_
_
_
_
_

Zara abre en Madrid su tienda más grande del mundo

El local insignia de la marca de Inditex en la capital incorpora numerosos sistemas para ser más eficiente y sostenible

Javier Salvatierra
Interior de la tienda Zara del Paseo de la Castellana de Madrid.
Interior de la tienda Zara del Paseo de la Castellana de Madrid.

La blancura y la luminosidad es lo primero que se aprecia al traspasar la entrada de la nueva tienda Zara en el paseo de la Castellana de Madrid, que abre sus puertas este viernes. Ubicada entre la torre del BBVA y El Corte Inglés, el nuevo buque insignia de la marca en la capital recibe gran cantidad de luz por su fachada acristalada orientada al sur. A esa luminosidad contribuyen los tonos claros y las líneas rectas que dominan el interior, con un mobiliario que mezcla la piedra, la madera clara y el metal. Sólo una enorme pantalla que ocupa las cuatro plantas —115 metros cuadrados— rompe esa quietud. Sin embargo, la nueva tienda no quiere ser blanca, quiere ser verde. Por ello, incorpora multitud de sistemas que la convierten en la más ecoeficiente de las más de 7.000 tiendas de la marca perteneciente al grupo Inditex. Con 6.000 metros cuadrados de superficie total, algo más de la mitad para tienda y el resto para almacén y otras dependencias, pasa por ser la mayor tienda Zara del mundo.

Más información
Así son las empresas que ‘visten’ las tiendas de Zara en todo el mundo
Inditex gana un 10% más y supera por primera vez la barrera de los 3.000 millones de beneficio
Las nuevas tiendas de Zara en 2017
La tienda ZARA más grande del mundo

La cadena propiedad de Amancio Ortega quiere recortar el impacto medioambiental de sus tiendas. El objetivo es reducir un 20% el consumo de energía y el 50% el de agua, respecto a las tiendas convencionales, para 2020, fecha en la que todos los locales tienen que cumplir esos criterios. En este aspecto, la nueva tienda de Madrid opta a la mayor calificación en el sistema de certificación ambiental LEED (Leadership in Envirnoment and Energy Design) del Consejo de Edificación Verde de EE UU, un organismo independiente que vela por la sostenibilidad de la arquitectura.

Para obtener esa certificación, la tienda tiene que atender al consumo de energía, de agua, el tratamiento de residuos, los materiales, etc. Así, cada una de las cuatro plantas —niños en el primer sótano; mujer en la baja y la primera y caballeros en la segunda— está dividida en varias zonas climáticas, en cada una de las cuales la temperatura se regula de forma automática. ¿Que da mucho el sol en la cara sur? Los sensores que se reparten por la tienda envían sus señales al cerebro del sistema, ubicado en el sótano, para rebajar el calor en esa zona.

La temperatura no es lo único que se puede regular de forma inteligente. También la iluminación, toda LED, se adapta a la cantidad de luz natural o al uso de la tienda, reduciéndose, por ejemplo, cuando solo trabaja el personal de seguridad o limpieza. También la tienda está equipada para detectar en cada momento la calidad del aire de cada zona —la concentración de CO2—  y permitir o no la entrada de aire del exterior. Este, además, entrará a través de unos filtros de alta eficiencia que aseguren su calidad. Todo se puede controlar desde ese cerebro o desde una tableta.

El mobiliario está elaborado a partir de materiales que cumplen requisitos de sostenibilidad. La madera proviene de fuentes sostenibles y los revestimientos de suelo y paredes están elaborados con materiales bajo emisivos —que no dispersan compuestos orgánicos volátiles—. Además, hay una especial atención al reciclaje: desde el cartón de las cajas al plástico de las perchas o de las alarmas antirrobo, reutilizables, pasando por la propia ropa, ya que se habilitan contenedores para que el público deje prendas que ya no usa. Esas prendas, así como el excedente de Zara, se envía a Cáritas para su reutilización o se recicla la fibra para la línea Join Life, elaborada con diversos porcentajes de material reusado.

La reforma del edificio es obra del estudio de la coruñesa Elsa Urquijo, que también firma el diseño interior, en el que dominan las líneas rectas y los tonos claros (grises, blancos, madera clara) en el mobiliario, los expositores, las islas, las paredes y el falso techo de rejilla metálica. La idea es que en esta claridad sea la ropa y los complementos de Zara la que ganen protagonismo. "Hemos querido hacer la tienda más boutique", subraya la arquitecta, "que la colección se vea más, que quede enmarcada por los muebles o la líneas del edificio, que el aspecto visual sea calmado y que al ojo le sea fácil ver las colecciones y los looks".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_