Cuentas reveladoras
El ahorro se mueve pero todavía con precaución porque el hundimiento sigue en el recuerdo
Vienen publicándose en los últimos días algunos datos reveladores del esfuerzo que está requiriendo dejar atrás la crisis y el protagonismo de la vertiente financiera de la economía. Cifras mareantes que revelan que el BCE sigue siendo la espina dorsal de una Europa huérfana en capacidad fiscal. Y que la verdadera austeridad en España es la que ha sufrido el sector privado. Las cuentas financieras de la economía española que ha publicado este lunes el Banco de España indican que las empresas y familias españolas han reducido su deuda en medio billón de euros desde 2010.
La economía crece a pesar de que el sector privado reduce su apalancamiento. La lección tantas veces contada y pocas veces asumida de que más que financiar mucho hay que hacerlo eficientemente. En esos siete años en que las economías domésticas y las corporaciones han asumido tal ajuste, el sector público aumentó su deuda en 787.653 millones de euros. Evidentemente, se cubrirán también tarde o temprano con los bolsillos privados.
Entre tanto, los últimos datos de financiación del Eurosistema indican que el BCE sigue manteniendo la maquinaria en funcionamiento de una forma tan abrumadora que resulta imposible divisar una retirada rápida de estímulos. La expansión cuantitativa fue, al principio, algo tímida. Después tuvo dos grandes impulsos que hoy siguen muy presentes. El primero fueron los programas extraordinarios de financiación a largo plazo. España llegó a tener casi un 40% de esos fondos pero poco a poco el sector bancario ha ganado autonomía financiera y hoy dispone de un 22,3% (169.678 millones de euros) del total que esos mecanismos proporcionan a la eurozona. El segundo envite fueron los programas de compra de deuda. Aún más potente. Estas adquisiciones alcanzan los 2,46 billones de euros en la eurozona y España acapara 314.959 millones, el 12,8%. Las entidades financieras de nuestro país se han colocado en una posición acorde a su tamaño relativo en los canales de financiación oficial y esto es positivo.
La progresiva normalización financiera también puede beneficiarse de las subidas de rating de la deuda española —que se traslada a empresas y bancos— que se han venido produciendo y, sobre todo, de la expectativa de las que aún pueden venir. Todas las agencias de calificación apuntan al riesgo político como fuente principal de preocupación pero, en la medida en que el mundo parece una jaula de grillos, ven casi normal que España tenga su propia grillera en Cataluña, aunque sea del tamaño del 20% del PIB.
En todo caso, las favorables perspectivas financieras consiguen movilizar el ahorro familiar y que, por primera vez en años, genere rendimientos considerables. Así, señala el Banco de España que las familias adquirieron activos financieros por valor de más de 30.000 millones en 2017 y que obtuvieron plusvalías de 20.000 millones, fundamentalmente por la mejora bursátil. Los españoles han invertido 317.964 millones en acciones y fondos desde 2010 frente a 48.149 en depósitos. El ahorro vuelve a moverse. La precaución permanece, en todo caso, porque el último hundimiento sigue cerca, muy presente.
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