En busca de la belleza perfecta, imposible y además mortal
Sufrir anorexia es algo que no se elige. Cualquier persona, en especial mujeres y adolescentes, puede sucumbir a este desorden alimentario que puede costarle la vida
Cuando no se vive directamente este asunto podría parecer un problema menor:
- "Oye, dile algo a la niña que no quiere comer".
- "Déjala, ya se lo comerá luego"
Que esto ocurra un día puede no tener importancia, pero cuando se repite día tras día, todos los días, han de saltar las alarmas. Lo que al principio no se le dio importancia y era solo una tontería de una adolescente para perder una talla de pantalón se ha convertido en un problema grave, extremadamente grave.
La moda, el cine, la misma publicidad y los gurús de lo estéticamente correcto se han encargado de sentenciar que la talla 32 es el estándar más adecuado para lucir conjuntos imposibles, transparencias utópicas y ser las más elegantes del planeta. Que una joven vea eso como algo a conseguir genera una frustración difícilmente asumible para una persona todavía en construcción. Por otro lado, conseguirlo es todavía peor.
Afortunadamente y poco a poco, la sociedad empieza a darse cuenta de que esta situación no puede mantenerse y que la estética de la realidad debe estar por encima de cualquier otra consideración. La publicidad, otrora uno de los principales exponentes de esta cultura maligna, intenta ahora expiar sus pecados alertando sobre los graves riesgos que este desorden puede causar.
Empezamos con una gráfica que lanzó la firma de moda italiana Nolita allá por 2007 y que supuso el pistoletazo de salida para concienciar a la sociedad del problema que suponía este desorden alimentario. En el anuncio se presentaba con toda su crudeza la evolución de la enfermedad con un conciso "No a la anorexia" (y esta foto no era la más explícita de la campaña). Espeluznante.
Igual de impactante fue la campaña que ya se ha convertido en clásica porque refleja perfectamente la visión distorsionada que tiene una persona anoréxica cuando se enfrenta a su peor enemigo: el espejo. Lo hizo la ONG sueca Frisk & Fri especializada en este tipo de trastornos, igual de espeluznante.
Clásico también es este de la Fundación Anabell checa. Lo que empieza por querer parecerse a una adorable muñequita puede convertirse en una pesadilla de difícil escapatoria.
La consecuencia final más extrema es, para qué engañarnos, la muerte. La ONG israelí Beitech nos lo muestra de una manera muy expresiva. No está edulcorada, pero sí suavizada.
Otro anuncio de Beitech menos explícito pero más simbólico. Pretendiendo mostrar la cárcel en la que están atrapadas las personas que sufren este desorden y cómo sufren aferradas a los barrotes de su celda.
Más desenfadado aunque con la misma carga de profundidad es este de la Association Eating Disorders, de Suiza. Una da las mayores trabas a la hora de enfrentarse a la enfermedad es la falta de comunicación entre enfermos y allegados. Si esta se produjera antes el camino hacia la curación estaría más cerca y con menos secuelas de todo tipo.
Hasta las agencias de modelos están lanzando ya mensajes contra este tipo de modelo de mujer. La agencia brasileña Star Models lanzó una campaña en contra de todos esos diseñadores y modistos que ven el cuerpo de una mujer como algo inerte que se puede moldear a su gusto para encajar sus inverosímiles dibujos.
También, aunque poco, se han implicado las instituciones. Una que sí lo ha hecho ha sido la Generalitat Valenciana que a través de la Consejería de Sanidad lanzó esta desasosegante pero efectiva composición
Muchas veces las personas que lo sufren no pueden salir del pozo por sí mismas. La comunicación para afrontar este terrible problema es vital, y nunca mejor dicho.
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