Víctor Madera, el amo de la sanidad privada en España
Pese a los cambios de propiedad, el presidente de Quirónsalud siempre ha capitaneado la empresa con la que ha navegado con éxito por el sector
Allá por mayo de 2012, Esperanza Aguirre se paseaba por las obras del que pronto sería el hospital de Collado-Villalba. Entre la comitiva de notables –chalecos fluorescentes sobre traje y corbata o vestido de ocasión, tocados con casco de obra- que seguía a la presidenta de la Comunidad de Madrid, estaba un hombre de gesto serio, discreto, cabizbajo en ocasiones. En las fotos casi nunca aparece en primer plano. Su nombre es Víctor Madera. El mismo que esta semana se ha embolsado 400 millones de euros en acciones del grupo sanitario alemán Fresenius, en virtud del acuerdo por el cual la compañía germana adquirirá el 100% de la española Quirónsalud, una operación valorada en 5.760 millones y que alumbrará, permiso de los reguladores mediante, el mayor conglomerado sanitario europeo.
Las cifras avalan que se trata de una operación importante. El grupo resultante tendrá más de 100.000 empleados y controlará más de 155 centros sanitarios. 42 hospitales, otros 53 centros sanitarios de otra índole y 300 oficinas de prevención de riesgos laborales, los de la red de Quirónsalud, estarán en España. Y sobre ellos reinará Víctor Madera, que seguirá al frente de Quirónsalud pese a vender su parte del accionariado a Fresenius. De hecho, Madera, al que se ha llegado a apodar el ministro de Sanidad en la sombra del PP, haciendo honor a su apellido, ha navegado sin contratiempos, siempre manteniéndose en el primer escalón, las sucesivas compras, fusiones y cambios de accionariado que jalonan su trayectoria empresarial vinculada a la sanidad.
“Es un empresario muy trabajador, hábil negociador y cumplidor”, dice de él Fernando Lamata, que fue, entre otras cosas, consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha entre 2000 y 2004. Lamata conoció a Madera mucho antes, en 1989, cuando el empresario, nacido en Asturias en 1962, médico de formación, especializado en Medicina deportiva y formado en EE UU, fue su alumno en el primer Master de Dirección de Instituciones Sanitarias en la Escuela Nacional de Sanidad. “Era muy joven, con muchas ganas e ilusión”, comenta. Acabado el curso, Madera, gracias a Lamata, obtuvo su primera experiencia en el oficio de la gestión sanitaria al dirigir una pequeña clínica de la Cruz Roja en Asturias.
De ahí, Madera pasó a Castilla-La Mancha. Una pequeña clínica en Albacete, el Centro de Diágnóstico Recoletas, nacida en 1994, había empezado a crecer. En 1998, ya con varias clínicas en Castilla-La Mancha y Extremadura y con el nombre Ibérica de Diagnóstico y Cirugía (IDC), contrata a Madera como director general. El objetivo de IDC, y de otros grupos, es, como explica Lamata, un nicho de mercado muy concreto: las listas de espera. Para aliviar las esperas de los pacientes, las administraciones públicas de sanidad externalizan servicios. Empresas como IDC comienzan a realizar diagnósticos, pruebas, análisis de sangre… El negocio es atractivo, lo suficiente para que el fondo de capital riesgo CVC Capital Partners compre IDC. El cambio de propiedad y aumento de músculo no afecta a Madera, que se mantiene al frente de IDC.
En 2000, Madera y Lamata vuelven a encontrarse. El segundo es nombrado consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha y, entre otras labores, tiene que gestionar los conciertos y concesiones otorgados por el entonces Insalud –antes de que las comunidades autónomas asumieran las competencias de sanidad- a empresas como IDC. “No tenía la sensación de que quisiese invadir el sector público”, recuerda Lamata, “pero sí era una persona con muchas ganas, mucha energía, con una capacidad de trabajo importante”. También le recuerda como “firme, muy discreto, algo tímido”.
Quizá por esa discreción se ha mantenido alejado de los focos, aunque a principios de la década siguiente su nombre saltó a los medios de comunicación por dos operaciones: en 2001 logró la gestión del Hospital General de Cataluña, muy endeudado; a finales de 2002, una UTE en la que figuraba IDC ganó el concurso para hacerse durante 10 años con la gestión del madrileño Hospital de la Concepción, entonces propiedad de la Fundación Jiménez Díaz, prácticamente en quiebra. Fue el pistoletazo de salida al proceso privatizador de la Sanidad madrileña impulsado por el PP, en particular por Esperanza Aguirre, y el salto definitivo de IDC.
Voluntad de prosperar
“¿Ambicioso? Se puede decir, a la vista de su situación actual”, rememora Lamata, que, no obstante, no tiene la sensación de que Madera, que ha declinado hacer declaraciones a este diario, tuviese un afán desmedido de éxito. “Sí una gran voluntad de superarse y prosperar”.
Lo hizo, de hecho. La potencia de IDC, que en 2005 ya tenía en sus manos la salud de más de 200.000 madrileños, llamó la atención de la multinacional sueca Capio. Ese año, adquirió IDC por 331 millones de euros. Una vez más, los suecos confiaron en la capacidad de gestión de Madera, que quedó al frente de Capio Sanidad, la rama española, al igual que haría un año después cuando dos fondos de inversión se hicieron con el gigante sueco. Y también cuando, ya en 2011, CVC volvió a hacerse con la filial española, esta vez desembolsando 900 millones. De hecho, con Capio ya fuera del accionariado, en 2013 la empresa recuperó su nombre original y pasó a llamarse IDC Salud.
Con el sostén sueco o con el del fondo británico, IDC siguió creciendo. Si en 2005 gestionaba la sanidad de 200.000 madrileños, en 2013 eran ya casi un millón, a través de cuatro hospitales. En 2014 era ya el mayor grupo sanitario privado en España, con ingresos de 924 millones de euros. Un 70% de ellos provenía de concesiones con la sanidad pública. Le faltaba la pata de las aseguradoras. El Grupo Hospitalario Quirón la tenía (ingresos de 823 millones en 2014, el 95% de los seguros médicos, según ha informado Fresenius), por lo que en junio de 2014 ambos acordaron fusionarse, creando Quirónsalud. ¿Quién queda al frente del nuevo conglomerado? Exacto, Víctor Madera, bajo cuya dirección el gigante sigue engordando con diversas adquisiciones (la clínica Ruber de Madrid, la policlínica Gipuzcoa en San Sebastián, el hospital Infanta Luisa en Sevilla, además de mutuas de accidentes laborales).
Este gigante, del que CVC tiene alrededor del 60% y el resto se reparte entre Madera y el resto de la dirección (Quirónsalud ha declinado desglosar el accionariado a petición de este diario), es el que se ha comprado la alemana Fresenius, ya valorado en 5.760 millones. 400 de ellos son para Víctor Madera, en un paquete de acciones que se compromete a mantener al menos durante dos años. No se quedará en casa a verlas crecer. Fresenius mantendrá su marca (Helios) en Alemania y Quirónsalud en España. Y Madera, una vez más, seguirá al timón. “Estamos más que felices de tenerle a bordo con el resto de la dirección para desarrollar aún más la compañía”, respondió esta semana Fresenius a preguntas de El PAÍS.
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