Absolutamente global
Una bebida alcohólica ha conseguido algo enormemente difícil: crear una imagen de marca reconocida en todos los lugares del mundo. Además, hace gala de ello
Advierto a mis queridos lectores que este post va a ser bastante aburrido por repetitivo. Exceptuando alguna que otra licencia, todos los anuncios que acompañan esta entrada van a ser iguales: una botella de vodka rodeada o tuneada con algún elemento que diferencia a unas de otras. Están todavía a tiempo para dejar de leerlo si lo consideran oportuno. Avisados quedan.
Hace ahora 138 años en el pueblecito sueco de Åhus, Lars Olsson Smith, empezó a fabricar una variante del vodka, el llamado de rectificación, que dio paso al Absolut Rent Bränvin (Vodka puro y absoluto) que luego fue conocido como Absolut. Más tarde, tuvo que llegar la agencia Carlsson and Broman para crear la famosa botella que con el paso del tiempo se ha convertido en un icono mundialmente conocido.
Con solo poner en Google "publicidad de Absolut" aparecen más de medio millón de referencias sobre esta bebida con una graduación del 40% de alcohol. También hay que sumar los millones de imitadores que utilizan la botella transparente para dar rienda suelta a su creatividad.
Y cómo anuncios de Absolut hay millones y sobre las más variopintas temáticas, si les parece centrémonos solo en las publicidades de las botellas transparentes en las que aparecen ciudades. Cientos de ellas se muestran en el envase. Esta es una pequeña muestra. Y como no, empezar con las nuestras, las de la península ibérica, incluida nuestra querida Portugal. Los primeros exponentes son los dibujos inspirados en el parque Güell de Gaudí de Barcelona, un típico patio andaluz de Sevilla, una guitarra flamenca (sic) de las noches de Madrid y Lisboa con sus barcos pesqueros. La verdad es que algunas de estas ideas son ciertamente discutibles.
Dejando atrás la piel de toro, empezamos esta particular vuelta al mundo con un pequeño recorrido por capitales de Europa. En esta ocasión, la música constante de Viena, la casa del primer ministro en Londres, los motorinos que abarrotan Roma y una estación de metro de París.
Siguiendo en Europa, pero más al norte, nos encontramos con las faldas escocesas de Edimburgo, una versión del Manneken Pis de Bruselas, las amarras de San Petersburgo y las pistas de saltos de esquí de Oslo.
El viejo continente se termina con un pedazo de la antigua Atenas, una típico edificio estrecho de Amsterdam, los barcos que recorren a diario Copenhague y los restos del ya desaparecido muro de Berlín.
Cruzando el charco tenemos dos barrios típicos de Nueva York: a la izquierda, Manhattan con su icónico Central Park y Brooklyn a la derecha con su también imponente puente colgante. En medio, Aspen con sus exclusivas pistas de esquí y Boston, orgulloso hogar de los Celtics, equipo de baloncesto de la NBA.
Turno ahora para el otro lado del mundo. En Asia podemos encontrar el delicioso sushi de Tokio, las celebraciones de Pekín, los mercados flotantes de Bangkok y los peces de colores de los estanques de Kioto.
En definitiva, una vuelta al mundo de la mano de una bebida universal.
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