Usar los desastres para ganar mayor resiliencia
Los pasos de los huracanes Irma y María por el Caribe deben servir como hito para reconstruir de forma más resistente y sostenible
A un mes de la devastación que dejaron los huracanes Irma y María en el Caribe, afectando a millones de personas a su paso, a las pequeñas islas del Caribe no les queda otra opción que reconstruir mejor y de manera más resistente en respuesta a la cada vez más frecuente formación de estos fenómenos meteorológicos. La de 2017 ha sido una temporada particularmente activa, con un récord de diez tormentas consecutivas que alcanzaron la categoría de huracán.
Cuando las delegaciones caribeñas se reunieron con sus socios internacionales durante las reuniones anuales del Grupo del Banco Mundial-FMI a principios de este mes, uno de los principales mensajes fue que desastres como estos pueden llegar a servir como un momento decisivo para construir con más resiliencia y planificación de cara a un futuro más sostenible. El primer ministro de Granada, Keith Mitchell, recordó como su país decidió reconstruir mejor luego del huracán Iván en 2004. “Cuando tengamos una crisis, no la desaprovechemos”, dijo.
Cada año, los desastres naturales llevan a 26 millones de personas a la pobreza extrema en todo el mundo. Desde 1980, ocho países en el Caribe han afrontado algún evento catastrófico con un impacto económico mayor al 50 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB) anual. La principal diferencia para estas islas pequeñas es que todo el país puede verse impactado; aquí las tormentas afectan a cada uno de sus ciudadanos.
Los primeros cálculos de daños tras el huracán Irma se estiman en 15 por ciento del PIB de Antigua y Barbuda. En Barbuda, más del 90 por ciento de la infraestructura resultó dañada y la mayor parte de la red eléctrica y de telecomunicaciones debe ser rehabilitada. En Dominica se está llevando a cabo la evaluación de los daños tras el huracán María, pero se estima que las pérdidas superarán los 1.000 millones de dólares, lo que equivaldría al 200 por ciento de su PIB.
Entonces, ¿qué deberán hacer los pequeños estados insulares del Caribe para hacerse más resilientes y sostenibles luego de los recientes huracanes?
El primer ministro de Dominica, Roosevelt Skerrit, compartió su visión de cómo su país puede convertirse en la primera nación resiliente ante el clima en el mundo:
“No tenemos opción, tenemos que hacerlo, porque no podemos reubicar nuestra isla, está siempre estará en la zona de trayectoria de los huracanes”, dijo el primer ministro Skerrit.
Un llamado en pos de soluciones innovadoras y de largo plazo
A medida que Dominica y las demás islas establecen sus prioridades en torno a la reconstrucción de una resiliencia económica y social, desde el Banco Mundial se hizo un llamado a movilizar fuentes innovadoras de financiamiento de riesgo y a revisar la política en torno al financiamiento concesional para aquellos pequeños estados afectados por estas tormentas. El Banco está trabajando para dar un paquete financiero de 100 millones de dólares a Dominica, en tanto que para Antigua y Barbuda se están preparando proyectos urgentes de recuperación ante emergencias por 40 millones de dólares.
La reconstrucción es una oportunidad para tener mejores infraestructuras, con edificaciones capaces de resistir vientos fuertes, así como caminos, puentes y redes eléctricas lo suficientemente sólidas para hacer frente a la siguiente tormenta. Y tras la devastación, se puede ayudar a la gente a superar el impacto a través de programas de dinero a cambio de trabajo o con redes de seguridad social y así devolverla poco a poco a la normalidad.
Pero en el caso de las pequeñas economías caribeñas, ya agobiadas por una gran vulnerabilidad, bajo crecimiento y deuda elevada, es importante pensar en otras fuentes de financiamiento, incluidas herramientas innovadoras de financiamiento de riesgo para gestionar mejor los desafíos fiscales y contar con aportes del sector privado en la búsqueda de soluciones.
A medida que los países insulares del Caribe se enfocan en reconstruir de forma más resistente, se vuelve también una oportunidad para convertirse en los nuevos referentes mundiales de la resiliencia y la adaptación al clima.
Christelle Chapoy es oficial de comunicaciones del Banco Mundial
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