Cuatro entidades mexicanas controlarán el 65% de los activos bancarios tras la fusión de Banorte e Interacciones
La autoridad mexicana de competencia da su visto bueno a la transacción para crear un gigante financiero
La fusión del cuarto banco mexicano por activos —Banorte— con Interacciones elevará aún más la concentración en el sector financiero nacional. Tras la operación corporativa entre ambas entidades —después de que este jueves la autoridad mexicana de competencia la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece)— aprobase la transacción, casi el 66% de los activos quedarán en manos de solo cuatro entidades: BBVA Bancomer, Santander, Citibanamex y el Grupo Financiero Banorte. Los activos de Interacciones le sumarán a este último un 2% sobre la cuota nacional.
La brecha entre los cuatro gigantes y el resto es notable: HSBC, el quinto banco en discordia, tiene el 7% de los activos totales, la mitad que el cuarto, CitiBanamex, siempre según las cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV). Estas cinco entidades controlan, además, más de ocho de cada 10 sucursales y cajeros automáticos que hay en México.
El mercado bancario de México —que, pese a ser la segunda economía más grande de América Latina, solo cuenta con 23 entidades compitiendo— no veía una unión de este calado desde 2001, cuando Citigroup se hizo con Banamex casi una década después de la privatización de este último. Pero la operación de concentración entre Banorte e Interacciones podría no ser la última: fuentes del sector reconocen que los grandes bancos mexicanos siguen muy pendientes de cualquier oportunidad que pueda surgir en los próximos meses.
Un sector financiero competido “impacta positivamente en el PIB, promueve el crecimiento rápido de la economía y es un factor esencial para la inclusión financiera”, subraya Fernanda Ballesteros, coordinadora del programa de Regulación y Competencia del think tank independiente México Evalúa, en una reciente publicación que contiene un buen número de recomendaciones de políticas públicas para el presidente que salga de las urnas este domingo.
El factor de la falta de competencia es especialmente significativo en un país como México, en el que más de la mitad de la población no cuenta con ningún producto de ahorro y siete de cada diez ciudadanos no tienen acceso al crédito por los cauces formales. Hasta la ONU, en sus últimos objetivos de desarrollo sostenible, reconoce que la inclusión financiera es una de las herramientas más efectivas para reducir la desigualdad, otro de los grandes talones de Aquiles de la nación latinoamericana.
México no sale bien parado en la mayoría de indicadores internacionales de competencia económica. El país latinoamericano ocupa el puesto 90 de 137 en “extensión del grado de dominancia del mercado” en el reporte anual de competitividad anual del Foro Económico Mundial. Esto implica, según México Evalúa, que “en muchos sectores [de la economía mexicana] existen empresas con poder de mercado y, por tanto, precios más altos de los que podrían ser en condiciones de competencia. La situación acaba afectando a los consumidores, "sobre todo a los más vulnerables: quienes destinan un mayor porcentaje de sus ingresos en los productos con sobreprecio por la falta de competencia".
Un nuevo gigante financiero
La compra de Interacciones por parte de Banorte, anunciada por ambas entidades en octubre del año pasado, está valorada en 27.400 millones de pesos (1.390 millones de dólares, al tipo de cambio actual) y supondría la creación de un nuevo gigante en el panorama financiero mexicano. De recibir el visto bueno, el banco resultante sería el segundo más importante del país norteamericano, solo por detrás de BBVA Bancomer, que controla casi la cuarta parte del total de activos bancarios. Los dos bancos están controlados por la familia Hank, una de las más acaudaladas y poderosas de México e Interacciones es uno de los principales prestamistas de los Gobiernos estatales y municipales.
La fusión por absorción no ha recibido, precisamente, una buena acogida entre los principales accionistas institucionales extranjeros de Banorte que, según Reuters, han votado mayoritariamente en contra de la operación. Entre ellos se encuentran firmas de inversión de talla mundial como BlackRock. La compra, en cambio, sí cosechó el 72% del capital de Banorte. Muchos analistas ven en la transacción “conflictos de interés significativos” entre las partes vinculadas. El 50% del pago a los titulares de títulos de Interacciones sería en efectivo y la otra mitad, en acciones de su hermana mayor.
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