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El ocaso de Villar Mir arrastra a OHL

El grupo constructor se desmorona en Bolsa tras admitir pérdidas récord y necesita un importante cambio de rumbo para afrontar el futuro

María Fernández

Los empresarios más veteranos de la aristocracia económica española recuerdan que Juan Miguel Villar Mir (Madrid, 1931) se llevaba siempre fantásticamente bien con todos los ministros de Fomento. A cada nuevo nombramiento aprovechaba para alabar, en cualquier foro, las virtudes del titular de turno hasta el punto de que circulaba la broma de que siempre decía lo mismo, solo cambiaba los nombres.

Juan Miguel Villar Mir sale de los juzgados de la Audiencia Nacional tras declarar por el caso Lezo en septiembre de 2017. 
Juan Miguel Villar Mir sale de los juzgados de la Audiencia Nacional tras declarar por el caso Lezo en septiembre de 2017. JAIME VILLANUEVA

De aquel triunfador Villar Mir, que sumó cargos y honores durante la dictadura, llegó a ser ministro en el Gobierno de Arias Navarro y continuó haciendo fortuna en la democracia, queda una imagen cada vez más desdibujada. Continuas idas y venidas a los juzgados por imputaciones judiciales sobre delitos que siempre negó (papeles de Bárcenas, Lezo, Púnica, Son Espases) sumadas a escándalos de corrupción por pago de sobornos desde OHL (como el denunciado en México para favorecer supuestamente la carrera política de López Nieto a cambio de la ampliación arbitraria de unas concesiones), han diluido su imagen de brillante industrial. Y el destino de su compañía, la constructora número 62 del mundo (2017) según un ránking recientemente publicado por Deloitte, ha ido parejo.

Esta semana OHL presentaba resultados con pérdidas récord: 843 millones de euros. El día siguiente vivió un cataclismo en Bolsa, con la caída del 23%. Los analistas fueron demoledores: “Resultados por debajo de lo esperado” (Sabadell); “No se termina de reconducir la situación” (Renta 4); “Se retrasa la recuperación de los ingresos” (Bankinter); “Malos resultados que requerirán más tiempo y dinero para reestructurar costes” (Moody´s). Muchas recomendaciones de compra o mantenimiento de la acción pasaron a venta. Pero no solo sufrió este jueves. En lo que va de año ha pasado de capitalizar 1.488 millones a 560 y ha tenido que vender su división de concesiones, la joya del imperio que aportaba el 95% del resultado de explotación. Aunque el precio de venta fue alto y bien recibido por el mercado (2.235 millones de euros), la operación ha causado un efecto rebote: la estructura que ha quedado en OHL está sobredimensionada.

“Hay una pérdida clara de confianza en la empresa, porque continuamente van apareciendo esqueletos en los armarios”, ironiza un analista. En los resultados semestrales han aflorado varios, como las pérdidas “adicionales”, de 76 millones por sobrecostes en la obra del Centro Hospitalario de la Universidad de Montreal o el agujero de 28 millones por una demanda judicial en un proyecto de construcción hidroeléctrica en Guatemala. Eso al margen de los 549 millones por el impacto negativo derivado de las variaciones del tipo de cambio en la venta de la división de concesiones. Por si fuera poco, este verano el Grupo Villar Mir, tenedor de las acciones familiares en OHL, colocó de forma acelerada 34 millones de acciones de OHL representativas del 12% del capital. El industrial pisaba una línea que nunca quiso cruzar: perder el control del 50% del capital (ahora tiene el 38%). Juan, su hijo y presidente de la compañía, a quien colaboradores que fueron cercanos reconocen el mérito de tener capacidad y formación (aunque no la habilidad para dar golpes en la mesa), lleva desde 2016 viendo desfilar a ejecutivos: hasta cuatro consejeros delegados ha tenido el grupo en los últimos tres años. Josep Piqué, exministro del PP, pilotó la empresa de 2013 a 2016; le sucedió Tomás García Madrid, que duró poco más de un año. “Ambos se resistieron a vender la división de Concesiones. Sabían que ese negocio daba caja, y que perdiéndolo la compañía iba a tener muchos problemas”, dice una fuente próxima a uno de los exdirectivos. El siguiente número uno, Juan Osuna, sí firmó la operación, por la que se llevó como recuerdo 18 millones de euros de retribución extraordinaria que fueron pagados en el primer semestre de este año. Pero a finales de junio los Villar Mir volvieron a barajar y nombraron al actual consejero delegado, José Antonio Fernández Gallar, que acaba de cambiar a toda la cúpula directiva.

Varios analistas anticipan que tiene mucho trabajo por delante. “La compañía ya no puede aspirar a ser una gran empresa del Ibex . Cometió graves errores por apostar por obras faraónicas que hicieron perder mucho dinero, y además Villar Mir padre siempre fue una figura complicada, nunca ha aceptado que hay que responder a los accionistas, siempre la gobernó como si fuese una empresa familiar no cotizada”, dice un antiguo colaborador. Y el negocio no va bien, pese al buen ciclo en el sector. “Los resultados son muy negativos a nivel operativo y contribuirán a elevar el riesgo del valor”, señala el análisis del Sabadell. El de Bankinter añade que “todas las áreas de negocio caen excepto servicios”.

A la casilla de salida

Echando la vista atrás hay quien piensa que los resultados semestrales son una segunda piedra en el camino. “En 2016 reconocieron pérdidas por legacy proyect, [proyectos fallidos] parecía que ahí habían hecho el ejercicio de transparencia definitivo. Año y medio después volvemos a la casilla de salida con pérdidas superiores. La realidad es que lo que la compañía prometió en su plan estratégico y en el Día del inversor celebrado en mayo de este año no va en la dirección con lo que dicen las cifras. Los ingresos son decrecientes, los márgenes se deterioran y sigue consumiendo caja”, sentencia un analista. Su actual CEO, José Antonio Fernández Gallar, se esforzó en presentar el miércoles “una compañía radicalmente distinta, sin deuda bancaria, con una buena posición de caja, con la estabilización necesaria para afrontar el futuro”. En el mercado creen que el cambio en el equipo directivo tiene mucho sentido y valoran que su proyecto se base en conseguir en dos o tres años una compañía más pequeña pero rentable. Y es cierto que OHL tiene ahora la fortaleza de haber saneado el balance. Pero todavía queda mucho que hacer. “Creo que el negocio de la construcción es costes y calendario. La disciplina de costes es el distintivo de las compañías exitosas, y hemos eliminado duplicidades. Tenemos buenas perspectivas, aunque tenemos que ser honestos y realistas. Los próximos trimestres seguirá la reestructuración”, admitió Gallar. Y también seguirán los coletazos judiciales de OHL y los Villar Mir en los juzgados.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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