Estos son los lugares en los que querrás vivir
La casa de madera más grande de España, un Madrid inundado de vegetación, residuos que se vuelven materiales de obra... Ejemplos de construcción que cuida del entorno y sus habitantes
En un edificio se nace, se vive y, muchas veces, se muere. Son lugares donde pasamos más del 80% de nuestro tiempo, según estiman los expertos. Por ello, dar paso a una arquitectura eficiente que además cuide de la salud de sus habitantes y del planeta es cada vez más importante. Incluso obligatorio: Europa dicta que a partir del 31 de diciembre de 2020 todos los edificios nuevos tendrán que ser de consumo casi nulo. Y el escaso suministro que necesiten tendrá que ser renovable, generado en el propio edificio o en el entorno cercano.
"Hoy en España la definición de edificios de consumo casi nulo está en el aire", entiende Ander Echevarría, director técnico-comercial de 100x100madera, una firma de construcción biopasiva. "Es poco más o menos que cumplir el código técnico, muy poco exigente".
Pese a ello, existen edificios que cumplen holgadamente con estos requerimientos. "Son aquellos que prácticamente no gastan para su climatización y son cero emisiones", explica Micheel Wassouf, director de Energiehaus, un estudio especializado en metodología Passivhaus, el estándar de origen alemán que asegura la máxima eficiencia. Se debe conseguir, considera este arquitecto, sin renunciar al confort en cualquier estación del año e intentando mitigar el efecto de la pobreza energética, una situación en la que viven 4,5 millones de españoles, según datos del Gobierno.
La eficiencia de estas construcciones la acreditan varios certificados. El más elevado es el mentado estándar Passivhaus, un logro que solo el 1% de los de los edificios nuevos en España atesoran. El Consejo de Construcción Verde de España concede por su parte el certificado LEED, que también valida la sostenibilidad energética y ambiental de un inmueble. En 2017 se certificaron 63 nuevas edificaciones, según el Consejo, por las 47 del ejercicio anterior. Hoy en total se alzan más de 250 en territorio nacional. Un brote verde todavía insuficiente.
Al aspecto energético de la arquitectura sostenible se suman otros dos: el ambiental, que trabaja por que las casas nuevas no agredan al entorno y que las ciudades se adapaten al cambio climático; y el social, que pone en el centro al ciudadano y lo implica en la toma de decisiones. "Al fin y al cabo, el arquitecto construye y se va, pero la persona se queda", sintetiza Aitor Fernández Oneka, de Oneka Arquitectura. Aquí, varios ejemplos de esta nueva urbanización que trata de cambiar el panorama.
Madera y ropa vieja para un edificio histórico
En Sestao, una de las zonas más afectadas por la reconversión industrial vasca, se eleva la Casa del Arco, un edificio de viviendas histórico. Su nuevo esqueleto es de madera prefabricada, "el material más ecológico que hay", según Aitor Fernández Oneka, director del estudio afincado en Bilbao que la ha remozado. Se alimenta de biomasa, reutiliza el agua de las duchas e inodoros y para su aislamiento se han reciclado residuos textiles. "Ropa vieja, vaya, a la que le estamos dando un nuevo uso", explica el arquitecto. "Trabajamos con una empresa de inserción que recoge estos desechos y los incluimos como material de construcción".
Dice Fernández Oneka que este tipo de sinergias les ha dado mucho en tiempos de crisis. "Hemos sobrevivido gracias a esta diferenciación en nuestra actuaciones", apunta. La reutilización de materiales empleada es, además, una manera de cerrar un ciclo constructivo alineada con las directrices de economía circular de Bruselas. "Cuando hacemos un diseño, hay que pensar en toda la vida del edificio, desde la extracción de las materias primas hasta el momento desmantelamiento y el destino que se le va a dar a lo que queda".
La Casa del Arco de Sestao, "un entorno en pleno proceso de regeneración", representa el espíritu de este estudio, que entiende la arquitectura como medio de equidad. "Las playas de Río de Janeiro, por ejemplo, son espacios urbanos a disposición de cualquiera. Ahí se puede bañar el que vive en la favela y el que vive en primera línea de playa", reflexiona su director. "El urbanismo es un catalizador de la autoestima de la población. Hay comunidades que, producto de una intervención de este tipo, se dan cuenta del valor de su entorno y lo empiezan a apreciar".
La ciudad al natural
Un Madrid vegetal que transpire, regule su temperatura y aproveche las lluvias. Es la visión que la firma de consultoría del entorno construido Arup ha plasmado en el proyecto Madrid+Natural, una hoja de ruta que plantea dotar de elementos naturales a la capital para hacerla más autosuficiente y más adaptable a los vaivenes del clima. ¿Cuáles? Tejados ajardinados, paredes vegetales, pavimentos permeables, sistemas de recolección de niebla y rocío, suelos vivos en los que cualquiera pueda cultivar y que surja así vegetación espontánea... Una arquitectura vital en zonas áridas y en riesgo de desertificación, como sucede en casi dos tercios de la Península, y que urbes como Portland, Toronto o Chicago llevan adoptando desde hace tiempo. En el caso de la ciudad canadiense de Vancouver, estos elementos aprovechan cerca del 90% de las precipitaciones.
"Nuestro concepto de la sostenibilidad es muy técnico. Algo no es sostenible porque un estudio o una empresa lo diga", señala Susana Saiz, asociada de sostenibilidad de Arup, una compañía partícipe de, entre otros, los proyectos del londinense The Shard o la Opera de Sidney. "Hay que hacer modelizaciones para demostrar cómo el edificio, el diseño o el entorno se va a comportar. Cómo el viento va a circular, cómo los materiales van a irradiar, cómo un paisajismo se va a adaptar hídricamente. Para ello se requiere una ingeniería interdisciplinar".
Este conocimiento es el que han puesto a funcionar en la rehabilitación de un edificio de oficinas en el número 81 del madrileño paseo de la Castellana. "Si todo sale bien, esperamos obtener la calificación Well, que certifica que se ha monitorizado el impacto del edificio de una manera continua, en todo el ciclo de la construcción, y que se seguirá ponderando en el tiempo". Y añade: "Hay que hablar más sobre el efecto que tiene la edificación en la salud, no solamente por su efecto visual, que es lo que más obvio, sino por el efecto oculto: materiales que se usan, ventilación, iluminación y cómo esta puede alterar los ritmos circadianos... En ellos pasamos la mayor parte del tiempo. Todo esto se puede mejorar".
La casa que menos consume de Madrid
100x100madera ha dado otra vuelta de tuerca a la arquitectura verde. Hace cuatro años acuñaron la construcción biopasiva, un concepto que combina la máxima eficiencia energética con el uso de materiales respetuosos con el medio. "Utilizamos madera de bosques con certificados de sosteniblidad, papel reciclado, lino, lana de oveja, cáñamo, pinturas minerales. E intentamos que sean materiales de proximidad", desarrolla Ander Echevarría, director técnico-comercial de la empresa. Prueba de ello es su misma oficina, situada en Guadalix de la Sierra, el edificio que menos consume de Madrid (unos 600 euros al año por los 4.800 de media de las viviendas de la zona) y la primera certificada Passivhaus de la comunidad. O la casa de madera más grande de España, de unos 650 metros cuadrados y ubicada en Torrelodones, biopasiva, desionizada (para evitar el estrés) y que calienta el agua y a si misma con aerotermia. Al mes, menos de 150 euros.
¿De dónde sale el ahorro? "Son casas que no necesitan calefacción o aire acondicionado. En invierno, el aire nuevo recupera las calorías del aire viciado que extraemos de la vivienda con un intercambiador térmico, ayudando a mantener la temperatura interior", detalla el director. "Y en verano el aire nuevo que entra ese enfría gracias al aire viciado que extraemos, mezclándose en ese mismo dispositivo".
"La gente está harta de pagar dinerales en calefacción y aire, de ver casos de pobreza energética", opina Echevarría, que dice haber duplicado su negocio respecto al año anterior. "Lo que más nos están pidiendo ahora son comunidades de vecinos que tienen un gasto excesivo y quieren rehabilitarlos energéticamente. Es mucho más fácil vender este producto hoy en día que vender lo que se ha venido construyendo en los últimos cuarenta años".
El colegio pasivo de Viladecans
El estudio Energiehaus, uno de los pioneros en España en incorporar la metogología Passivhaus, ha acometido la reforma de un colegio público de Viladecans (Barcelona) para hacer la vida académica confortable. El proyecto comenzó tras una auditoria financiada por el Área Metropolitana de Barcelona, en la que la firma detectó un gran número de escuelas en deficientes condiciones de habitabilidad.
"El confort es un tema cultural. Hasta que no lo hayas vivido en tu propia piel no lo echas de menos", sostiene Micheel Wassouf, arquitecto del proyecto. "Hace cuarenta años nadie iba con el aire acondicionado en España y nadie se quejaba; ahora, hacerlo en verano con la familia en el coche... sería complicado". El centro, cuyo lavado de cara terminará en septiembre, estará preparado para una climatización óptima según las especificaciones Passivhaus, conseguida mediante ventanas de altas prestaciones, infiltraciones de aire controladas, ventilación natural y aislamiento térmico.
"Además de la obra en sí, es importante incidir en la información y la formación de los padres y alumnos. Que sepan, por ejemplo, cómo mejora la calidad del aire con estas intervenciones, o cómo disminuye la concentración de CO2... Cosas que al final contribuyen a mejorar el rendimiento escolar de los niños", remarca Wassouf.
Rehabilitación de la mano de los vecinos
En la rehabilitación del barrio de Las Planas, emplazado en el municipio de Sant Cugat del Vallès (Barcelona), ha participado, literalmente, todo hijo de vecino. En dos fases: "Una, individual, en la que hemos intervenido diversas viviendas que se encontraban en pobreza energética, mejorando la eficiencia, el confort y salud de sus habitantes", afirma Bernat Colomé, de Arqbag, una cooperativa que varios arquitectos con las mismas convicciones fundaron durante su época universitaria. "En las intervenciones colaboraron vecinos que se encontraban en el paro y a los que se formó, previamente, para estos trabajos", prosigue.
El estudio detectó además la necesidad de contar con un espacio que hiciera, por así decir, de plaza del pueblo. "Un área de reunión entre los vecinos que fomentara las relaciones y su empoderamiento", cuenta Colomé. El lugar elegido fue la pista deportiva, a la que se dotó de una instalación energética eficiente y de placas fotovoltáicas que permitían desconectarla de la red. "Ahora actúa de plaza urbana para los eventos vecinales", amplía. Aquí, proximamente, se pondrán en marcha varios servicios de intercambio de tiempo entre los habitantes de Sant Cugat.
Uno de los primeros frutos de este trabajo fue el diseño de la cubierta que tapa la pista deportiva, esbozado en junto a los habitantes de Las Planas. “Es fundamental contar con la gente para hacer urbanismo. Es la manera de que se impliquen, sientan las casas más suyas y cuiden mejor tanto de ellas como del entorno que les rodea”, concluye Bernat.
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