Helicóptero del dinero: ¿solución final?
Lo que hasta ahora se consideraba herejía, empieza a contemplarse como posible
Más de 600 bajadas de los tipos de interés en todo el mundo desde el año 2007; casi 500 millones de personas viviendo en lugares donde el precio del dinero está en tasas negativas; 12,2 billones de dólares gastados en comprar activos (equivalentes a la riqueza producida por un país como España durante más de 11 años)... y la economía mundial no acaba de adquirir velocidad de crucero, y la inflación está muy baja, coqueteando con la deflación o la desinflación. Este es el balance (datos del Bank of America, citados por Bloomberg).
Concentrémonos en Europa. El Banco Central Europeo (BCE) pronostica para el año en curso un anémico crecimiento del 1,4% (cuatro décimas menos que en los datos proporcionados en diciembre), después del 1,6% de 2015. Ante ello se ha multiplicado el debate: si para cambiar las cosas es suficiente la política monetaria expansiva del BCE (tipos de interés cero, compra de bonos en el mercado secundario por valor de 80.000 millones de euros mensuales, cobro a los bancos por depositar su dinero en el propio BCE...) o es necesario resucitar la política fiscal de otros tiempos. Esa política monetaria bordea la llamada “trampa de liquidez”: aumenta la masa monetaria, pero el dinero no llega a la economía real.
Mario Draghi, presidente del BCE, ha dicho en el Parlamento Europeo: “La política monetaria del BCE ha sido el único estímulo verdadero en los últimos cuatro años; ahora hay que poner énfasis en la inversión pública, en la inversión en infraestructuras”.
A nivel académico, ese debate se ha plasmado en la resurrección de la idea del “helicóptero del dinero”, que planteó Milton Friedman en Las paradojas del dinero (Grijalbo). El Nobel se preguntaba qué sucedería en una comunidad aislada, quizá en una isla, si un helicóptero sembrase de dinero la economía de sus habitantes. La idea la recuperó Ben Bernanke en una conferencia de 2002 (por la que se le conoció como Helicóptero Ben), cuando afirmó que parecidas medidas serían un estímulo efectivo al consumo y, por lo tanto, para los precios.
La teoría del helicóptero del dinero consiste, en esencia, en unir la política monetaria y fiscal: los Gobiernos, faltos de liquidez, emiten deuda a corto plazo que compra directamente el banco central con dinero fresco impreso por él mismo; esos fondos obtenidos por el Gobierno en cuestión se inyectan directamente en la economía real a través del aumento del gasto público o de la reducción de impuestos, según sea la situación del país.
Varios economistas han apoyado esta teoría, entre ellos el supervisor financiero del Reino Unido después de la quiebra de Lehman Brothers, Adair Turner, en su libro Entre la deuda y el diablo. Rai Dalio, el fundador del hedge fund Bridgewater (que gestiona casi 160.000 millones de dólares), decía en una carta a sus inversores el pasado mes de febrero: “Si miro alrededor del mundo, el riesgo no es la inflación ni la economía recalentada. Van a tener que ir directamente a los consumidores”.
A nivel real, no académico, la teoría del helicóptero es, por ahora, una herejía, pero durante estos años de profunda recesión se han superado una y otra vez líneas rojas que parecían imposibles de traspasar. Por ejemplo, el BCE tiene prohibida la financiación de los Estados.
Entre los críticos aumentan los temores a que, una vez iniciado el ciclo inflacionario, sea muy difícil detenerlo; a que quede dañada la independencia de los bancos centrales, o a que el dinero del helicóptero sea atesorado por los ciudadanos para ahorrar y no para gastar.
Peter Praet, economista jefe del BCE, declaraba hace unos días que “el helicóptero del dinero” le parecía un “instrumento extremo”, pero que “la cuestión es cuándo tiene sentido hacerlo”. La próxima reunión de política monetaria del BCE se celebra el día 21 de este mes.
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