Ethan Kent: “Los turistas no deben dominar las ciudades”
El vicepresidente de la ONG Project for Public Spaces defiende los espacios públicos inclusivos y en constante creación, donde primen los intereses vecinales
Una estrategia global contra el despilfarro, el turismo de masas y la gentrificación de las ciudades. Eso es lo que significa placemaking (haciendo lugares), el término acuñado por Project for Public Spaces (PPS), la ONG fundada en 1975 en Nueva York y con más de 3.000 proyectos en todo el mundo orientados a la planificación, el diseño y la educación en materia de urbanismo. Su vicepresidente, el sociólogo Ethan Kent, hijo del fundador, visitó Valencia para ampliar y propagar la conversación global sobre los espacios públicos, que permitan conseguir urbes más creativas e innovadoras. La entrevista tuvo lugar después de su conferencia en el espacio de La Marina.
Pregunta. En el pasado se pensaba que el éxito de una ciudad era crecer y crecer. ¿Ha cambiado esta idea?
Respuesta. El viejo modelo de crecimiento de las ciudades dependía de las tendencias económicas globales, y consistía solo en atraer a la industria y a las grandes empresas y en construir grandes infraestructuras, pero no tenía necesariamente en cuenta el bienestar de la población. Hoy no podemos absorber más población ni más construcciones sin que todos contribuyan y se beneficien.
P. ¿Cuál es el paso más problemático en la creación de espacios públicos?
R. Uno de los grandes problemas es la falta de colaboración entre distintos sectores. Las ciudades están integradas por distintas áreas, pero nadie está a cargo del espacio público, por eso hay que crear nuevos mecanismos.
“La vida social es lo que ha hecho a las ciudades funcionar en el pasado: los mercados, las plazas...”
P. ¿Cómo debe ser ese espacio compartido?
R. Los números son relevantes, pero se han convertido en algo demasiado importante. Hoy se ha impuesto la idea de que un lugar que no parece bonito no interesa. Lo cierto es que nuestros espacios públicos deben ser acogedores, sociables, seguros, deben permitir el contacto visual de la gente, conectar a las personas. Pero, además, deben hacer sentir a cualquiera que puede formar parte de él, y hacer así que la experiencia sea compartida. Los espacios públicos no pueden estar solo ahí, debemos crearlos entre todos para amarlos.
P. Ha mencionado el exterior del Guggenheim de Bilbao como ejemplo de un lugar bello pero vacío. Sostiene que es el uso lo que realmente crea un espacio.
R. A los políticos hoy les gusta inaugurar proyectos fastuosos, pero en el futuro deben hacer posible que el proceso de creación de los espacios para la comunidad sea de bajo coste, progresivo y que aporte más a la convivencia social. Cuando nos enamoramos de un lugar no lo hacemos por su belleza, sino porque nos gusta y nos hace sentir bienvenidos. El Guggenheim es un ejemplo de cómo se invierte en espacios solo para crear un marco donde hacer fotos bonitas, algo que hoy ocurre en todas partes. Muchas ciudades intentan copiar esta fórmula: gastan mucho dinero en un objeto bello.
P. En contra de la creencia de que los avances en las ciudades proceden del Norte, usted sostiene que el conocimiento y las mejoras en innovación en este campo proceden del Sur. ¿Por qué?
R. Nosotros analizamos la innovación en todos los rincones del mundo. En cada lugar el cambio lo lidera un solo sector, el privado, bloqueando a la comunidad. Nuestro trabajo trata de facilitar un enfoque multisectorial, y vemos que está funcionando en Latinoamérica. En el Norte, la innovación es mucho más privada. Para mejorar las ciudades es necesario trabajar en red, y nuestra labor consiste en conectar las lecciones aprendidas en todo el mundo. Como dice el exalcalde de Barcelona, Joan Clos, lo que define el carácter de una ciudad es su espacio público, no su espacio privado.
“El futuro teconológico ofrece un entorno estático, cuadrado, donde la riqueza no es inclusiva”
P. En España preocupa la masificación turística y el impacto que tiene, por ejemplo, el alquiler de apartamentos para estancias cortas. ¿Empresas como Airbnb son enemigas del espacio público?
R. No podría decirlo. Los responsables de turismo tienen que invertir en crear espacio público, no en marketing. Las autoridades se dedican a apoyar la promoción turística creando una versión más barata de la ciudad, es decir, un lugar para consumir y para hacer fotos; luego que la gente se vaya a otro sitio. Necesitamos Gobiernos que inviertan en la comunidad local, que dirijan el espacio público con una identidad comunitaria fuerte, ofreciendo una experiencia más profunda y satisfactoria a los turistas. Así, ellos sentirán que participan realmente en ese lugar que visitan. En los espacios públicos, lo primero debe ser lo local y los turistas no deben dominar, así los visitantes se comportan mejor y sienten que contribuyen a ese espacio a través de la experiencia con la gente. Pero en una urbe con pocos espacios públicos, no habrá una buena relación entre el turista y los vecinos.
P. Defiende que en el futuro se debe tender a recuperar lo básico. ¿Una vuelta al pasado?
“Lo que define el carácter de una urbe es su espacio público, no su espacio privado”
R. No, se trata más bien de volver sobre lo aprendido en los mercados, las plazas, y las calles que mejor han funcionado en el pasado. Todos esos espacios estaban pensados a escala humana. La vida social es lo que hizo que las ciudades funcionaran. En el futuro, las que tendrán más éxito serán aquellas que permitan a la gente formar parte de ellas, lugares donde los ciudadanos sientan que crean algo, no solo que consumen. Esas urbes serán capaces de preservar su cultura y, también, de crear una nueva. Hoy, desgraciadamente, la visión del futuro es lo opuesto: es la ciudad que consume y se replica en todas partes, más tecnológica pero menos representativa e informando menos.
P. ¿La tecnología puede ser una rémora para las ciudades?
R. Ese futuro tecnológico ofrece un entorno estático, cuadrado, donde la riqueza no es inclusiva ni permite avanzar.
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