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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La OCDE, bombero pirómano

En España, el nivel de seguridad en el trabajo es el segundo más bajo de los 35 países más ricos

El secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, en la sesión inaugural del foro global de desarrollo.
El secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, en la sesión inaugural del foro global de desarrollo.LUDOVIC MARIN (AFP)
Joaquín Estefanía

En España se crea empleo pero es de una calidad ínfima y mal pagado, hasta el punto de que el nivel de seguridad en el trabajo es el segundo más bajo de los 35 países más ricos del mundo. Pese a ello hay que persistir en la reforma laboral del Partido Popular (año 2012); es más, hay que profundizar en la misma abaratando aún más los costes del despido. Los datos y las recetas son del último informe de la OCDE que, una vez más en su historia, actúa como los bomberos pirómanos.

Nadie puede calificar de incoherente a la OCDE, el think tank de los países más ricos del mundo. En la salud y en la enfermedad, en las recesiones más profundas o en las recuperaciones estelares, siempre recomienda idénticas contradicciones desde el año 1961: mercados laborales más flexibles (lo que perjudica por su propia naturaleza a quienes tienen menos poder de negociación) y reformas (recortes) en los sistemas públicos de pensiones. Entren ustedes en sus informes de principios de siglo, los años de la nueva economía y el final de los ciclos, y comparen con lo que dice ahora. Ni una fisura.

En la parte referida a España del informe que acaba de presentar se valora la creación de empleo en los últimos cuatro años (una tasa de paro del 16%, 10 puntos menos que en el momento álgido de la Gran Recesión y ocho puntos superior a la que había en 2007), pero se critica, además de ese porcentaje, la alta incidencia del trabajo temporal, que afecta al 25% de los asalariados (con contratos cada vez más cortos), el subempleo (trabajo parcial involuntario) del 10,5% de la población activa, y la permanente devaluación salarial. El vector resultante de estas características es el bajo nivel de seguridad en el empleo y la pobreza, con casi un 16% de la población que vive con menos del 50% del ingreso mediano: el que divide un conjunto en dos mitades iguales. Sólo detrás de Grecia, el país mártir de la crisis.

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A partir de aquí llega la formidable retorsión: para mejorar, España debe profundizar en la reforma laboral, principal causante de la falta de calidad del mercado laboral, sobre todo por el desequilibrio del poder de negociación en el seno de la empresa, a favor del empresario y en contra de los sindicatos. Según la OCDE, es injusto achacar la precarización estructural y salarial a la reforma laboral. Es más, habría que profundizar en la misma reduciendo, aun más, los costes del despido e incrementando el periodo de preaviso del mismo.

No debe gustar a los responsables del think tank de París la tímida contrarreforma laboral que ha iniciado el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Consciente de que su debilidad parlamentaria le impide acabar con una reforma laboral tan regresiva (veremos si la incorpora al programa para las próximas elecciones), ha comenzado desmontando el modelo de contratos de la era Rajoy. Según Yolanda Valdeolivas, secretaria de Estado de Trabajo —gran fichaje— se eliminará el contrato indefinido de apoyo a los emprendedores (que permitía el despido gratuito y no justificado durante un año de prueba) y se revisarán los de formación y aprendizaje.

Mientras tanto, la OCDE persiste tenaz, erre que erre.

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