La OCDE alerta del riesgo de pobreza en los futuros jubilados españoles
El organismo anticipa que la desigualdad entre los pensionistas será más acuciante en España que en el resto de países ricos
Dos megatendencias impregnan la evolución futura de la población mundial: el envejecimiento y el aumento de las desigualdades. La OCDE, el club que reúne a los 35 países más desarrollados del mundo, analiza en su informe Evitando la desigualdad en la vejez cómo estos dos efectos interactúan entre sí. Y, en la comparación internacional, España no sale especialmente bien parada, sobre todo en la situación en la que quedarán los jubilados del futuro –con pensiones cada vez más desiguales- y los jóvenes del presente -con dificultades crecientes para entrar en el mercado laboral-.
La OCDE compara la situación de los pensionistas españoles con los de la media de los países ricos. Y llega a la conclusión de que mientras los primeros dependen casi totalmente de los ingresos que obtuvieron durante su vida laboral, en los otros países este vínculo es más débil. “Esto derivará en una mayor desigualdad en los ingresos de los futuros pensionistas”, asegura la ficha sobre España que acompaña al estudio.
Mientras que los jubilados de los países de la OCDE reciben en torno a dos tercios de sus pensiones en función de sus ingresos previos, en el caso de España este porcentaje es de casi el 100%. El cambio en el cálculo de las pensiones españolas —que entró en vigor en 2014 y que implicaba el abandono del IPC como base para revalorizar las pensiones, y su sustitución por un mínimo del 0,25%— contribuirá a reducir los pagos a los futuros pensionistas.
“España no dispone de fuertes redes de seguridad que redistribuyan los ingresos de las pensiones, al contrario que muchos países de la OCDE que tienen estos mecanismos como complemento de los esquemas ligados a los ingresos previos”, añade el texto. “En otros países, el sistema de pensiones se basa más en una redistribución directa (Dinamarca) o en una fórmula de redistribución progresiva (República Checa)”, aclara Hervé Boulhol, autor del informe y economista senior de la OCDE. El panorama que pinta este organismo para los pensionistas es especialmente negro para los menos educados y para las mujeres que abandonaron el mercado laboral para ocuparse de sus hijos u otros familiares. “El rápido envejecimiento de la población española va a magnificar los problemas creados por unos ingresos insuficientes y una mayor desigualdad” continúa.
El organismo también alerta sobre los elevados niveles de pobreza en España, que aumentaron durante la crisis que comenzó en 2007, un problema especialmente agudo entre los niños. Esta pobreza infantil suele acarrear problemas durante la vida adulta. “Es necesario emprender acciones ahora para evitar que estas desigualdades arraiguen”, añade la nota de la OCDE sobre España.
El estudio del organismo aborda el fenómeno del “desigualdad durante la vejez” en todo el mundo. Y saca conclusiones preocupantes. Por ejemplo, que los jóvenes actuales corren el riesgo de afrontar unos niveles de pobreza y desigualdad mucho mayores que sus padres. Estas generaciones vivirán más y están experimentando unas condiciones laborales cada vez más inestables y una distribución de la riqueza en la que abundan los extremos: unos pocos que ganan mucho y unos muchos que ganan poco. “Esto contribuye a ampliar la desigualdad en las edades avanzadas, mientras que las disparidades socio-económicas en la salud siguen siendo grandes”, alerta la OCDE.
Los problemas ligados a la desigualdad en las edades avanzadas son más agudos aún en los países en vías de desarrollo, muchos de los cuales experimenta un rápido envejecimiento de la población sin tener un eficiente sistema de protección social.
Es cierto que en la mayoría de los países los ingresos medios de la población son aún mayores que los de los grupos de edad parecidos de generaciones anteriores, pero esta situación está cambiando y ya no ocurre con los nacidos a partir de los años sesenta del siglo pasado, que empiezan a ver cómo sus retribuciones son inferiores a las que tenían sus padres a su edad. “La desigualdad en los ingresos ha crecido de generación en generación en dos terceras partes de los países analizados, sobre todo entre los más jóvenes”, confirma la OCDE.
En su informe, el club de países ricos rastrea la desigualdad no solo en función de la edad, sino relacionado con factores tan dispares como la salud —las personas con problemas sanitarios suelen ganar menos—, la educación —los que tienen bajos niveles formativos tienden a dejar de trabajar antes—, o el sexo —las pensiones que cobran las mujeres mayores de 65 años son un 27% inferiores que las de los hombres; y la pobreza en la vejez afecta mucho más a ellas que a ellos—.
“Un hombre universitario de 25 años tiene una esperanza de vida al menos ocho años mayor que otra persona con sus mismas características pero sin estudios. La diferencia con una mujer es de 4,6 años”, concluye el estudio.
Japón y España, líderes en envejecimiento
La OCDE recupera estudios que sitúan a España en un futuro no muy lejano —el año 2050— como el segundo país más envejecido del mundo, tan solo por detrás de Japón. Así, en 33 años habrá 76 ciudadanos españoles mayores de 65 por cada 100 en edad de trabajar, es decir, entre 20 y 64 años. Actualmente, esa proporción es de 30 a 100. Y ese acelerado envejecimiento es uno de los factores que disparará la desigualdad.
Japón es hoy, de lejos, el país con mayor población de edad avanzada, un proceso que se ha acelerado desde 1980 hasta ahora. Sin embargo, Corea le ha sustituido como el país en el que el proceso de envejecimiento es más rápido, fenómeno al que también se apuntan Grecia, Italia, Portugal y España.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.