La productividad es el reto del triángulo atlántico
EE UU, Europa y América Latina deben persistir en las reformas para aprovechar las ventajas de la globalización
La globalización es un reto real para Estados Unidos, Europa y América Latina. Las oportunidades derivadas de la relación de las economías en las tres regiones son enormes, como demuestran los flujos comerciales y las inversiones que se mueven por el Atlántico. Pero para que esta área aproveche su pleno potencial es necesario hacer frente a muchas cuestiones pendientes. La más urgente y que comparten los tres actores es el fuerte descenso de la productividad. Es el diagnóstico que hizo el pasado martes el foro económico organizado por EL PAÍS y la Cámara de Comercio de España-Estados Unidos con el patrocinio de Enagás, Ferrovial, BBVA, Air Europa y PwC. Los empresarios, economistas y mandatarios que participaron en el debate celebrado en Nueva York coincidieron en que la economía global se ve lastrada por fuerzas que están reduciendo su potencial de crecimiento.
La mayor potencia del planeta, por ejemplo, crecerá con suerte un 2% durante los próximos años, de acuerdo con las últimas proyecciones de la Reserva Federal. Es un punto menos que antes de la Gran Recesión. Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, identificó el problema en las tasas de productividad negativa que arrastra EE UU. “Los empleados producen menos que el año pasado”, advirtió, “así el crecimiento no puede durar mucho tiempo”.
En una línea similar se pronunció el ministro español de Economía, Luis de Guindos. Indicó que el modesto crecimiento mundial se explica por la baja productividad que sufren los países europeos. Y es algo que le preocupa, porque este indicador es precisamente uno de los que determinan el comportamiento futuro de la economía. Si eso se combina con la debilidad de la demanda agregada y los altos niveles de endeudamiento que persisten, la combinación provoca que la coyuntura sea “frágil”.
Gurría: “Los empleados producen menos que el año pasado”
América Latina va camino, por su parte, de sufrir su segundo año consecutivo en recesión. El Fondo Monetario Internacional proyectaba en sus últimas previsiones de julio una contracción del 0,4% del producto interior bruto de la región en 2016, que sigue al 0,1% en 2015. “Es un momento complicado”, valoró Gurría, que contrasta con el sólido rendimiento que tuvo durante las crisis financiera. “De golpe les cuesta crecer”, señaló. Los factores que explican las dificultades para retomar el crecimiento, como señalaron los distintos intervinientes en el foro, son tanto externos como internos.
El crecimiento de los demás ya no ayuda como antes. China, por ejemplo, no compra materias primas con el mismo apetito de hace unos años. La debilidad de la económica global provocó que los flujos comerciales estén creciendo cerca solo de un 3%, la mitad de lo que sería normal. Lo mismo pasa con las inversiones, por el efecto de la inestabilidad política y de la estrategia monetaria de la Reserva Federal.
La evolución de la actividad económica es además dispar porque cada país tiene que lidiar después con sus problemas domésticos. Chile, Perú y Colombia están experimentando un ajuste ordenado porque adoptaron políticas que les permitieron amortiguar mejor el golpe del desplome de las materias primas y la moderación de la demanda global. Brasil está en la otra cara de la moneda.
Dado el escenario, el economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, José Juan Ruiz, citó “tres elefantes en la sala” al referirse a los retos. El primero está relacionado con el incremento de la clase media, que obliga a adoptar nuevas políticas. El segundo es el impacto de la desigualdad en el gasto social. Y el tercero: hay un problema de credibilidad al hablar de la recuperación, derivado de una falta de análisis que permita entender cómo evoluciona la economía.
Otros instrumentos
Luis de Guindos explicó que la política monetaria es insuficiente para corregir todo estos problemas. Entre otros motivos, porque empieza a mostrar sus límites. Por eso propone que se reconsideren otros instrumentos. Los participantes en el debate destacaron en este sentido que la receta para aplicar reformas estructurales ya está en marcha. “Son fundamentales para elevar la productividad, reducir barreras y crear más competencia”, defendió el ministro.
Joaquín Cottani, economista jefe de Standard & Poor’s, se mostró en este sentido contrario a que se recurra a la depreciación de las divisas. “Esa no puede ser la solución a la caída de la productividad”, dijo. Ángel Gurría advirtió que los países no pueden permitirse el lujo, en esta coyuntura tan incierta, de reducir el paso de las reformas. “Es cuando más se necesitan”, aseguró. También dijo que retrasarlas provocará que las medidas “sean más dolorosas, costosas y políticamente más caras”.
La falta de productividad explica además que los niveles de desigualdad estén creciendo. Por eso los expertos que intervinieron en el foro urgieron a que se revierta la situación y se adopten políticas ambiciosas para que se retome el crecimiento con el vigor de la pasada década. Es, coinciden, una cuestión económica, pero también moral. El riesgo de esta falta de visión, advierten, es que se cree una sociedad fragmentada e inestable.
La desigualdad es un problema que amenaza a los dos continentes
“Hay problemas reales”, indicó Juan Luis Cebrián, presidente del grupo Prisa y presidente de EL PAÍS, “pero también hay nuevas esperanzas”. Se refirió al cambio de la situación política en Argentina, Colombia y Perú. Cuba, auguró, puede ser además un catalizador adicional para toda la región y para potenciar una relación que puede ser muy fructífera entre EE UU y los países de América Latina.
El presidente de la Cámara de Comercio de España, José Luis Bonet, defendió los efectos positivos que ha tenido para las empresas españolas la globalización. En un momento en el que tanto en Europa como en Estados Unidos están sobre la mesa los perjuicios que los efectos de la globalización han causado en las clases trabajadoras, Bonet resaltó que ésta “ha activado un cambio estructural positivo: la internacionalización”.
Bonet también reclamó a los negociadores de ambos lados del Atlántico que apuesten por el futuro tratado de comercio entre Europa y Estados Unidos (el TTIP, en sus siglas en inglés) ahora que sus negociaciones parecen heridas de muerte. Bonet pidió un acuerdo “lo más ambicioso posible” que permita a las empresas de ambos continentes “expandir su presencia bilateral en ambos mercados”. El Brexit y el rechazo social torpedean este proyecto, pero el empresario insistió: “Animamos a los negociadores a progresar y a dar mayor claridad a los actuales problemas con el fin de alcanzar un resultado ambicioso que satisfaga a todos, debemos hacer todo lo posible para no perder esta oportunidad”.
El vicepresidente de PwC, Adam Gutstein, resaltó las fuertes relaciones económicas entre las empresas españolas y el continente americano. “Tenemos la llegada de las multilatinas, compañías globales con presencia en España o Estados Unidos… Si lo ponemos en perspectiva, nuestra firma en España ha prestado servicio el año pasado a unas 500 compañías con sede en otras partes del mundo”. Pero hay aventuras que datan de muy antiguo. Robert Unanue, presidente de Goya Foods, relató cómo su abuelo dejó España a los 18 años en 1904 y empezó un negocio en Nueva York trayendo la comida que echaban de menos los inmigrantes.
Bonet pide a los negociadores que no renuncien al acuerdo comercial entre EE UU y la UE
Otros ejecutivos explicaron los factores que les ayudan a determinar en qué países invierten. Para José Manuel González-Páramo, consejero ejecutivo del BBVA, las claves para atreverse a desembarcar en un país son la transparencia y la estabilidad regulatoria, pero también les mueve la necesidad de acompañar a sus clientes al extranjero, donde las empresas deciden emprender negocios. “Diversificar el riesgo también es un factor”, señaló.
“Buscamos estabilidad, no somos como un fondo de inversión en infraestructuras que un día está aquí y otro allí. En Latinoamérica estamos en Chile, Perú, Colombia”, apuntó, por su parte, Antonio Llardén, presidente ejecutivo de Enagás. Pedro Azagra, director de desarrollo corporativo de Iberdrola, explicó que la compañía ya es el segundo productor de energía en México, donde llegaron en 1998, y seguirán en el país. Defendió también la buena marcha de los negocios en Estados Unidos. “La clave es la estabilidad regulatoria y el largo plazo”, dijo.
El consejero delegado de Ferrovial, Íñigo Meirás, destacó que su compañía está ahora más centrada en Estados Unidos que en Latinoamérica como consecuencia del impacto de la recesión en los países del sur del continente, ya que allí cuesta mucho más cerrar la financiación de los proyectos. “Y nos centramos en que los proyectos sean grandes, más que en el tamaño de los países”, apuntó. David Bell, presidente de Grifols, destacó también la necesidad de que los países presenten expectativas de crecimiento del negocio a largo plazo. La empresa catalana dio su salto a Estados Unidos en 2002 con la compra de una compañía y se reforzó en 2011 con otra adquisición.
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