Los clones de paradores nacionales
El estancamiento de la cadena pública impulsa la proliferación de hoteles en edificios históricos y singulares
España tiene uno los parques hoteleros más modernos de Europa: no solo en el sol y playa o en la red urbana, sino también en la emergente hotelería ‘temática’, esos hoteles en edificios singulares o históricos. Francia tiene sus châteaux e Inglaterra sus manor houses, pero la oferta española, tal vez porque es más reciente, suelen ser más moderna y sofisticada. Pese a su envoltorio clásico, los nuevos hoteles ‘históricos’ de la península despliegan lo último en prestaciones e interiorismo con el objetivo de dejar boquiabierto al cliente, según Sara Grasa, responsable de marketing de AC Hotels.
Y lo provocan. La oferta de este tipo de alojamientos ha alcanzado cuotas impensables hace dos décadas cuando se limitaba a los Paradores, los pioneros e iniciadores de un segmento muy demandado, sobre todo, por las agencias de viaje y clientes extranjeros. “Estos”, dice Isabel Llorens, socia fundadora y consejera delegada de Rusticae, “identifican los castillos o palacios con el lujo con una experiencia premium”. Y, como señalan desde Hospes, una cadena de este segmento, “esa apreciación se debe a que los hoteles son tan únicos que no puedes vivir la misma experiencia de un destino en otro”.
Lo cierto es que en los último s 10 años se han abierto en España decenas de hoteles cinco estrellas en edificios cargados de historia, unos recintos que abundan en España. Los hay de origen civil, militar, religioso y en muchos casos están en un estado tan ruinoso que solo pueden mantenerse si se convierten en un hotel de lujo. “Se trata”, explica Llorens, “de edificios magníficos que bien gestionados son una fuente económica para las zonas de interior y una forma de mostar un patrimonio que atrae a un cliente nacional e internacional interesado por la cultura y la historia”.
De momento, este movimiento de recuperación está siendo encabezado por empresarios independientes. Una de las pocas cadenas que han apostado por el segmento es AC Hotels, con establecimientos como Recoletos, Ciudad de Toledo y Ciudad de Sevilla, entre otros, y que se ha centrado en los espacios urbanos. También NH, que creó NH Collection, tiene 12 establecimientos. Barceló también tiene algún hotel aislado de este tipo.
La razón aducida en las grandes cadenas para no dedicarse más a este negocio es que muchas veces no cuentan con la capacidad necesaria. “En la ciudad”, dicen en una de estas cadenas, “necesitamos hoteles con más de cien habitaciones y, en general, en estos edificios no se pueden sacar más que 50 o 60”. Desde AC explican, además, que “estos edificios exigen un mantenimiento más complejo y, a la hora de realizar reformas, debes de respetar todos los elementos arquitectónicos, lo que lleva a mayores niveles de inversión por establecimiento”.
Aún así, el movimiento ha dado origen a la creación de cadenas específicas: La más grande es Hospes, centrada también en el segmento urbano y que tiene a la familia de Alicia Koplowitz (33,3%) como principal accionista. Fundada en 2000 con un hotel de 41 habitaciones en Sevilla, ya cuenta con nueve establecimientos con un total de 475 habitaciones. “Todos nuestros hoteles”, apunta una portavoz de la firma, “están en edificios singulares, palacios con interés cultural, antiguos conventos, casas solariegas, la residencia de verano de los Golfines, todo un catálogo de edificios irrepetibles”. Otra cadena, esta surgida en Castilla León, es Castilla Termal Hoteles. Tienen cuatro establecimientos, todos ellos dedicados al segmento balneario, instalados en antiguos palacios, universidades y conventos. También está la andaluza B Bou Hoteles, con tres pequeñas unidades de 20 a 30 habitaciones, algunas en espectaculares cortijos.
A parte la aparición de una clientela doméstica más exigente y el crecimiento de los visitantes internacionales (En Castilla Termal Hoteles son el 25%), el segmento ha crecido debido a “la aparición de subvenciones para la rehabilitación y reconversión de estos edificios en negocios turísticos”, según explica Alejandro Gómez, socio-director de Ruralpromo Consulting. “Las ayudas pueden ser de entre un 20% y un 40% del total de la inversión”, añade. Otro factor que empuja el sector es el número de edificios en venta. “Si bien no se puede hablar de abundancia”, apunta Gómez, “sí se pueden encontrar oportunidades. Estamos trabajando en varios inmuebles adquiridos a precio de ganga debido a la crisis. Los bancos tienen entre sus inmuebles algunas propiedades históricas de gran valor a precios rebajados”. Además hay que incluir la apuesta de las Comunidades Autónomas por el segmento. Muchas han creado sus propias centrales de reserva, unas mini redes que imitan el modelo de Paradores. Es el caso de las marcas Villas de Andalucía, Hospederías de Extremadura o Hospederías de Castilla La Mancha.
El negocio tiene sus riesgos. Aparte de que por necesidades de protección del patrimonio resulta costoso rehabilitar y mejorar los interiores, la mayor parte de estos establecimientos singulares están en zonas rurales, por lo que las tasas de ocupación, a pesar de que no han parado de aumentar en los últimos 10 años, no son todo lo altas que serían en áreas más concurridas. La fuerte competencia también ha obligado a los promotores a redoblar su creatividad y su nivel de inversión. Muchos de estos hoteles están decorados por grandes firmas del interiorismo. La reforma del Palacio de la Merced, de NH, fue dirigida por Catherine Grenier y en la rehabilitación de Hacienda Zorita intervino Peridis. Solo la rehabilitación del Santa María de Valbuena costó 15 millones de euros, unos 200.000 euros por habitación.
Rentabilidad robusta
Pese a sus costes, el segmento de hoteles históricos goza de buena salud. Primero por la existencia de empresarios dispuestos a sacrificar la ortodoxia financiera. Y también porque, bien gestionados, son rentables. Hospes Hoteles, según las cuentas presentadas en el registro, alcanzó una facturación de 12 millones de euros en 2016, lo que supuso un aumento de casi el 11% respecto a 2015. El resultado de explotación ascendió a casi tres millones, un 46% más. Mientras tanto, Castilla Termal Hoteles registró una cifra de negocios de 1,75 millones en 2016, lo que supuso un aumento del 28% respecto al año anterior; y dice haber facturado 2,2 millones en 2017. La más novata, B Bou, facturó casi 42.000 euros en 2016, según el registro.
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