_
_
_
_

El coleccionista de casas de lujo en medio mundo

El inversor Kenneth Griffin acaba de comprar la casa más cara de Londres en una década tras batir otro récord al hacerse con un ‘tríplex’ en Nueva York

Kenneth Griffin, fundador y consejero delegado de Citadel, en una conferencia en California (EE UU).
Kenneth Griffin, fundador y consejero delegado de Citadel, en una conferencia en California (EE UU).ADRIAN SANCHEZ-GONZALEZ (Cordon Press)

En el mercado inmobiliario hay dos tipos de personas, los que alquilan y los que compran. Y luego está Kenneth Griffin, el multimillonario que hace tres años revolucionó el mundo del arte al pagar 500 millones de dólares (436 millones de euros al cambio actual) por un dekooning y un pollock. El fundador del fondo de cobertura Citadel es un hombre de récord. En su cartera de propiedades tiene seis viviendas con las que batió todos los registros.

De estudiante, puso una parabólica en su residencia para seguir la Bolsa

Ken Griffin amasa una fortuna personal estimada en 9.900 millones de dólares, según Forbes. Es pequeña comparada con la de Warren Buffett o Jeff Bezos, pero suficiente para colocarse entre los 45 más ricos de Estados Unidos. Se la debe a Citadel, que gestiona activos por valor de 28.000 millones. La fundó en 1990, aunque empezó a comprar acciones tres años antes, cuando estudiaba en Harvard.

La dirección de la Universidad le dio permiso para instalar una parabólica en el techo del edificio donde tenía su dormitorio. Así podía seguir la evolución de los valores en tiempo real. Empezó apostando en firmas de la nueva economía. De ahí a obtener unos retornos de doble dígito en 2017, que le permitieron embolsarse 1.400 millones, de acuerdo con el cálculo de Institutional Investors.

Más información
Los ricos latinoamericanos ansían pisos de lujo en España y pagan hasta 18.000 euros el metro cuadrado
Compre un pueblo abandonado en España y dese prisa porque sube de precio

Entre los 7.500 millones de humanos que viven en el planeta, por su influencia se encuentra entre los 70 más poderosos. Ken Griffin tiene como rivales en el competitivo negocio de los hedge funds a James Simons, de Renaissance Techologies, Michael Platt, de BlueCrest Capital, Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates, y David Tepper, de Appaloosa Management.

El pasado fue un año complicado para la élite financiera. El fondo de Griffin no rindió tan bien. Aunque vaya a ganar bastante menos, esta semana trascendió que pagó 122 millones por una mansión cercana al palacio de Buckingham, que en su día fue hogar de Charles de Gaulle en Londres. Esta operación, cerrada en pleno torbellino del Brexit, supone el precio más alto pagado en la capital británica en una década.

Pagó 122 millones por una mansión londinense cercana al palacio de Buckingham donde vivió Charles de Gaulle

Pero Griffin juega en una liga donde no se dejan llevar por los miedos del común de los inversores. El ritmo con el que compra no tiene precedentes. En los últimos años gastó 750 millones en propiedades. El contrato final de la más cara lo acaba de firmar. Es un penthouse o ático de tres plantas valorado en 238 millones en una de las imponentes torres de lujo con vistas al gran parque de Nueva York.

El 220 Central Park South es lo más cerca que se puede estar del cielo en el hemisferio occidental. El contrato se firmó sobre planta en 2015, en pleno frenesí del superlujo. Nunca antes se pagó por una vivienda de EE UU un precio tan alto. El anterior récord lo tenía Barry Rosenstein, de 147 millones por una mansión en East Hampton. Y machaca el que marcó Michael Dell en Nueva York.

La construcción de la torre del arquitecto Robert Stern se estimó en 1.400 millones. El penthouse se hizo al gusto de Griffin, lo que elevó el precio. Entre sus recientes trofeos, hay otro penthouse de cuatro plantas en Chicago, que adquirió en noviembre por casi 59 millones. Ya tenía dos en el Waldorf Astoria. Además, tiene un terreno en Palm Beach valorado en 200 millones y dos penthouses de 60 millones en Miami.

La fiebre compradora de Griffin empezó en 1989, a los pocos meses de graduarse, con un apartamento en la plata 16 de la icónica Lake Point Tower en Chicago. Era un espacio modesto, por el que pagó unos 150.000 dólares en la época. Tenía 21 años. Le atrajo el diseño de la estructura con forma de Y. Ahí compraría unos años después con su primera mujer dos unidades en el piso 37.

Eso fue antes de mudarse al Four Seasons. Y como otros grandes magnates estadounidenses, el gestor de fondos puso una pica también en la isla de Hawai, donde compró dos mansiones en 2010 y 2011 en Waiulu Street. Pero ninguna llega a la altura del penthouse a los pies de Central Park, el pulmón verde de Nueva York. Equivale a pagar unos 100.000 dólares por metro cuadrado.

La adquisición la hizo a través de una filial. Pero el mercado inmobiliario en Nueva York en la gama de superlujo se debilitó bastante, porque los inversores chinos, rusos y europeos ya no muestran tanto entusiasmo. Citadel se prepara para mudarse en Nueva York a un nuevo espacio de oficinas en Park Avenue y la calle 56, a diez minutos andando desde su nuevo nido.

Aunque Griffin es una de las figuras más influyentes de Wall Street, considera que su casa está en Chicago. Allí, para celebrar el 25 aniversario de Citadel, organizó una fiesta para sus empleados en la que actuó Katy Perry en una elaborada producción para agradecer su trabajo. También contrató a Maroon 5 para otra en Nueva York. Las dos las pagó de su bolsillo.

Un conservador que dona a políticos y museos

No todo lo gasta en ladrillo. Griffin es de los empresarios que más se implican en política. Aunque se considera conservador, hizo una aportación millonaria a la campaña de reelección para la alcaldía de Chicago de Rahm Emanuel, el demócrata que fue jefe de gabinete del expresidente Barack Obama. En las elecciones legislativas de noviembre estuvo entre los 10 mayores donantes.

En su vida ha donado unos 700 millones de dólares, de los que 300 los dirigió a organizaciones sin ánimo de lucro en Chicago. Y destinó 150 millones a su alma mater (la universidad de Harvard) y decenas de millones a varios museos. A sus 50 años, vive una tercera vida de soltero tras protagonizar uno de los divorcios más sonados en Wall Street. La batalla legal duró 15 meses.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_