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Columna
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El limbo de El Pireo

50.000 refugiados en Grecia, en tierra de nadie. Ni volver a Turquía ni viajar a Europa

Joaquín Estefanía

1.- En el carillón del puerto ateniense suena la canción Los niños de El Pireo. Fue Óscar a la mejor canción original, como banda sonora de la película Nunca en domingo que cuenta la relación entre una prostituta griega (la maravillosa Melina Mercuri) y un escritor norteamericano que trata de apartarla del oficio. En la canción, la protagonista cuenta que le gustaría tener uno, dos, tres o cuatro hijos de El Pireo. La historia parece haber realizado ese deseo: centenares de niños refugiados corretean o dormitan estos días en los cuatro sitios que hacen de desordenados campamentos en el puerto de El Pireo. Algunos de ellos son tan pequeños que habrán nacido allí mismo o en las barcazas y transatlánticos que los han traído de las islas griegas desde Turquía. En los últimos 15 días, han sido atendidos por los médicos de las ONG unos 850 niños.

2.- En El Pireo estaban acampadas, al menos hasta el día de ayer, alrededor de 4.300 personas. Sirios, afganos, iraquíes, libios, somalíes, de Bangladesh, de Mali, kurdos, hasta marroquíes (sí, marroquíes que vuelan hasta Estambul en viajes low cost, y de ahí a Europa pasando por Grecia, porque consideran que es un viaje más largo pero más seguro que por Ceuta o Melilla). El sábado llegó comida tan sólo para mil personas. La distribución fue dramática: dos filas, una para hombres, otra para mujeres y niños. Los primeros recibieron un mendrugo de pan y una naranja; las mujeres y niños, una porción de arroz y un huevo duro. Agua embotellada para todos.

3.- Han empezado a separar a los refugiados en dos categorías: los sirios y los afganos (que comprenden a todas las nacionalidades presentes). Los sirios son los refugiados de primera, porque los citan explícitamente en las negociaciones de la UE con Turquía. Ha comenzado a haber tensiones entre unos y otros por problemas de intendencia (por ejemplo, por los pocos enchufes para cargar los teléfonos). Son los problemas lógicos relacionados con la naturaleza humana puesta al límite por el hacinamiento y la escasez.

4.- ¿Y Grecia? En su interior se han quedado al menos 50.000 refugiados. Apenas hay dinero para atenderlos: transcurridos seis años desde el comienzo de las políticas de austeridad y más de 300.000 millones de euros después de rescates, el paro sigue siendo exponencial, la economía está en recesión y los jubilados se aprestan a recibir el duodécimo recorte de sus pensiones. Los sondeos indican que Amanecer Dorado, el partido de extrema derecha, crece y hay quien teme que pronto sea el segundo partido en las preferencias ciudadanas, por delante de Syriza (que ya ha sido superado por Nueva Democracia).

Según el acuerdo con Turquía, estos 50.000 refugiados no pueden ser expulsados hacia ese país y las fronteras con los países septentrionales están cerradas. ¿Quedarán deambulando de modo indefinido por un país sin condiciones ni infraestructuras para atenderlos, ordenarlos, integrarlos, etcétera? Estos días, cuando comienza la temporada turística, la policía expulsa a los refugiados de la céntrica plaza Victoria, donde hace seis meses había centenares de tiendas de campaña y ni siquiera tenían servicios para hacer sus necesidades. No los dejan sentarse en los bancos y tomar el sol. Los desplazan con muy malos modos hacia las calles adyacentes, para que no se les vea. Hay refugiados instalados en campamentos de verano para niños y en cuarteles militares. Como no hay dinero, a los soldados los envían a casa a comer.

5.- Los refugiados de El Pireo no tienen ni idea de lo que la UE y Turquía han acordado el viernes en Bruselas. Los representantes de las ONG, que han leído algo, se preguntan: ¿y qué van a hacer con éstos, que se quedan en el limbo?

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