¿Viaje de turismo, trabajo o estudios? Analiza qué seguro te conviene más
Hacerse las preguntas correctas antes de emprender un desplazamiento es clave si se decide contratar una póliza
Viajar representa no solo un importante gasto para la mayoría de las familias, sino también una oportunidad cargada de expectativas positivas. Como todo buen viajero sabe, sin embargo, los imprevistos que pueden alterar esta experiencia están siempre al acecho. Dependiendo de cómo sea de previsor, puede que salga airoso, o que tenga que afrontar decisiones muy caras y problemas de los que sea muy complicado salir sin ayuda. Por ello, los seguros de asistencia en viaje son excelentes aliados, siempre que el viajero haya sido cuidadoso en la elección de la solución adecuada. ¿Cuál es, entonces, el seguro de viaje ideal?
No hay una solución buena para todos
El mejor seguro de viaje, que sirva para todo y para todos, es un mito. Tampoco existen aseguradoras dispuestas a regalar lo que no cobran en el precio del seguro, por lo que una póliza demasiado barata puede convertirse en una fuente de problemas si no eres consciente de su letra pequeña.
La cobertura de seguro de viaje que ofrecen la tarjeta de crédito, el seguro médico, el paquete vacacional o algún club al que el viajero pertenezca es útil, pero puede que sea insuficiente, sobre todo en materia de asistencia sanitaria en el extranjero en determinados países. Por ello, aunque el viaje sea solo un poco más complejo que lo habitual, es mejor basar la estrategia de seguridad en criterios más ajustados a nuestras necesidades.
Dentro de España, piensa en actividades, coche y mascotas
Si el viajero no sale de las fronteras españolas, la asistencia sanitaria no será un problema, ya que su tarjeta sanitaria cubre las prestaciones de las que podría precisar. No obstante, ciertas comunidades autónomas tienen problemas para prestar asistencias que consideren no urgentes. Si prefieres tirar del seguro, estar cubierto con un capital base de entre 3.000 euros y 6.000 euros será suficiente.
La cobertura debe tener en cuenta los equipajes, los gastos de cancelación y la pérdida de conexiones, pero también las peculiaridades del viaje que se pretende realizar: senderismo, campamento de verano, buceo, cicloturismo, golf, deportes náuticos, son solo algunas de las actividades que pueden caracterizarlo. Cada una lleva asociados riesgos que el seguro deberá incluir.
De la misma manera, si el viaje se realiza en coche, mejor considerar el vehículo como un elemento más y hacerse las buenas preguntas mucho antes de arrancar el motor, como por ejemplo: ¿el seguro cubrirá una grúa en un camino de tierra? En el caso de tener un accidente, ¿la aseguradora llevará el coche hasta el taller elegido por el asistido, cerca de su casa, o al más cercano al lugar del siniestro? ¿El seguro ofrece un coche de sustitución? ¿Traslada y busca alojamiento para el viajero y sus acompañantes mientras el vehículo esté en reparación?
Y si en el coche viajan también las mascotas, habrá que prever qué pasa con ellas si el dueño acaba en un hospital o si sufren ellas mismas el accidente.
En el extranjero, cuidado con la asistencia sanitaria y legal
Si adecuar el tipo de seguro al tipo de experiencia que se quiere vivir es importante en un seguro doméstico, hacerlo se vuelve casi imprescindible en uno internacional. Lo primero es identificar correctamente los destinos a los que el viajero tiene previsto acudir. Una aseguradora generalista no cubrirá los riesgos en un país donde es posible que se declare una guerra o donde ya haya un conflicto. Las compañías especialistas sí lo hacen, lo que interesará especialmente a sus clientes que son cooperantes.
La cobertura en gasto sanitario es vital en el caso de un viaje fuera de España y de la Unión Europea, área en la que la tarjeta sanitaria internacional ofrece al viajero las mismas prestaciones que se garantizan a los ciudadanos del país de destino. El capital mínimo será de unos 60.000 euros, con una buena cobertura de repatriación sanitaria garantizada sin límite.
Ocultar al asegurador una enfermedad preexistente no es una buena idea, ya que es crucial negociar qué ocurre en el caso de sufrir una recaída, si falta medicación o si la dolencia se agrava. Es importante también cuidar que el seguro cubra correctamente un embarazo. No todas las pólizas funcionan tan bien como sería de esperar en estas situaciones.
Finalmente, en el extranjero no hay que conformarse con una cobertura decente de responsabilidad civil, sino también con una defensa legal asistida con intérpretes.
Para estudiar, trabajar o hacer negocios, hay pólizas específicas
Hay seguros de viaje que están especializados en desplazamientos en los que existe el riesgo de pérdida económica o de oportunidad, por lo que será un error contratar pólizas para turistas si el viaje tiene por objetivo los negocios o la formación.
A un ejecutivo o trabajador se le puede reemplazar con cargo al seguro si enferma o sufre un accidente mientras estaba desplazado, ahorrando de esta forma costes a la empresa y garantizando la satisfacción del cliente. A un estudiante se le pueden cubrir los gastos no recuperables de los cursos a los que se había matriculado o se pueden asumir honorarios de profesores particulares para recuperar clases perdidas. En ambos casos suele haber unos bienes de uso profesional (ordenadores, tabletas, o smartphones, entre otros) que pueden ser cubiertos a través del seguro si sufren daños.
En este tipo de seguros suele ser muy importante contar con servicios de traducción o intérprete. Algunos pueden incorporar coberturas ligeras en materia de secuestro y rescate, aunque es más recomendable para personas que viajan a países con cierto riesgo que dispongan de un seguro especializado.
Una póliza para viajar un año entero
Los seguros de viaje pueden contratarse puntualmente por cada desplazamiento o bien mediante una póliza anual a un coste mucho menor por viaje. Por lo general, los seguros anuales limitan la duración de cada desplazamiento a 90 días, pero existen también contratos que garantizan todo un año sin interrupciones.
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