El procés abre una brecha en el seno de UGT
Movimientos en el sindicato para preparar un relevo al actual secretario general en las próximas elecciones por la crisis catalana
Esta semana se ha producido un hecho llamativo: la baja de Albert Rivera de la Unión General de Trabajadores (UGT). El líder de Ciudadanos llevaba afiliado al sindicato, tradicionalmente ligado al PSOE, desde que entró a trabajar en La Caixa; pero su militancia no se conocía. El caso es que Rivera se quedó muy mosqueado por la participación de los sindicatos en la manifestación del pasado domingo de apoyo a los imputados en el procés catalán organizado por las plataformas separatistas ANC y Òmnium y actuó en consecuencia.
La decisión de Rivera no es una anécdota. Aunque los sindicatos aseguran que las bajas no son significativas (en Cataluña y fuera de Cataluña), en su seno preocupa que se produzcan por goteo y, sobre todo, las críticas que se han sucedido. Ello ha llevado a que en los cuarteles centrales de los dos sindicatos mayoritarios se haya tenido que reaccionar para evitar males mayores y taponar las salidas.
El asunto afecta sobre todo en UGT, donde varias federaciones o secciones sindicales, algunas de las cuales fueron soporte de José María Álvarez en las elecciones que ganó en 2016 para secretario general, se desmarcaron rápidamente de la presencia en la manifestación, como las de Renfe y Telefónica de Cataluña. También lo han hecho la Federación de Servicios Públicos (FSP)de Andalucía, UGT de Madrid y del País Valenciano, entre otras. Para todos estos ha resultado “bastante lamentable” que su sindicato haya dado argumentos a los separatistas catalanes.
La Ejecutiva tuvo que corregir un texto en el que pedía “respetar y defender” a la UGT catalana
En este sindicato, la comisión ejecutiva había elaborado un comunicado en el que decía que había que “respetar y defender la posición de UGT Cataluña” que luego tuvo que rectificar suprimiendo “defender” del texto por las fuertes discrepancias internas. Además, en el último consejo confederal apenas hubo intervenciones, lo que a juicio de los conocedores del funcionamiento interno de UGT “es un mal síntoma”, porque en la casa se está acostumbrado a que haya muchas peticiones de palabra para después adoptar una posición común, si es preciso.
Eso afecta a la cohesión interna y muchos de los que apoyaron entonces a Álvarez, ahora han torcido el gesto, lo que le ha llevado a tratar de rectificar y subrayar que “no hay presos políticos” como proclaman los del lazo amarillo. Dos días después de la manifestación lo explicó: “No hay ninguna fractura en el sindicato en Cataluña”. Tras pedir que “no se mienta en un tema tan serio para intentar destruir al sindicato”, afirmó que las bases están “más incómodas” por lo que se publica que por lo que dice la organización, que “ni ha participado, ni participa, ni participará” en ninguna acción bajo el criterio de que en España “hay presos políticos”.
El panorama no es, precisamente, calmo. Todo indica que se está hirviendo un caldo de cultivo que es el preludio de una batalla para las próximas elecciones a secretario general, para la que ya se buscan alternativas. Las elecciones son en 2020; aunque, de facto, comienzan en 2019 con los congresos de las diferentes federaciones, donde se empezarán a fijar posiciones.
Los comicios son en 2020, pero se irán fijando posiciones en los congresos de federaciones
En realidad, reverdece una herida que quedó sin cerrar en las elecciones de 2016, en las que Álvarez ganó por 17 votos a Miguel Ángel Cilleros, al que se consideraba cercano al secretario saliente, Cándido Méndez. Aunque los votos son por delegados y no en bloque, entonces la FSP y la federación de Industria, Construcción y Afines (FICA), las más numerosas, se decantaron por Álvarez, quien no había escondido su respaldo al referéndum en Cataluña.
Álvarez generó controversia con ese apoyo al derecho a decidir y su asistencia a actos de ascendencia independentista. Tras su marcha para ocupar la silla de Madrid después de 26 años al frente de Cataluña, se constituyó una bicefalia, con una presidencia que ocupó Matías Carnero (dirigente del sindicato en Seat), y Camil Ros, militante de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), como secretario general. Este nombramiento (Carnero, militante también del PSC, se ha desmarcado) ya auguraba la posición de UGT ante el procés. En el caso de CC OO de Cataluña, su líder, Javier Pacheco, no se ha caracterizado por ser independentista, aunque sí estuvo el domingo en la manifestación.
En Cataluña, al contrario de el País Vasco, no hay sindicatos nacionalistas, por lo que no es extraño que en su seno se hayan incorporado militantes independentistas como es el caso de Ros. Y se ha producido hasta el punto de que ha habido presiones para convocar huelga general. Lo cierto es que los sindicatos catalanes nunca han acudido a convocatorias de la otra parte como la Sociedad Civil Catalana, por ejemplo.
Tender puentes para el diálogo
La presencia de los sindicatos en la manifestación del domingo pasado ha metido en un lío a los sindicatos. El caudal se ha desbordado por el asunto catalán y les obliga a arreglar la riada. Posiblemente, CC OO soporta mejor los zarandeos que UGT por su condición de confederación de confederaciones (UGT lo es de federaciones estatales). Tiene una estructura que aguanta mejor las grietas. En todo caso, las organizaciones que dirigen Pepe Álvarez y Unai Sordo han intentado tender puentes y reconstituir el diálogo en un espacio plural.
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