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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Para acabar con las crisis bancarias

El fin del privilegio de los bancos de colocar el dinero en el BCE podría alumbrar la post-banca

Xavier Vidal-Folch
Varias sucursales de diferentes bancos en una calle de Sanchinarro, en Madrid.
Varias sucursales de diferentes bancos en una calle de Sanchinarro, en Madrid.JAIME VILLANUEVA

Una revulsiva pista de futuro para acabar con las crisis bancarias es el debate sobre el "dinero público seguro" recién introducido en España desde la Comisión de investigación del Congreso sobre la crisis financiera.

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Vale la pena leer al detalle las intervenciones ya producidas. Va habiendo de todo: discursos complacientes (Luis Guindos), deposiciones autocríticas (Pedro Solbes), defensas de y tú más (Rodrigo Rato) y datos y análisis de interés (un poco en todos).

Y, en el texto intelectualmente más sugerente (aunque polémico), la referencia a las propuestas de la escuela británica Positive Money, partidaria de un dinero público digital monopolizado por los bancos centrales, que apuntó el ex-gobernador Miguel Angel Fernández Ordóñez (MAFO, el 7/11/2017).

MAFO amplía ahora la hipótesis. Sugiere extender a empresas y familias, "el poder [de] depositar su dinero en el banco central" —en nuestro caso el BCE—, facultad hoy reservada a los bancos privados.

Para garantizar que estos devuelvan siempre el dinero a sus depositantes, el Estado le protege "con un número de privilegios absolutamente excepcionales": asegura sus depósitos, les garantiza liquidez, les inyecta capital público, les exime de regulaciones sobre la competencia (El futuro de la banca, blog Ágora).

Pero el dinero, ya digital, depositado por todos en los bancos centrales no necesitaría esa protección, porque sería real, no una promesa de los intermediarios. "Las crisis bancarias ya no podrían producirse, con lo que los ciudadanos dejarían de sufrir y pagar su coste", explora. Acarrearía otras muchas ventajas y plantearía nuevas incógnitas, apunta.

Hay antecedentes en una propuesta académica al presidente Franklin Roosevelt. Falló porque no se disponía de la tecnología necesaria: el trajín de billetes era analógico.

Pero la actual revolución financiera digital podría prestarle intendencia. Como suele apuntar el profesor José Manuel González Páramo en sus conferencias, congrega fenómenos como la interconectividad (móvil y movilidad); big-data; nuevas plataformas que los almacenan y procesan; nuevos jugadores: fin-tech (compañías de pagos) y tech-fin (tecnológicas metidas a banqueros).

Este ex-ejecutivo del BCE ejerce hoy de intelectual del BBVA (corporativo, pero intelectual), el banco español más despierto en estas lides. La entidad que publicó un paper conexo —Monedas digitales emitidas por los bancos centrales (BBVA/Research 17/05)— favorable a “una estrategia de prueba gradual”.

Un enfoque radical en este debate es el que sostienen los banqueros alternativos agrupados en el seudónimo Jonathan McMillan: los préstamos entre particulares; las nuevas plataformas descentralizadas; el estricto control de clientes y la verificable puntuación de crédito favorecidos por Internet; y, en fin, la abundante liquidez disponible en el mercado posibilitarían El fin de la banca (Taurus, 2018). Y pues, el surgimiento de la postbanca.

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