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Columna
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El poderío de la empresa y el ninguneo de la patronal

La CEOE pierde la oportunidad de destacar la trascendencia empresarial en el proceso catalán que se reflejó en su junta directiva

Miguel Ángel Noceda
El presidente de CEOE, Juan Rosell,
El presidente de CEOE, Juan Rosell, FERNANDO VILLAR (EFE)

Decía Antonio Garamendi en una entrevista radiofónica el pasado jueves que las empresas no se iban de Cataluña porque les hiciera gracia. Garamendi, vicepresidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y presidente de la de la pequeña y mediana empresa, Cepyme, había vivido el día anterior una junta directiva alborotada precisamente por el asunto catalán y el papel de las patronales en el devenir de los acontecimientos, sobre todo por el impacto que ha tenido el abandono de grandes empresas del territorio en conflicto. Una demostración de poderío empresarial sobre el que se podía haber sacado pecho, pero que quedó ninguneado en el comunicado que no refleja todo lo que se expresó en la reunión.

En el debate se vertieron muchas opiniones que coincidían en la defensa de la legalidad y la seguridad jurídica como únicos escenarios desde los que se puede convivir en Cataluña, advirtiendo, además, de la grave situación económica y la pérdida de empleo que se avecina si el proceso secesionista sigue produciendo el éxodo de empresas (ya rondan las 1.000).

Hasta ahí todos de acuerdo. Pero también se expresaron afirmaciones y se hicieron propuestas que luego no se reflejaron en el comunicado, como tampoco datos sobre la repercusión del proceso en la economía catalana recogido en el informe realizado por José Luis Feito, que por cierto ha dimitido al frente de la comisión de economía tras acabar su contrato.

Gran enfado por no haber metido algunas peticiones y haber introducido ‘morcillas’

En cambio sí se introdujeron algunas morcillas, lo que no ha gustado nada y que ha generado un evidente cabreo. Entre otras perlas escogidas del escueto comunicado destaca que no se mencione al Gobierno de España y se utilice “instituciones del Estado” cuando dice que la patronal muestra su apoyo incondicional a los esfuerzos que se hagan para restablecer la legalidad. Otra es que en lugar de hablar de España como marco de referencia se diga Europa (“nuestra apuesta de futuro en una Europa fuerte y unida, competitiva y socialmente cohesionada”). “¿Qué problema hay para hablar sin circunloquios?”, se pregunta un empresario.

Pero, sobre todo, lo que más ha irritado es que, al hacer mención del grave problema que supone el abandono de empresas de Cataluña, se frivolice diciendo “varios cientos de las 230.000 empresas catalanas”, como si fuera pecata minuta que entre ellas figuren los dos bancos catalanes, la bodega de cava Codorníu (la empresa más longeva de Cataluña y de España), varias empresas señeras de diversos sectores…, cuyo peso en la economía y el empleo catalanes es bastante más importante que el resto de pymes que se quedan (muchas de las cuales también se apuntarían si tuvieran posibles). Eso sin contar que todavía pende la amenaza de una diáspora masiva de multinacionales.

La cosa va a más si se tiene en cuenta las omisiones que se hicieron y que, según las fuentes consultadas, la presidencia se había comprometido a incluir. Precisamente, una de ellas es la de no haber puesto en valor la transcendencia que ha tenido la empresa en el conjunto de la sociedad, como pidieron varios dirigentes, entre ellos el andaluz Javier González de Lara. Los dirigentes patronales han podido comprobar que el verdadero punto de inflexión que ha descolocado al movimiento independentista ha sido la decisión de grandes empresas de cambiar su sede.

Tampoco se hizo caso de la propuesta de crear una comisión de seguimiento

Tampoco se incluyó en el comunicado la propuesta de Juan Pablo Lázaro, presidente de la patronal madrileña CEIM, de que “las posibles modificaciones que se pudieran acordar de la Constitución Española o de cualquier ámbito normativo no supongan privilegios de unas comunidades autónomas respecto de otras”.

Y tampoco se hizo caso de la proposición de constituir una comisión permanente de seguimiento de la cuestión catalana. Esta se justifica por la incertidumbre de las decisiones que se puedan tomar los próximos días y la inquietud de cómo se va a gestionar la posición de la CEOE ante la evolución de los acontecimientos. ¿Qué va a hacer o decir la patronal si se aplica el sábado el 155? La junta directiva de la patronal se reúne los terceros miércoles de cada mes, por lo que no hay prevista una reunión hasta el 15 de noviembre. Es decir, un periodo en el que se espera que haya habido movimientos posiblemente definitivos. Una comisión de seguimiento permitiría abordar la cuestión mientras que su no existencia obligaría, como poco, a convocar una junta directiva de urgencia con todo lo que eso supone de ausencias y que sea la cúpula la que tome decisiones. Algo que, dada la ambigüedad mostrada en el comunicado no convence a la mayoría.

La sucesión de Rosell, en perspectiva

M. Á. N.

La reunión del miércoles constató que se ha producido una descohesión en la cúpula de la CEOE, donde dos de los cuatro vicepresidentes (Antonio Garamenti y Juan Pablo Lázaro, cuya amistad está contrastada) mantuvieron posiciones enfrentadas en el debate territorial. También se dejó ver, y lo ha hecho cada vez con más frecuencia, el líder de la patronal andaluza, Javier González de Lara. Mientras, Juan Rosell ha comenzado la recta final de su mandato, se están creando distintas corrientes y se vislumbra una pelea por su sucesión en las elecciones a la presidencia previstas para diciembre de 2018.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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