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Del ejército al coche conectado

Israel seduce a las grandes firmas del automóvil por su ecosistema de 'startups' especializadas

Asaf Kliger
Josep Catà Figuls

"De la aviación militar a la industria de la automoción". Con este eslogan se presentaba una de las startups que participó la semana pasada en un congreso sobre el coche conectado en Tel Aviv, la mayor ciudad israelí contando su área metropolitana. Esta empresa es una de las muchas que han sido creadas por emprendedores del país que aprovechan su formación universitaria y su amplio conocimiento militar (el servicio militar es largo y obligatorio en este país) para desarrollar soluciones tecnológicas para la industria.

El nexo entre la experiencia militar y el potencial tecnológico de la "nación de startups", que ha llevado al país a competir con Silicon Valley, atrae ahora al sector de la automoción, en busca de innovación para desarrollar el coche autónomo y conectado. El último en aterrizar es el grupo Volkswagen, que ha creado un centro de innovación en la ciudad israelí. Antes, una de sus marcas, Seat, ha pasado nueve meses sobre el terreno y ha contactado con un centenar de startups para integrar aplicaciones en los nuevos coches.

El momento es el adecuado. Ante el pequeño tamaño del mercado interno, la oportunidad de los emprendedores israelíes es situar sus productos como soluciones para las grandes multinacionales, y el sector de la automoción tiene por delante mucho recorrido. Las startups tecnológicas de automoción consiguieron en 2017 una inversión de casi 700 millones de euros, el triple que dos años antes, según la plataforma Startup Nation Central. Casos de éxito no faltan, como Waze, que vendió a Google su sistema de navegación para automóviles en 2013 por mil millones de euros, o el sistema de control de automóviles autónomos MobilEye, comprado por Intel en 2017 por más de 14.000 millones. El año anterior, Continental, una compañía alemana de suministros para automóviles, compró por 369 millones de euros la firma de ciberseguridad Argus, cuyo director general fue un capitán de la Unidad 8200, el departamento de ciberseguridad del ejército israelí.

El ecosistema emprendedor es uno de los grandes orgullos de Israel, y el gran polo de atracción de inversión extranjera. El llamado Silicon Wadi (un guiño a su competidor californiano) tiene cerca de 5.000 'startups' y, en 2015, recibió una inversión privada de 4.400 millones de dólares, una inyección de dinero que ha ido acompañada, desde los años noventa, por el impulso del Gobierno israelí. La administración puede llegar a financiar hasta el 85% de la inversión para la puesta en marcha de las empresas emergentes.

Pero hay expertos que alertan de un riesgo de colapso. En un artículo reciente en el 'The Jerusalem Post', dos expertos avisaban de que ni los salarios ni las dos principales universidades israelíes (la Hebrea y la Universidad de Tel Aviv) están en condiciones de competir con las principales instituciones de EE UU. Estas dos circunstancias son la causa, aseguran los expertos, de que cada vez sea más difícil retener el talento local: los jóvenes formados en la disciplina militar y en universidades extranjeras, que volvían a Israel para crear sus empresas, ven ahora más futuro en Norteamérica que en su casa.

La innovación de este país, que tiene muchas veces origen en inteligencia militar como la Unidad 8200, despierta un gran interés en las marcas de automóviles, ávidas por replicar en los coches la tecnología precisa y futurista que ya es una realidad en los tanques. "En Israel se fabrican las mejores cámaras, los mejores sensores de movimiento, avanzados sistemas de control de movimiento... todo ello es muy interesante tanto para el coche conectado y autónomo como para las soluciones en movilidad que necesitan nuestras ciudades", asegura Arantxa Alonso, directora ejecutiva de XMoba, la empresa creada por Seat para invertir en startups e integrar sus soluciones en los automóviles. Las declaraciones son en Tel Aviv, en el marco de unas jornadas en las que participaba la marca y a las que invitó a varios medios, entre ellos a EL PAÍS.

Precisamente Seat, una empresa que tiene el objetivo de liderar la carrera por la conectividad en el coche, ha intensificado en los últimos meses su presencia en Tel Aviv. También han acudido allí otros grupos de automoción como General Motors o Renault, pero la metodología de Seat se ha centrado en implicarse desde el inicio en el territorio. Durante nueve meses, tres "exploradores" de la firma española han entrevistado a un centenar de startups. De ellas, cuarenta han sido estudiadas a fondo, y ahora diez ya están en la fase de "prueba de concepto", el paso anterior a la adopción en los coches de las soluciones que ofrecen las pequeñas tecnológicas. El objetivo de Seat es continuar con la integración de aplicaciones que desarrollan empresas externas, como ya ha hecho con Waze, Shazam o Alexa, la inteligencia artificial de Amazon.

La estrategia digital es primordial para la marca: "Hemos sido de los primeros en integrar el móvil, nuestro cliente es diez años más joven que el del resto de marcas", recuerda Fabian Simmer, director digital de la automovilística. Adaptarse a las necesidades digitales ha comportado, según Simmer, que la empresa cambiase de mentalidad, algo que se ha conseguido gracias al buen momento de ventas por el que pasa Seat. "Hemos alineado todas las áreas para conseguir nuestros objetivos en el plano digital, y hemos entendido que en el mundo digital no todos los proyectos dan dinero desde el principio", explica Simmer. Aún así, quedan muchos retos por delante, principalmente el de la monetización de las aplicaciones que integran los coches.

"Hemos aprendido mucho en Israel. En este ecosistema, que viene mucho del sector militar, las soluciones en cámaras, sensores o asistentes a la conducción son muy variadas", afirma Leyre Olavarria, responsable del departamento de Coche Conectado de Seat. Su misión es la de hacer viables los sueños futuristas de los emprendedores. Una de las soluciones que ya está muy avanzada, y que se presentó en el último Mobile World Congress, es una tecnología de reconocimiento visual que identifica los casos de fatiga y distracción durante la conducción. Ahora, entre las diez startups israelíes que la firma española está testando, destaca un sistema que proyecta un láser al cristal y lo convierte en una pantalla, o una tecnología que permite dirigir los mensajes y llamadas de forma privada a los distintos pasajeros. En el ámbito de la movilidad, Seat también se ha fijado en un sistema que identifica patrones de movilidad de los usuarios y establece tarifas de peajes y transporte público.

"Desde la primera vez que vinimos a Tel Aviv tuvimos claro que hay que estar aquí", afirma Alonso. A partir de ahora, explica, intensificarán su presencia y explorarán más startups, centrándose, además de en el coche autónomo y conectado, en los ámbitos de la industria 4.0 y de la Inteligencia Artificial para la movilidad. A pesar de que la primera acción de XMoba fue comprar la startup Respiro, Alonso asegura que su estrategia pasa por tener pequeñas participaciones en las empresas emergentes. "No queremos ser socios de control, sino estratégicos, son inversiones a largo plazo", aclara.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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