Latinoamérica ahorra poco y mal, según el BID
Un informe apunta a que, entre 1980 y 2014, la región solo guardó el 17,5% de su PIB, muy por debajo del 33,7% de las economías emergentes
Las familias, empresas y gobiernos latinoamericanos y del Caribe ahorran poco y de forma deficiente. Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) apunta a que, entre 1980 y 2014, la región solo guardó, de media, el 17,5% de su PIB, muy por debajo del 33,7% de las economías emergentes de Asia y el 22,8% de las economías avanzadas. Solo el África subsahariana registró niveles de ahorro inferiores a Latinoamérica, con un 13,8%, según el documento.
Dadas las diferencias de nivel de desarrollo económico y necesidades de inversión entre ambas regiones, el penúltimo lugar del ranking no debería servir de consuelo: “África es una región muy joven que puede ahorrar muchísimo más que América Latina, que ahora empieza a envejecer y perdió la oportunidad de ahorrar”, señala Tomás Serebrisky, economista del BID y uno de los autores de la investigación publicada en Santiago de Chile.
Las economías emergentes de Asia han guardado el 8% de su PIB para prepararse para la vejez de su población, Latinoamérica no lo ha hecho. “Durante mucho tiempo no hemos visto la falta de ahorro como un problema, porque teníamos una población relativamente joven”, asegura Eduardo Cavallo, otro de los autores del informe Ahorrar para Desarrollarse: Cómo América Latina y el Caribe Pueden Ahorrar Más y Mejor. El economista explica que el problema es que “ahora la población está envejeciendo y el porcentaje de personas mayores a 65 años, que hoy es de un 5%, en 2030 pasará a un 15%. La región necesitará multiplicar los recursos porque esa población es más costosa de atender. De no tomar medidas, la población adulta mayor va a estar en riesgo de llegar a la edad de retiro en una situación de pobreza”.
El escenario es complejo y, de acuerdo con el BID, América Latina y el Caribe enfrentan tal crisis de ahorro que se augura “un futuro difícil”. Porque la región no solo ahorra poco, sino mal: “No siempre ocurre de la manera más eficiente de modo que esos recursos lleguen a la inversión productiva de áreas como la infraestructura, que tiene rendimientos muy altos”, apunta Cavallo.
Sin ahorro, no hay inversión
Pero existen salidas, que pasan sobre todo por la promoción del ahorro como una política de Estado, similar a la salud, educación o seguridad. “Hay países con menos renta per cápita que ahorran más que nosotros. No podemos justificar nuestros bajos niveles de ahorro simplemente aduciendo que no somos buenos a la hora de guardar dinero”, indica José Juan Ruiz, economista jefe del BID. “La buena noticia es que la región puede deshacer la serie de obstáculos que ella misma ha generado y que impiden llegar a la tasa de ahorro que necesitaríamos para poder invertir y dar el salto”. Con tasas de ahorro de un 17%, indica Ruiz, Latinoamérica jamás podrá invertir anualmente el 25% de su PIB para llegar a las metas de crecimiento y desarrollo que se ha propuesto.
El informe manifiesta que las familias, las empresas y los gobiernos pueden alcanzar los recursos necesarios para cubrir los momentos buenos y los malos y, paralelamente, cuidar de una población que envejece. El problema es especialmente complejo en el caso de las personas: en América Latina solo el 16% de los mayores de edad tienen una cuenta en un banco, mientras que en los países emergentes de Asia esta cifra llega al 40% y en los países desarrollados a un 50%. Los hogares, especialmente los de menores recursos, poseen acceso limitado a instrumentos financieros para ahorrar. Cuando lo logran, sin embargo, enfrentan altos costos. El problema se ve acrecentado por la poca confianza en los bancos, el analfabetismo financiero generalizado y la inmensa informalidad laboral, que afecta a la mitad de las familias latinoamericanas.
Entre las recomendaciones que realiza el BID está la necesidad de que los gobiernos encaren los sistemas de pensiones defectuosos, mejor orientación en las políticas impositivas y promover el ahorro de particulares. Una necesidad urgente para los Estados radica en apuntalar el gasto capital con regulaciones fiscales y reglas que destinen mayor gasto público a las inversiones: debido a las filtraciones, los programas de transferencias y subsidios acaban beneficiando a aquellos que no lo necesitan.
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