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Columna
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El fin del romance ‘bitcoin’

El robo de millones de euros en el equivalente de esta moneda virtual decepciona a mucho de sus usuarios

Santiago Carbó Valverde

Pase lo que pase, el bitcoin será siempre recordado como la primera gran referencia de moneda virtual, con aportaciones tecnológicas de indudable utilidad en otros campos. Pero su andadura no está siendo fácil. El sonado robo de bitcoins equivalentes a 59 millones de euros de la plataforma Bitfinex este mes de agosto no fue el primero y, seguramente, no será el último.

Es un paso más en el progresivo deterioro del romance entre el bitcoin y muchos de sus usuarios. Ha sido una muestra de las vulnerabilidades que se unen a los potenciales usos fraudulentos de una tecnología que aporta anonimato a las transacciones. En el caso de Bitfinex, la macabra paradoja de esta privacidad supone que, al no poder identificar a quién corresponden los bitcoin robados, cada uno de sus usuarios sufrió una pérdida del 36% de sus depósitos.

Hay y habrá otras criptomonedas con el mismo origen romántico. El bitcoin emergió como un medio de pago —y contable— alternativo a los medios oficiales del sistema monetario y bancario y libre de sus ataduras. Al tiempo, no obstante, surgían recelos sobre su uso para el blanqueo y otras operaciones delictivas. Es, ante todo, un ejemplo de un cambio tecnológico más amplio. Y es, también, uno de los grandes laboratorios del conflicto entre los defensores de la privacidad y los de la seguridad en los medios de pago. El romance continuará, en todo caso, para otras monedas virtuales y, sobre todo, para algo mucho más amplio y de enorme utilidad social: las tecnologías de registro distribuido (DLT, distributed ledger technologies).

Permitirán tremendos avances al compartir información en tiempo real y sin limitación geográfica para apuntes contables y transacciones legales, financieros o médicos, entre otros muchos.

Desde el papiro hasta aquí, es una de las grandes innovaciones de la humanidad en el registro de información. Hasta la fecha, el ejemplo más claro es la tecnología de cadena de bloques o blockchain, en la que precisamente se sustenta el bitcoin pero al que trasciende ampliamente.

Son numerosas las industrias actuales que encuentran posibilidades hasta ahora desconocidas en las DLT. Pero queda mucho camino por recorrer. Como en otros ámbitos de esta nueva e inusitada revolución industrial intangible, son mucho mayores las esperanzas depositadas que las tecnologías ya establecidas y dominantes.

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