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Entrevista | Carlos Moedas

“Un innovador europeo es más valiente que uno en EE UU”

El comisario de Investigación, Ciencia e Innovación habla sobre cómo Europa busca sacar partido económico al conocimiento del continente

Thiago Ferrer Morini
El comisario europeo Carlos Moedas.
El comisario europeo Carlos Moedas.Carlos Rosillo

En 2014, la plataforma de startups F6S estimó en alrededor de 15.000 el número de empresas de emprendimiento innovador en Europa, cerca de 3.000 más que en Estados Unidos. Reforzar al sector es uno de los pilares de la política de la Unión Europea, ansiosa por inyectar los beneficios de las nuevas tecnologías a la anémica economía del continente. Al portugués Carlos Moedas (Beja, 1970), le corresponde una parte de esa tarea como comisario de Investigación, Ciencia e Innovación en el colegio encabezado por Jean-Claude Juncker. "Somos el 7% de la población mundial, pero de aquí sale el 34% de las publicaciones científicas", afirma. "Pero luego, no somos capaces de transformar esa ciencia fundamental en productos".

Pregunta. ¿Cuáles son para la Comisión los principales problemas que se encuentran las startups y qué puede hacer para mejorar su situación?

Respuesta. Creo que el mayor impedimento es el burocrático. Lo que nos mata es que las empresas tienen que enfrentarse con muchas regulaciones y mucho papeleo. Hay que trabajar por una regulación más inteligente, reducir y simplificar los procedimientos. El programa Horizonte 2020 intenta dar ejemplo, buscando que las ayudas se den de la forma más sencilla posible en comparación con los distintos programas nacionales. Y creo que lo hemos hecho bien, porque muchos investigadores nos dicen que, efectivamente, es mucho más fácil tratar con nosotros.

P. ¿Cómo se superan las divergencias administrativas, culturales y entre Gobiernos para edificar un ecosistema de startups en toda la Unión?

R. Para empezar, yo no creo que existan trabas culturales. Los empresarios europeos se mueven por todo el mundo, van a Estados Unidos y triunfan con la cultura que traen consigo. El problema es que el proyecto europeo aún no ha terminado de completar el proyecto del mercado único. Hay un montón de barreras invisibles que no dejan que las cosas pasen. Un empresario español que funda una empresa en España acaba teniendo que hacer una empresa francesa para hacer negocios en Francia. Retirar esas barreras es nuestra mayor prioridad. Queremos que si un emprendedor español nos llama porque ha encontrado una traba para su negocio podamos poner en la misma mesa a la Comisión, a los reguladores y a las instituciones nacionales para discutir. Lo bueno es que es cierto que Europa tiene muchas culturas y que hay que traducir todos los documentos a 24 lenguas, pero también nos podemos sentar alrededor de una mesa y llegar a una solución. Es la clase de cosas que parecen obvias pero que son importantes: que la política funcione; que alguien pueda decir, si tengo un problema, puedo llamar a Bruselas; que en el fondo, seamos una fuente de soluciones y no de problemas. Muchas veces, ni siquiera es la ley lo que es una barrera, sino su interpretación.

P. ¿Qué puede hacer Europa mejor que Estados Unidos?

R. Europa y Estados Unidos son incomparables. Nuestra ventaja es la diversidad, tanto de lenguas como de países. Un estudio de la Harvard Business School afirmó que no hay innovación sin diversidad ni conflicto. Y estamos viendo que, precisamente, donde surge la innovación es en esa encrucijada entre culturas y países. Estados Unidos lo sabe e importa esa diversidad. Nosotros no lo necesitamos.

P. ¿Cómo se consigue capital para esa innovación, tanto dentro como fuera de la UE?

R. Es una pregunta complicada de responder, porque en Europa se ha acentuado mucho el papel del venture capital público, y eso lo pone en manos de los Gobiernos nacionales. Si España quiere invertir invertirá en empresas españolas. Estamos montando el Fondo de Fondos, que, sobre una base de capital público, podrá atraer capital privado para iniciativas transfronterizas. Estamos trabajando para que Europa extienda su programa de atracción del capital privado, incluido en el plan Juncker, al venture capital.

P. Uno de los problemas que los emprendedores dicen encontrar es la falta de cultura del riesgo.

R. Una vez más, no es la cultura. Son los incentivos. Tuve la experiencia de trabajar con eso con el Gobierno portugués. Una ley de quiebras muy complicada significa que una empresa fallida, es decir, el fracaso de un empresario, se puede arrastrar años y años. Eso es traumático. Esa persona no tiene incentivos para crear una nueva empresa. Una ley que permite al emprendedor liquidar sin traumas y le mirar de nuevo hacia adelante rápidamente hace toda la diferencia. Son los incentivos los que modelan la cultura. De hecho, creo que un empresario europeo es más valiente y está más dispuesto a arriesgarse que un estadounidense, porque corre mucho más riesgo y porque los problemas con los que se encuentra son mucho más difíciles de solventar.

P. Usted ha dicho que quiere hacer énfasis en el capital privado, pero a corto plazo el capital público va a seguir siendo muy importante. Algunos de los países que más necesitan de la innovación para reiniciar sus economías están sometidos a restricciones presupuestarias. Usted participó en las negociaciones del ajuste portugués; ¿cómo se compatibiliza el desarrollo de la innovación y la austeridad presupuestaria?

R. Es un triángulo: por un lado, la responsabilidad presupuestaria (porque si no, nadie te presta dinero), después las reformas estructurales que bajen las barreras del mercado, y luego la inversión. La pieza que faltaba era de la inversión, y esa ha sido la gran apuesta de la Comisión Juncker.

P. Usted ha dicho en el Parlamento portugués que hay que mirar a la aplicación de transporte Uber "de forma positiva". ¿Como se combinan los beneficios de la disrupción con el bienestar de quienes trabajan en los sectores afectados?

R. En el Parlamento me pregunté cómo podemos ayudar a los taxistas a incorporarse al mundo digital. Acostumbro a decir que la globalización es un hecho y hay que mirar a la disrupción de forma positiva. Pero hay que hacer que los que trabajan en el mundo físico le saquen partido al mundo digital. Y yo no veo que ambos mundos sean incompatibles.

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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