conocimientos financieros, al intentar hacer creer que no es precisa una amplia experiencia en el campo de la inversión para hacerse ricos. “Presentan sus productos con técnicas de venta muy agresivas”, relata Peyra, en las que el factor tiempo es fundamental para obligar al cliente a tomar una decisión “en un plazo máximo de 24 horas”. Desvelan muy pocas características del producto y del mecanismo con el que se generarían increíbles plusvalías. “En muchas ocasiones prometen también altas comisiones si consigues que familiares o amigos inviertan con ellos”.

Desaparecen de repente

Al poco tiempo de realizar la inversión, el cliente estafado nota como la empresa que teóricamente asesoraba y gestionaba el producto contratado deja de contestarle. La web ha cerrado. Otras veces, exactamente como le pasó a Enrique, envían al cliente un mensaje con el que se le avisa de que han cambiado de nombre y le dirigen hacia otra web. “Son los mismos perros con distintos collares; al final esa segunda web también desaparece”.

Recuperar el dinero

“Una vez entregado el dinero a los estafadores es muy difícil recuperarlo”, admite Mora, quien aconseja antes de todo pedírselo de vuelta al chiringuito. “Si quieren seguir actuando, es posible que devuelvan al menos una parte”, sugiere. Al seguir este consejo, Enrique reclamó el dinero que había entregado a dos de las páginas web en las que había confiado, pero nunca recibió respuesta. Del todo pesimista en este sentido se muestra Peyra: “Las plataformas y los servidores de las páginas web de los estafadores están invariablemente radicados en el extranjero, lo que dificulta las reclamaciones”, dice. El dinero del cliente habrá parado con toda probabilidad en algún paraíso fiscal, tras haber pasado por varios países para hacer casi imposible seguirle el rastro.

Denunciar para pararles el paso

En segunda instancia, el representante de OCU recomienda presentar una denuncia: “Al menos se cerrará la actividad, impidiendo que otros caigan”. Lo más práctico, según el abogado del despacho Sanahuja Miranda, es denunciar directamente al grupo especializado en delitos a través de internet de la Guardia Civil, que dispone de un operativo capaz de acumular las denuncias sobre una misma empresa, lo que finalmente hizo Enrique. Al perjudicado “le conviene comparecer en el procedimiento penal”, aconseja Peyra. “En la mayoría de los casos habrá otros afectados que quedarán a expensas de que se consiga finalmente confiscar el dinero defraudado en el banco extranjero en el que esté depositado”.

Averiguar si tienen el permiso de la CNMV

Una de las causas que sigue el despacho Sanahuja Miranda está relacionada con la estafa piramidal de Ads-broker, en la que el producto financiero ofrecido estaba vinculado con la compraventa de banners. El asunto, que explotó hace más de cuatro años, se encuentra pendiente de que, mediante rogatoria a Suiza, se consiga encontrar parte del dinero estafado, valorado en 45 millones de euros, e imputar a los bancos como cooperadores necesarios del delito. “Las posibilidades de recuperación de lo defraudado siguen siendo escasas y lejanas en el tiempo” admite, sin embargo, Peyra. El sentido común y la prudencia siguen siendo, en su opinión, “las mejores fórmulas para evitar ser estafado por internet”.

Para saber si nos encontramos ante un chiringuito o no, según Mora, es preciso consultar en la CNMV el registro de entidades autorizadas, así como el Banco de España, o la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones en el caso de los seguros. Aún así, en palabras del presidente de la Asociación europea de asesoría y planificación financiera en España (EFPA), Josep Soler, este no debe ser el único criterio que guíe la inversión, sino que es importante averiguar que sea también algo “factible”. “Se puede dar la circunstancia de que el producto sea totalmente legal, pero de altísimo riesgo, inapropiado para nuestro perfil de inversión”, explica Soler. “Existen controles estrictos por parte del regulador para detectar este tipo de prácticas fraudulentas, pero es imposible abarcar absolutamente todo. Los que estamos involucrados en el sector debemos insistir en la educación financiera, para que este tipo de prácticas tengan cada vez menos protagonismo”, concluye.

Ojo con el ‘phishing’

El uso de internet se ha democratizado hasta tal punto que muchas veces actuamos en la red de forma automática, sin pensar en las consecuencias sobre la seguridad. El director de tecnología del comparador bancario iAhorro, Gonzalo Benito, señala los elementos en los que deberíamos fijarnos a la hora de navegar.

Desconfía de las redes públicas. Utilizar una red pública para no gastar datos del móvil es tan común como lógico. Deberíamos evitar, sin embargo, enviar datos personales como los de la tarjeta y hacer transacciones a través de los wifi públicos. "No me refiero solo al wifi de la universidad o el aeropuerto, sino también el del bar de toda la vida; pueden infiltrarse y quedarse con los datos", advierte Benito.

Haz caso a tu antivirus. Si pita, por algo será. Quiere decir que están intentando instalar malwares (softwares maliciosos) que pueden causar problemas. Navegadores como Chrome y Firefox avisan sobre el nivel de seguridad de las páginas webs que visitamos. Aunque habrá que tener mucho cuidado, puesto que existen también páginas falsas que imitan estos avisos y cuyo objetivo es, precisamente, instalar malwares.

¿En la dirección aparece https? Si la respuesta es sí, la web tiene un certificado de seguridad que codifica las informaciones que se intercambian al navegar en ella. En el caso de una web que no tiene certificado, "al candado tachado que se encuentra en la barra de dirección ahora se añade un texto que dice 'este sitio no es seguro'", explica Benito. Cada vez que una web nos pida rellenar un formulario, fijémonos antes en si tiene o no certificado.

A estos acércate sin problema. Los que tienen política de privacidad, el aviso legal y la política de cookies; los que tienen datos de contactos con una dirección física y un número de teléfono; los que tienen varios pasos para dejar tus datos (por ejemplo, a través un correo con el que verifican que has sido tú quien ha hecho la petición, o un SMS); los que, a la hora de hacer una transacción, utilizan tarjetas de crédito o plataformas como Pay Pal o Google Wallet; los que ostentan algún sello de calidad como Confianza Online; los que tienen buena valoraciones de otros usuarios, sobre todo si las recogen terceras partes, como Ekomi; de todos estos, te puedes fiar.

Huye de estos otros. Por el contrario, una url muy parecida a una empresa que aporta confianza pero que no sea exactamente igual; una web que, a la hora de comprar algo, no pide un registro; una página con muy mal diseño; las que piden información a través de correos electrónicos; las que tienen mucha publicidad invalidas; "todas estas webs son de desconfiar", asegura Benito.

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